Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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SEP14. EL ABRAZO, de Ginette Gilart

Treinta años habían pasado desde aquel día en que Celia cruzó la frontera. Ahora hacía el camino a la inversa. Cuando puso los pies en territorio español su hija pequeña, de diez años, la observó y notó el leve temblor de su barbilla y en sus ojos un nuevo brillo.
Después de un largo camino recorrido en tren, por fin, llegaron al pueblo, a la casa familiar.
Fue su hermana quien abrió la puerta y, nada más verse, las dos mujeres se fundieron en un abrazo eterno, sin decir palabra. La niña al ver la escena, sin saber ni cómo ni porqué, sintió, desde lo más hondo, subir como una ola y sus ojos se bañaron en lágrimas…
Desde aquel momento supo descifrar y leer las señales dibujadas en las caras de la gente, supo lo que significaba la palabra emocionarse.

41 Responses

  1. Pues sí, Ginette, me sumo a lo dicho por Calamanda: no hay mejor escuela de emociones que la emotividad, la rienda libre a nuestros sentimientos, sin disimulos ni convenciones.
    Una historia de regresos tiernamente dolorosos. Bella.
    Saludos.

    1. Actualmente emigran los hijos pero en condiciones muchísimo mejores, suelen conocer el idioma del país al que se dirigen y van respaldados por los padres.
      En el caso del relato es más duro todavía, pues trata del exilio, treinta años sin tener ninguna posibilidad de regresar. Después de tanto tiempo fuera vuelves de vez en cuando pero tu vida ya está en otro país.
      Gracias por comentar y por dejar el enlace a tu blog, iré a visitarle.
      Un saludo

    1. Muchas gracias, Inés, me alegro que te guste.
      Te dije que tu relato es muy romántico y contestas que hay algo real en él, pues si es así, mejor que mejor,ja,ja,ja.
      Un abrazo.

  2. Un, dos,… ¡très bien! Ginette, no soy capaz de imaginar la oleada de emociones en un encuentro entre dos seres queridos separados tantos años. Lo que sí te digo es que tu relato llega muy dentro.
    Un abrazo.

  3. Me ha encantado tu relato por lo emotivo y bien contado. Todos en nuestra infancia hemos vivido escenas de despedidas o regresos similares, que nos han tocado el corazón y recordamos siempre. Felicidades, suerte y un abrazo

  4. la empatia se aprende desde pequeños… y el resentir la tristeza y emoción en nuestros padres o abuelos hace que se amplifica todavía mas esta capacidad de compartir los sentimientos de nuestros seres próximos…
    se nota que tu has compartido estas emociones…

  5. Una tierna historia, cercana y profunda en la emoción. Los niños son observadores, hay situaciones que no necesitan palabras.

    Suerte con tu relato Amélie, tan conmovedora. Saludos.

    1. Sí, ojalá que todos fuesen así. Espero que nuestro encuentro en Bilbao esté lleno de ellos. Con la delegación que va a acudir a la estación de autobuses para recibirnos ( a las santanderinas) va a ser la monda…si las demás son como tú, eso promete, ja,ja,ja.

  6. Una lección, la de aprender emociones de primera mano, que la niña seguramente no olvidará. Tu relato también se queda en el recuerdo, porque has sabido dibujar muy bien esas emociones desde una narración clásica, uno de esos momentos singulares que todos sabemos reconocer, la vuelta del inmigrante.
    Saludos y suerte.

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