Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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SEP163. MANDALA, de Héctor Hernández

El viento de otoño, ese que lleva consigo las hojas y los colores, le trajo a finales de Noviembre. Hacía tanto tiempo que se había marchado, que ya poco quedaba de lo que dejó al partir. La casa, que no era más que una sórdida habitación vacía, olía a polvo y olvido. Por las paredes horadadas se colaban los últimos rayos del día. Entró desconfiado, sabiendo que había sido inútil su partida, que había sido inútil volver. Tomó entre sus manos callosas un payaso triste de porcelana al que le faltaba su paraguas y la mitad de su sombrero. Recordó el momento exacto cuando lo compró en aquella feria, muchísimos años atrás. A ella le había gustado la figurita y él, en un acto de galantería, se la regaló. Colocó la figura en donde lo encontró y se giró para salir. A medida que avanzaba por la habitación sus pasos se hacían lerdos. Sus ojos, su rostro, su cuerpo entero comenzaban a desmoronarse. Cuando creyó alcanzar el umbral, sintió cómo
el viento frío hería su piel que comenzaba a disgregarse en partículas de polvo y minerales que caían sobre el piso de tierra formando, así, una maravillosa mandala multicolores.

2 Responses

  1. Disgregarse en mandalas de colores, en polvo y minerales. Preciosa imagen para rematar tu trabajo Héctor. El payaso de porcelona es un elemento del relato, bajo mi punto de vista fundamental, que ofrece el escenario perfecto para contar la historia del pasado del protagonista. Me gusta. Un besazo y mucho suerte.

  2. Hola Héctor, esa muñeca de porcelana recuerda realmente el pasado, donde siempre había por alguna parte ese objeto de decoración y al mismo tiempo de juguete.
    Nos has trasladado a ese pasado, con esta vuelta llena de recuerdos para la protagonista, que acaba deshaciéndose en partículas de colores. Un final muy bonito.

    Suerte
    Rosa
    Saludos.

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