Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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SEP76. LA COCINERA, de Sara Lew

Como todas las mañanas, después de preparar el desayuno para los Villasierra, Clotilde se quedó sola en la finca. Cuando los forajidos entraron apenas tuvo tiempo de esconderse sin ser vista en la despensa. Y allí, entre embutidos caseros y hogazas de pan, deseó que fueran a por la caja fuerte que la señora mandó instalar detrás del retrato de Don Alfonso, y se llevaran el dinero y las joyas. “¿Qué otra cosa si no buscarían de valor en la casa?” pensó para animarse. No sabía que los peligrosos fugitivos estaban hambrientos y necesitaban provisiones para volver a adentrarse en el monte.

52 Responses

  1. A mí ya me contaron hace mucho tiempo que hay que saber estar en el sitio adecuado en el momento oportuno, y tu cocinera va a descubrirlo dentro de un momento. Tu historia muy está bien narrada, y me gusta especialmente por lo que se queda en el aire de esa despensa tan bien aprovisionada de TODO lo que necesitan esos fugitivos.
    Saludos y suerte.

    1. Y es que al lector le encanta sentirse capaz de resolver los finales. Y por eso el relato de Yolanda de este mes a mí me ha encantado.

      Es verdad que ese «si no» podría ser prescindible. O no 🙂
      Un abrazo, Miguelángel.

  2. Me gusta la tensión que creas con los anhelos de la cocinera, haces que el lector desee que los cacos se vayan a la caja fuerte, lograr esa complicidad del lector con los personajes no es fácil, pero ¿hay algo difícil para ti?
    Un abrazo.

    1. Sí, hay algo difícil para mí. Escribir algo muuuuy largo, por ejemplo; o escalar una montaña (me da vértigo); y así la lista podría seguir…

      Gracias Yolanda por tu comentario. Un abrazo.

  3. Hola Sara: este relato es un BCM.

    O sea …un Breve y Conciso Microrrelato!!. Que no sé si le falta algo pero sé que no le sobra nada. Que me deja intuir la suerte que correrá la cocinera y como en medio de todo, le he cogido cariño, pues me la imagino enamorándose de un fugitivo y preparándole unas buenas gachas al abrigo de una casa en el monte comprada con el importe del valor de uno de los collares de la señorona.

    ¡Vamos! que ha cambiado su vida a MEJOR, y siempre es una suerte esconderse en una despensa.

    Besos para tí y mucha suerte amiga.

    1. Vaya, interesante destino el de la cocinera. Convertida también ella en fugitiva y cómplice del robo. Eso sí, feliz y enamorada, que eso es lo importante 🙂

      Gracias por tu comentario, Laura. Un abrazo.

  4. «No sabía que los fugitivos…» Ese narrador omnisciente nos cuenta todo porque lo sabe todo, pero se guarda el desenlace… ¡Puñetera tercera persona sabelotodo! (jajaja)
    Pues yo creo que esos fugitivos peligrosos, están bastante hambrientos, y se la van a llevar con ellos.

    Sara, genial, como siempre.

    Un besoooo

  5. Sara, te estás volviendo malilla… aunque no como autora. Cada día me gusta más lo que escribes, como humilde lectora iletrada en cuestiones literarias. A lo mejor es que ultimamente les encuentro más humor a tus relatos, no se, o a lo mejor es que me estáis enseñando demasiado bien. El caso es que me cae muy bien tu cocinera y me estoy imaginando un final muy a lo «el cartero llama dos veces»…

    Un abrazo.

  6. Primero hay que saciar la necesidad inmediata. Y habría que ver, para estos fugitivos, qué importancia tienen las joyas. Como cuando, en algunas culturas , no sacrifican a un animal para alimentarse; qué distancia hay entre la una vaca o un perro y el hombre; yo en tu texto me pregunto lo mismo. ¡Me gustó mucho, Sara!
    Un placer leerte.
    Saludos desde Pergamino, Buenos Aires.

  7. Excelente micro, Sara, según nos tienes acostumbrados. La rutina, «como cada mañana»; el suceso excepcional, «cuando los forajidos»; las expectativas de un desenlace en estilo indirecto libre, «deseó que fueran a por la caja»; y ese golpe maestro del narrador que rompe esas expectativas y atrapa al lector, «no sabía…».
    Mucha suerte.

  8. Pobre cocinera ¡qué mal escogió el escondite! ¡No habría sitios en la casa! Pero el destino juega sus propias cartas.

    Un micro muy claro, ligero, conciso. Me gustó Sara, mucha suerte con él. Besos.

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