Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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79. SerodañoS

Justo cuando la luz deja de iluminar las algas, los serodaños salen del trabajo. Después, al llegar a casa exhaustos pero orgullosos, cenan bajo el brillo de hermosas estrellas marinas. Reconocerás fácilmente a los serodaños porque caminan erguidos, con la frente muy alta, sobre el fondo arenoso. También porque viajan en mero (en vez de en metro), se arropan con una manta raya, y les gusta la música coral. Las mañanas de los domingos las pasan jugando al escondite con sus hijos entre anémonas y erizos y, al atardecer, se sientan a descansar sobre un banco de peces. Allí suelen hablar de su antigua familia, de nuevos y viejos sueños, e incluso a veces comparten aquellos duros recuerdos de su infancia. Pero son los serodaños, sobre todo, gente positiva y hospitalaria. Por eso, cuando ven llegar a otro de los suyos cayendo inerte desde la superficie, en lugar de entristecerse, le insertan sus nuevas branquias, le sonríen, y le dan un cariñoso abrazo. Para que se sienta como en su hogar.

9 Responses

  1. Jesús Garabato Rodríguez

    Hermoso y esperanzador cuento, en el sentido clásico, el que tenemos la suerte de que nos muestres, reflejado en el azogue especular de esos mares que son todo vida, incluso cuando albergan la muerte. Muy bueno, Alberto. Un saludo y suerte.

  2. Ángel Saiz Mora

    Si dicen que el ser humano es capaz de adaptarse a todo, por qué no imaginar que también sería capaz, incluso, de formar parte de un medio para el que su cuerpo no está preparado. Un relato lleno de positividad, en el que los damnificados en un naufragio, a los que habíamos llorado y dado por perdidos, tienen una nueva vida, que no parece mala.
    Un saludo, Alberto. Suerte

  3. albertomorenosanchezizquierdo@gmail.com

    Muchas gracias Rafa, Jesús, Beto, Ángel y Edita por vuestras palabras. Espero que sí, que en otra vida, acuática, real o ficticia, existan serodaños que nos muestren cómo se debe tratar al «nuevo», venga de donde venga.

  4. Martín Zurita

    Hola, Alberto.
    Me encanta el título, que lleva implícito mucho significado. Creas una atmósfera muy bien amueblada semánticamente. Es una fantástica teoría de la acogida. Un final feliz, que, particularmente me encanta. Eso del «buenismo», que tan poco se lleva y resulta denostado. Siempre lo escabroso, siempre el lado oscuro, cansa. también hay que narrar las buenas cosas. Me gusta tu texto. En lo formal, me sumo al reparo del maestro Ximens: mira que habré escrito gracietas… y lo que me queda. Pero es una grietecilla en un sólido muro. Enhorabuena. Un abrazote.

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