Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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116. Un último viaje (Rosy Val)

Le estaban esperando. En cuanto aterriza le escoltan hasta la nave nodriza. Había prometido que no volvería, pero ya lo conocen, no en vano, lleva visitándoles algunos años. La escotilla se abre y una luz ambarina le conduce por un espejado pasillo. Llega a la sala naranja; hoy quieren sorprenderle. En el centro, una mujer sin ropas gira y gira sobre una peana circular mientras un hatajo de manos absorbe su energía. Otra sarta de ojos viscosos le dispara virulentos hilos que en pocos segundos enmarañan su cuerpo inmovilizándolo sin piedad. Se desespera y grita: “¡Hijo, ayúdame!”.
No consigue mover un músculo.

Está sentada al borde de su cama. Sus vastas ojeras delatan ésta y otras muchas noches en vela. Extiende sus manos, en sus líneas gastadas caducan miríadas de promesas y juramentos…
Tarda infinitos minutos en volver. La mira confuso. Pero en esta ocasión, de su viaje, se ha traído una lágrima infiltrada en sus ojos que cae, certera y limpia, sanando sus labios resecos…
“Tranquila, madre, esta vez sí sé cómo ayudarte”

21 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Un viaje a un espacio realmente oscuro, el de una mente ingobernable que se revuelve contra su portador. El problema es que esta expedición a ninguna parte no sólo resulta dañina para quien la emprende, también para lo es para quien trata de permanecer a su lado y aliviar ese sufrimiento. Las manos que absorben la energía, los hilos que inmovilizan el cuerpo, hablan de desgaste e impotencia ante un problema que se repite en un bucle que no parece poder pararse, aunque esta vez, pese a todo, quizá sea el último. Un relato entre lo onírico y la realidad, que sabe transmitir impotencia y sufrimiento.
    Un abrazo, Rosy. Suerte

  2. EDUARDO MARTÍN ZURITA

    Un esperanzador final abierto. La esperanza es lo que subyace y viene de la mano de lo más joven. La cama es la verdadera nave espacia (la reala) de la protagonista y sus viajes unos sueños nefastos, terroríficos. Me encantan esos labios y esa lágrima ínfima, pero sanadora frente a esas vastas ojeras, esas miríadas de promesas caducadas; esos infinitos minutos, todo en consonancia con la inmensidad sideral. Buen texto.
    Suerte. Besos.

    1. Eduardo, agradecida por tus hermosas palabras, cómo me ha gustado que hayas visto que la cama es la auténtica protagonista donde ella vive sus terrores.
      Un abrazo.

  3. María Jesús Briones

    Bien, Roxy. Eterno destino de muchas mujeres que se ven absorbidas por un hatajo de «reses rebañiles». Desde la fantasía lo has descrito con mucho realismo.
    Besito virtual

  4. Hola, Rosy.
    Hay en tu micro escenas que, si cierras los ojos y las imaginas, son espeluznantes, por ejemplo: «le conduce por un espejado pasillo», «un hatajo de manos absorbe su energía», «ojos viscosos le dispara virulentos hilos»… A mí lo del pasillo de espejos me produce bastante inquietud, así como los hatajos de manos o esos ojos.
    Luego, me parece hermosísima esa lágrima que sana sus labios resecos.
    El final de la primera parte, es un grito de socorro. Nadie va a hacer nada.
    Pero en el final del micro me temo que, releyendo al título, la historia no va a terminar muy bien.

    Un besazo grandísimo y suerte

  5. Salvador Esteve

    Todos los viajes, todas las elucubraciones imaginables caben en el universo de la mente, un viaje a la locura muchas veces sin retorno. Y ya el último viaje, una decisión dura, extrema, pero motivada por el amor y la compasión. Me ha gustado mucho, Rosy. No quiero dejar pasar la ocasión de felicitarte por tu muy merecida selección por ese precioso relato de las ondas. Abrazos.

  6. Ojala que el esperanzador final realmente lo sea, porque el micro era opresivo.
    Por otra parte, no sé por qué, he visto un niño enfrentándose a la enfermedad de una madre, llenando con monstruos sus miedos, pero valiente.
    Vamos, que he leído dos historias. La que me cuentas y la que me montado (¿?)

  7. Qué relato más triste y oprimente. Una mente que padece sin descanso y que atrapada en el delirio pide auxilio. Y a su lado, sufriéndolo impotente, quien por amor decide al fin acabar con la vida de quien a él se la dio. Felicidades, Rosy, has escrito un gran relato. Muchos besos.

  8. Debo reconocer que en la primera lectura se mantiene tanto el extrañamiento que no entiendo nada de lo que me está contando, me falta la ubicación. En la segunda lectura me cuesta, no sé qué estás contando. Madre e hijo, pero no me queda claro. Problema mío, seguro. Gracias a Ángel por la explicación. Suerte.

    1. Querido Ximens, siento que no te haya llegado mi historia, aún así te agradezco la buena intención. También me alegro que Ángel te haya despejado las dudas.
      Un besote.

  9. Calamanda Nevado

    Rosy, dificil situacion para resolverla con exito, has encontrado palabras cargadas de amargura que llegan al lector. Suerte y saludos

  10. Pablo Núñez

    Tu tratamiento del vocabulario es exquisito en esta historia de final incierto y poético (me ha encantado lo de la lágrima9, que trasciende el espacio cuando un niño intenta hacer lo posible por su madre sin comprender el por qué unos monstruos terribles le están quitando la energía y la salud.
    Me ha parecido un brillante ejemplo de lo que puedes hacer con las palabras.
    Enhorabuena.
    Un beso.

  11. Has transmitido muy bien las sensaciones que esa mujer padece en ese oscuro pozo en el que vive, sufriendo no solo ella sino también el hijo que es testigo de los efectos de la cruel enfermedad de su madre. Parece que esa lágrima infiltrada es el único signo de vida en un cuerpo totalmente paralizado y que el hijo interpreta como la confirmación del dolor de su madre. Supongo que ese “Tranquila, madre, esta vez sí sé cómo ayudarte”, hay que interpretarlo como que el hijo va a hacer lo posible para acabar con el infierno que vive la madre. Un gesto muy humano pero difícil de llevar a cabo. Muy interesante el tema que nos traes, Rosy. Suerte y abrazo.

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