Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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49. Taxidermia

Federico era taxidermista. Y un soñador. Fabricaba con su arte lo que la naturaleza nunca consiguió darle a su imaginación desenfrenada. Cuando cumplía con sus acostumbrados encargos de disecar zorros con palomas en la boca o cabezas de ciervo, se refugiaba en su trastienda  y daba rienda suelta a su creatividad. Entonces, tapizaba con suaves plumas cuerpecillos de lagarto, unía alas de águila a troncos de sedosas liebres, adornaba con colas de pez la cabeza de osos hormigueros o empedraba la piel de faisanes desplumados con ojos de rana.  Consiguió reunir un museo privado de monstruos veraces y creíbles que hubieran engañado a cualquiera. Un día, revisando sus trampas en el bosque, observó dentro de una de las jaulas a una extraña criatura moribunda. Era una ninfa acuática de extremidades palmeadas. Decepcionado por tan fea combinación estética, carente de gracia y armonía, la remató con su bastón y la tiró al río. Luego bajó silbando la colina mientras pensaba ensimismado en lo mucho que le gustaban las manos de su prima Rosa y el agraciado rostro de su vecina Esther.

15 Responses

  1. Beto Monte Ros

    Un relato con mucha fuerza y con descripciones ágiles, un protagonista enamorado de su obra, con un concepto de la belleza muy personal. Por esas “manos de su prima…” y “el agraciado rostro de su vecina…” o quizá por su obsesión, esta historia me ha recordado a “El perfume” de Patrick Süskind. Buena historia.
    Saludos.

  2. Ton Pedraz

    Menuda bestia ese tal Federico el taxidermista. Otro más a incluir en la interminable lista de monstruos producto de nuestra extraña sociedad.
    Suerte con tu propuesta.

  3. Mª Belén Mateos

    Original y tremendo relato el tuyo, con un final que deja abierta la imaginación de cada uno en esas manos y ese rostro.
    Bienvenida Mar, un beso.

  4. Ana Fúster

    Lo que más me llama la atención es que el protagonista, que se dedica a crear esos seres híbridos porque la naturaleza no se los proporciona, destruye al único genuino que encuentra. Y la frase final, redonda. Besos y suerte, Mar.

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