Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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27. VAYA…

El cirujano destinado a revolucionar la práctica médica, todavía estudiaba en el instituto. De momento, era un objetivo débil. Granos, gafas, ropa heredada de su hermano. El cabecilla que lideraba las acciones también cumplía estereotipos: rodeado de un séquito maleable, cigarrito a escondidas en el recreo, notas desastrosas. Finalmente, sus caminos se distanciaron. Es evidente cómo y hacia dónde. Se reencontraron años después. El cabecilla buscaba solución a la dolencia de su madre. Le habían recomendado un médico puntero en el tema. En la consulta creyó reconocer al chaval que humillaba en el instituto cuando se aburría, pero su memoria estaba turbia. Pese al tiempo transcurrido, el destacado cirujano recreó al instante un sufrimiento adolescente que intuía superado. Sin embargo, abrazó al excompañero y aseguró alegrarse de verlo. El cabecilla le mostró su admiración y recordaron, entre risas, anécdotas juveniles. Después, tras revisar el expediente médico de su madre, sentenció: nos vemos en tres meses, cuídala mucho. Abrazó al doctor y lloró en su hombro. Luego, madre e hijo agarraron sus manos y abandonaron la consulta como dos jóvenes que estrenan piso, mientras el médico recordaba un artículo del código deontológico que teorizaba sobre las falsas esperanzas.

16 Responses

  1. Termino la lectura de este micro y me viene a la mente la famosa frase: «la vida da revancha». Una pena que, en esa revancha, caiga la madre del cabecilla, que nada tiene que ver en el asunto (¿Será que nada tiene que ver en el asunto? La pregunta es ciertamente irónica).

    Muy buen micro, Javier; te felicito.

    Un saludo,
    Mariángeles

  2. Buenas tardes.
    Un relato muy bien escrito, aunque me ha quedado pensativo… como dicen en el anterior comentario ¿Qué culpa tenía la madre, de que su hijo no fuera perfecto? A veces los hijos no salen como uno quiere… En fin espero que el cirujano protagonista de tu relato pueda dormir después de lo que hace…
    Felicitaciones y mucha suerte.
    Un abrazo.

    1. Hola, Nicolás;
      ¿Cómo sabemos que no fue la madre quien educó así al hijo? ¿Cómo sabemos que no fue la madre una camorrista busca pleitos que le amargó la infancia a los padres del chaval? ¿Cómo sabemos, cómo sabemos…? Lo único cierto es que te agradezco que te pases y comentes, además de que te preguntes, principio buscado por este texto. Mil gracias y un abrazo.

  3. ¿Qué nos hace más felices, la ocasión de la venganza o la posibilidad de perdonar?
    ¿Cuánto dura la satisfacción tras la venganza? ¿Y tras el perdón?
    Parezco un cura, perdona, pero creo que tu micro tiene mucha miga para reflexionar. Muy interesante, la verdad. Suerte y saludos

    1. Buah, Juana, de cura nada. Son dudas humanas, tan humanas como reñir o llorar, sufrir y disfrutar. La satisfacción, supongo, depende de cada uno, aunque siempre es mejor perdonar y querer. Un beso y gracias por pasarte.

  4. Salvador Esteve

    Javier, tu micro nos hace reflexionar sobre la humillación, venganza, perdón, ética y vocación. Me ha gustado mucho. Abrazos y suerte.

  5. El micro tiene un fondo de armario muy amplio. Da para reflexión, debate y mucho más. Bajaras ideas que conviven en delicado equilibrio: justicia, justicieros, venganza, perdón… creo que nos has puesto muy bien en situación. Tu relato es para algo más que contemplar, sin duda. Mucha suerte 🙂

  6. Javier, tu micro está muy bien narrado y ciertamente nos hace reflexionar. El laberinto de la vida hizo que estos dos niños se reencontrasen de adultos y bajo circunstancias muy diferentes. Lo que ocurrió lo intuimos, lo que ocurrirá nos espera tras la siguiente vuelta del laberinto. Muy bueno. Un beso

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