49. Tejido familiar (Elena Bethencourt)
Mi juventud son recuerdos de un taller de costura en Michoacán, un mundo de agujas, seda y lino donde mujeres de retales adorábamos a hombres cortados por el mismo patrón.
Mi padrastro solía pasear sus apuestas hechuras haciendo zigzag. Decían que dedicaba los días a cortar cuellos al bies, pero nunca nos atrevimos a preguntar.
Mamá hilvanaba sueños rotos hasta que apareció don Tomás. Quería un traje para su boda. ¡Cómo no! ¿De paño, algodón, tergal?
Contarían las malas lenguas que lo midió mil veces, recorriendo con la yema de los dedos mangas, sisas, solapas y desde la entrepierna hasta el bajo del pantalón. Le hacía pruebas a diario. Acudía gustoso, pero no parecía prestarle la menor atención. Las faldas de todas menguaban para la visita, los escotes crecían y —embelesadas— bordábamos momentos con él en nuestra imaginación.
Por fin el traje estuvo listo. La boda también. No llegó a casarse. Lo cosieron a balazos de camino al altar.
Mamá zurció como pudo la culpa de que alguien matara por su amor. Mi padrastro remendó la suya en el penal.
Yo callé preguntándome si el botón que llevaba pegado en mi vientre se parecería a él o a don Tomás.
Voy a empezar diciendo lo que diría al final: un relato para quitarse el sombrero. Primero, la historia, ambientada en un México dominado por la violencia, en el que un sicario mata a un hombre antes de su boda, sin saber que, además de tener embelesada a su mujer y a su hijastra (como a todas las féminas de la ciudad), quizá dejó su semilla en forma de descendencia en la segunda.
Segundo, un lenguaje plenamente relacionado con la costura, con segundos sentidos tan bien colocados que tal vez solo si sabemos de antemano que es un relato dedicado a la moda nos daríamos cuenta.
Voy a decir algo que no suelo decir tampoco, porque para eso el jurado es independiente y soberano, como debe ser y Dios me libre de pretender influir a nadie, pero en mi modesta opinión esta historia tan bien trabajada tiene muchas papeletas para ir derechita al libro. Yo, de mayor (que la juventud ya me ha abandonado) quisiera escribir así.
Un abrazo y suerte, Elena
Ángel, me has alegrado la mañana, o me has bordado el día, para seguir con la costura, 🙂 Que a ti te guste es un premio en sí mismo y tus comentarios, lo más. Un abrazo.
Relatazo, Elena. Con qué finura de costurera has construido una historia tan atractiva como cruda. Coincido con Ángel: de libro.
Un beso.
Hombre, Olivares, como vidente me estás fallando últimamente, jaja, pero me hace mucha ilusión que te guste ?. Un abrazo y gracias.
No das puntada sin hilo. Me ha encantado este corrido mejicano. Impresionante cómo utilizas los vocablos de costura para narrar tu historia. Ole y ole. Sí señor. Un gran relato.
Gracias, María, pues ahora que lo dices, me encantan los corridos mexicanos y México (aunque no haya estado aún) y podría escuchar a los mexicanos hablar todo el día, así nomás, wey?
Madre de dior. Viva méxico.
Jaja, Lucas, como dicen ellos: ¡¡¡Viva México, cabroooones?!!!
Ándele, manita, que bien que lo bordó.
Felicidades marinas.
Jaja, Patricia, me hiciste reír?
Estamos en el equipo canario, así que pronto trabajaremos juntas en ese juego nuevo. ?
Un relato que podía ser una novela, en la que en pocas líneas nos muestras varias realidades, hilvanadas por el hilo de la escritura que une las costuras más dispares y las más profundas.
Siempre es un gran placer leerte. Enhorabuena.
Ay, Manoli, gracias por leer. Mi juventud también son recuerdos de un taller de costura, entre otras cosas, aunque no estaba en Michoacán. Pues sí, igual tienes razón y aquí hay tomate para una novela 🙂 jajaja. Gracias
Genial este relato que narra la historia mejicana con términos de costura, precisamente elegidos, dejan un trabajo de gran modista de las palabras. Felicidades, Elena. Suerte y un abrazote.
Gracias, Pablo, por leer. Me gusta coser palabritas, celebro que te gusten. Un abrazo?
Magistral Elena. Me ha encantado. ¡qué manera de hilvanar letras, para construir un relato de esta magnitud. Muchas felicidades y mucha suerte.
Besicos muchos.
Gracias, Nani, siempre tan amable?