Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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65. Danza número cinco (Patricia Collazo)

Durante los bombardeos Don Pedro tocaba el acordeón. Tiempo después supe que la melodía alegre y cautivadora que ejecutaba era la Danza húngara número cinco de Brahms.

Don Pedro era vecino del barrio aunque nadie sabía muy bien dónde vivía. Aparecía cuando las sirenas alertaban del peligro y corríamos a los refugios.

Allí esperábamos en la penumbra a que todo acabase. Y él, con su acordeón, entre apretujones, amenizaba la espera. Los niños dejábamos de llorar escuchándolo.

Luego, la señal indicaba que el peligro había cesado y un frágil alivio circulaba entre la gente. Don Pedro y su acordeón se mezclaban entre quienes pugnaban por salir a las calles de Madrid.

Años después, cuando preguntaba a mis padres si habían vuelto a saber de Don Pedro, ambos aseguraban que no había ningún Don Pedro. Que durante nuestras reclusiones forzadas, nadie tocaba el acordeón. Que lo habría soñado o imaginado.

Hace tiempo que ellos no están. Ya nadie puede negar su existencia.

Hoy lo he visto deambulando cerca del Retiro cargando su acordeón. Estaba como entonces. Desde mis ochenta y seis años, levanté la mano en gesto de saludo. Podría jurar que esbozó una sonrisa antes de desaparecer.

45 Responses

  1. Calamanda

    Patricia, tierna y bien contada esta evocación de sueño y realidad, que ayudan tanto a ver las cosas de otro color. Suerte y saludos

  2. Alberto

    Don Pedro sonrió porque acababa de leerte. Y eso que todo el mundo le decía que era mentira. Que no había ninguna Patricia Collazo escribiendo por ahí.

  3. Asun Paredes

    Hay seres mágicos que suavizan el lado oscuro de la vida. Seres a los que no olvidaremos nunca, por muchos años que pasen, aunque solo nosotros podamos verlos.
    Precioso relato, Patricia. Suerte.

  4. Ángel Saiz Mora

    Si Don Pedro no existió, habría que inventarlo. Alguien que hace bien a los demás, a quien se recuerda con cariño y agradecimiento, está en posesión de la mejor de las magias. Si solo vivía en la imaginación del protagonista, bienvenida sea esa alucinación que le ayudó a afrontar una dura realidad, fruto de una cabeza envidiable, capaz de generar el personaje adecuado en el momento oportuno, como quien firma este impecable relato, otro más.
    Un abrazo y suerte, Patricia

  5. Jesús Garabato Rodríguez

    Me encanta esta historia, donde vemos que la magia de la imaginación puede hacernos sobrellevar cualquier circunstancia, por negativa que esta sea. Y cuántos Don Pedro, con sus buenas acciones, reales o imaginarias, habrán servido de acicate para muchas personas, aun con la desventaja de que alguien los tomara por locos. Suerte, Patricia. Un abrazo.

  6. Dolores Asenjo

    Patricia me encanta tu micro. Sencillo, emotivo pero con fuerza. Harían falta muchos don Pedros repartidos por doquier, la vida sería más agradables.

  7. No hay que irse a ambientes de mitología nórdica ni a otros planetas para encontrar la inspiración mágica, basta con afinar el oído, aguzar la vista y buscar bien por las calles más estrechas… y, sobre todo, querer verlo. Felicidades por este relato maravilloso que he creído casi ver.
    Suerte!!

  8. Blanca Oteiza

    Muy bonito texto Patricia. A quien se le recuerda con cariño, bien vale un saludo de despedida con sonrisa incluida. Estupendo.
    Un saludo

  9. Los ojos de esta niña nos enseñan a mirar, a descubrir la magia de la imaginación en los peores momentos.
    La literatura nos salva de la realidad y tú nos lo recuerdas con el acordeón de Don Pedro.
    Gracias por este relato lleno de luz, Patricia.
    Un beso.

  10. Martín Zurita

    Hola, Patricia.
    Si no tanto como con Rafael Olivares, quiero extenderme contigo —la mujer del nombre bonito que mejor traza la línea azul como un diminuto mar sobre sus pestañas— para compensar ese corazoncito rosado de encantamiento, no mágico, conque nos das la bienvenida y seguramente tu amistad. Tuve clientes de la gestoría-asesoría fiscal y laboral en Alcobendas (en alcoholyvendas, como se le dice sin pizca de gracia a tamaña ciudad.
    Tu texto, para hacer honor a tu nombre, no es nada plebeyo. En él juegas con la magia tuya. La de la DIFICILÍSIMA SENCILLEZ con contenido, con la sustancia de un buen caldo para los rigores afilados del invierno. Esos aceros que se nos clavan, luchando por desgarrarnos. En tu relato brilla el cuchillo de la guerra, mellado por ese personaje inolvidable, con su acordeón, que es un instrumento mágico, de los más mágicos con el piano. Es una especie de piano vertical. La muerte lo vuelve todo veraz, incontestable. Qué precioso y borgiano ese «Los niños dejábamos de llorar escuchandoló». Así, ya sabes. Y ese final con regusto al mejor suflé. Ahora que estoy antes al truco que a la ilusión del mago, tu magia me cautiva por completo. Me recubre como tantas veces. Me torna cándido. Me desarma. Me desarbola. Bienvenido soy a esta tu alta literatura singular. Un beso muy fuerte que hace tiempo te debía.

    1. A ti te debo yo más que un beso, Martín. No tienes idea lo que significa amanecer una mañana de miércoles rutinario y encontrarme con estas palabras tan cálidas y gratificantes. Sé que tal vez exageras. Que el diminuto mar que aquella vez has visto dibujado en mis ojos, quizá te haga leerme con más cariño que objetividad. Pero de todos modos, me quedo con cada una de tus palabras. Y me las guardo bajo la almohada, para soñar con mundos donde la magia pueda ser invocada juntando letras y tapizando renglones.
      Tu comentario es un hermoso texto literario que guardaré como uno de mis mejores tesoros, junto con un papel doblado en que conservo tus letras.
      Un abrazo enorme. No puedo más que decirte: ¡Gracias, gracias, gracias!

    1. ¡Muchas gracias, María! Tu comentario junto con el del Carmen, me hicieron releer mi relato. Es que para mí, mi protagonista siempre fue un niño, no una niña. Y como yo lo visualizo con tanta claridad, no me daba cuenta de que el texto es ambiguo en ese sentido, y que en realidad en ningún momento deja claro cuál es el sexo del protagonista. Pues, me alegro de haber hecho este descubrimiento. La prueba de que la magia de las letras está en esta comunicación y reinterpretación entre escritor y lector. Un abrazo para ti también.

  11. Me preocupa, y mucho, la que pueda significar esa nueva visión. Me alegra, poco más o menos lo mismo, que el niño haya tenido ese consuelo real con un personaje imaginario o no. Lo más preocupante es cómo escribes de bien y el papel en que nos dejas al resto de nosotros, ah, sí, el de afortunados lectores.
    Un beso

  12. Querido Juan: siempre tan generosas y llenas de cariño tus palabras. Si mi relato provoca una sonrisa en los lectores, ese es el mejor premio que puedo recibir. Ese, y formar parte de esta familia enteciana gracias a la cual he conocido a tanta gente grande como tu. Un abrazo.

  13. ¡Qué bonito relato Patricia! Te confieso que sí lo creo, creo que Don Pedro existía de verdad, pero como tantos seres especiales no todos eran capaces de notar su presencia. Solo los niños, con sus mente abierta lo captan todo, sobre todo la magia.

    Mucha suerte y un abrazo.

  14. Don Pedro vive. Yo lo he visto tocando el acordeón en las esquinas de una gran ciudad, lo he visto salir de su tierra expulsado por la necesidad o la guerra, lo he visto en las historias de bombardeos que viví en boca de mis padres. Aunque lo había olvidado, y ahora tú, Patricia, has venido aquí ha recordármelo. Gracias!!! Y mucha suerte!!!
    Bssss!!!

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