98. Perseverancia (Montesinadas)
Como todos, ella también había sido persona antes que víctima. Había disfrutado de una vida feliz a ratos. Nadie la maltrató en su infancia y recibió una educación basada en los principios que acompañan al ser humano por el hecho de serlo. Aprendió pronto que leer le apasionaba y más aún contar historias y escribirlas.
Consiguió lápices y pequeñas libretas en la escuela donde comenzó a relatar las curiosas vidas de sus familiares, pero los soldados se lo prohibieron.
Año después, con una vieja máquina de escribir, llenó papeles de historias de su país, de su mundo y de otros mundos que descubrió entre los libros. Había héroes y villanos, locos enamorados y amantes despechados, pero la guerra destruyó su casa y sus manuscritos quedaron convertidos en cenizas.
En el hospital donde fue atendida durante meses le permitieron usar un ordenador. Internet, redes sociales, escribir y guardar sus cuentos, pero los cortes de electricidad y el fuego amigo terminaron con todo.
Ha pasado el tiempo y, cada mañana, se levanta, sale de su maltrecha tienda y con la espalda apoyada en la alambrada dicta despacio nuevas historias a una voluntaria que ayer recogía en su nombre un prestigioso premio literario.
Para escribir es necesario ser poseedor de una inquietud innata y tener algo que contar, pero también hallar un ambiente adecuado donde pueda prosperar este largo aprendizaje, de ahí que tu protagonista roce lo épico por conservar contra viento y marea una afición que, sin duda, contribuye a mantenerla viva entre tanta sinrazón de los hombres. Un título muy apropiado y un ejemplo de lo que es verdadera necesidad, cuando a menudo nos quejamos de minucias. Una muestra de que una vocación auténtica se mantiene contra viento y marea. En este caso logra, además, lo que parecía imposible, una justa recompensa.
Un abrazo, Manuel. Suerte
Ángel casi es mejor tu comentario que el propio relato, eres el amo, un abrazo grande y gracias, pero sí la perseverancia de esta chica espero que me guíe.A veces nos quejamos por vicio!
Excelso Manuel, una historia épica, digna de tu pluma.
Cuantos deberíamos aprender de tu personaje.
Un abrazo y suerte.
Pues yo en una primera lectura entendí, no sé si equivocadamente, que la voluntaria, aunque fuera en su nombre, se aprovechaba de las capacidades literarias de la refugiada. Donde no hay duda es en que me gusta tu texto. Suerte, Manuel. Saludos.
Jesús el texto, una vez se publica, es de los lectores, de modo que tu mirada es tan lícita como cualquier otra visión. Lo que yo haya querido o no decir tiene poca importancia.
Un abrazo y gracias por pasarte y comentar.
Manuel, es cierto, perseverar es la idea y el medio. Bella historia de realizacion personal. Suerte y saludos