71. Cita en el puente (Elena Bethencourt)
Llevan más de veinte años sin verse, pero ni un solo día han dejado de pensar en aquella noche, ni de ansiar este reencuentro que —ahora viudos— tendrán hoy.
A Lola le gustaría ser como él la recuerda. A Manuel, tan joven como ella lo conoció. La fuerza de la gravedad ha hecho estragos, sus pechos ya no apuntan a las estrellas y él ha perdido pelo, también vigor. Las arrugas aran sus rostros sin tregua, quién sabe qué sarros han sufrido sus dientes y desde cuándo sus huesos sienten dolor.
Manuel ya está esperándola sobre el puente como un novio que aguarda en el altar. Lola se aproxima lentamente hacia el hombre al que solo una vez se entregó. Toma aliento. Llega y, sin casi mirarlo, pasa de largo. Él suspira aliviado y se va en dirección contraria. Desaparecen. Ninguno vuelve la vista atrás.
La cruda realidad se queda sola en el puente, segura de que hay recuerdos tan bellos que ni ella ni nadie deben cambiar.
Que buen final, Elena! Te mantiene en vilo para que al final ocurra el único final posible, tan alejado de los estereotipos a la que estamos acostumbrados. Enhorabuena y suerte!
Gracias, Mary Socks?, me encantan tus análisis. Esta historia tiene más finales?. Da para rato.
El tiempo hace estragos y los cuerpos se estropean, una realidad que cuesta asumir. Esta pareja vivió un momento mágico durante el esplendor de sus vidas, en la época de mayor plenitud de su belleza. Después la vida les condujo por derroteros diferentes.
Nunca han olvidado aquellos instantes y saben que nada podrá ser igual, después de una vida separados, convertidos en una mala copia, del todo deslucida de la que un día fueron, de lo que ambos recuerdan.
Quizá sea mejor que todo siga igual, no estropear con un presente muy imperfecto un pasado del todo idealizado. La realidad siempre se impone y a menudo es fría y descarnada. Si algo no se puede mejorar, tal vez sea mejor no tocarlo.
Logras la maestría en este relato, pues bajo su aparente sencillez hay una gran carga de profundidad: el desgaste con el paso del tiempo, los recuerdos que ilusionan, la coyuntura que no puede cambiarse.
Un abrazo y suerte, Elena
Gracias, Ángel, sin tus comentarios nada sería lo mismo ?. Embelleces los textos con tus palabras. Tienes razón, hay cosas que no pueden ser nunca tan buenas como las imaginamos, por eso mejor que no ocurran. Otras que no pueden competir con lo que recordamos. Por eso, mejor no repetir.?
Trágico, desolador y poderosamente triste.
Y todo ello aderezado con una gran maestría narrativa.
8’5 (Notable muy alto).
Gracias, Modes, por comentar. No lo veo tan triste. No tenían que haber esperado tanto. Ya se sabe que la fuerza de la gravedad no perdona. Pero, quién sabe, igual cambian de opinión☺ Hay esperanza.
No había visto nunca eso de poner notas, jaja, yo en el cole era una chica de sobresaliente, tendré que seguir trabajando, jaja.
Elena, ¡qué bonita historia y que final tan amargamente hermoso! Un placer como siempre leerte. Abrazos.
Gracias, Alberto, «beauty is in the eye of the beholder». Gracias por leer y comentar. Un abrazo.
Una historia hermosa para recordar y quizá no tanto para volver a vivir. El paso del tiempo hace estragos en la belleza y el vigor de la juventud.
Me ha encantado la tensión del relato y su desenlace, Elena.
Besos.
Gracias, Carmen. No hay que dejar todo para mañana. Quizás mañana sea tarde, como dice la canción. ?
Cmo ya te dije en tu blog, el final me ha parecido sublime y todo el relato hermoso y bello. Mucha suerte bonita.
Besicos muchos.
Gracias por decirme que me dejaste un comentario en el blog, a veces no me entero. De hecho te acabo de responder a uno de hace un año también?
Felicidades por un micro tan bonito. Suerte
Gracias, Isabel, qué bonito es que te parezca bonito. Un abrazo
Elena, en ese matiz, el de la viudedad, se esconde a mi modo de ver la razón de que la cruda realidad, o la melosa fantasía, que los extremos se tocan, se quede sola en el puente. Escribieron ese final mucho tiempo antes de que la gravedad se aplicase en transformar sus cuerpos, y la vida lo escribió por ellos.
Tiene tu ángel.
Un beso.
Pues sí, tienes razón, Palomita. Cambiamos la realidad con las decisiones que tomamos y la vida la cambia con las decisiones que no tomamos. Es muy puñetera.
Me encanta esa vuelta de tuerca que le has dado, hija.
Sabía que algo te traías entre manos, que esa historia tan «típica» que nos presentabas de entrada era una trampa para meternos en ella y sorprendernos. Y lo has hecho. ¡Enhorabuena y mucha suerte!
A mí me encanta que hayas venido a leerme. ? Y sí, la cosa no acabó bien para Lola y Manuel, aunque yo creo que son nuestros ojos los que embellecen a las personas y quién sabe…
Una preciosa historia de añoranza de un amor que prefiere seguir estando idealizado y rechaza enfrentarse con los estragos del paso del tiempo sobre sus protagonistas.
Un beso y mucha suerte, Elena.
Gracias, Asun, siempre tienes palabras bonitas. Sí, estos personajes prefirieron no enfrentarse a la fuerza de la gravedad, tira mucho. Un abrazo.
Mejor conservar un bello recuerdo que contaminarlo con la comparación con un segundo intento. Genialmente contado y apuntando al libro.
Suerte y besos.
Ay, Rafa, qué ilusión que me hayas venido a visitar por aquí. Y que te guste ya me muero, jajaja. Así es, no se puede conservar un recuerdo pintándolo con otro encima. No, no se puede.
Un abrazo.
¡Qué bueno!, un relato precioso, Elena, con un final nada esperado pero que a mí me ha encantado.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosy, sí, yo creo que hasta Lola se sorprendió de ese final. A veces hay que tener agallas para hacer lo que uno quiere y, otras veces, para decidir no hacerlo.
Un abrazo, guapa.
Aquí cobra sentido la peor acepción del adjetivo “cruda”, pero yo confío en que esta pareja dé otra oportunidad a la realidad, aceptándola tal como es, antes de renunciar a lo que quizá ha sido y será el único amor verdadero de sus vidas y de esconderse en sus respectivas soledades.
Hermoso relato, Elena, escrito con muy alta literatura. Mucha suerte con él y un abrazo.
Ay, cómo me gusta que hayas venido, Enrique. Gracias.
Eso pensaba yo, pero me parece que la realidad les guardaba otras sorpresas y creo que han decidido pasar página. Allá ellos.
Muy bueno, con revueltas y finales a imaginar
Besos marinos.
Gracias, María, sí, aunque el final del cuento es este y está cerrado, en la realidad habría más posibilidades. Un abrazo, gracias por leer y comentar.
Historia que intriga y un final poco frecuente, y no menos romántico. Gran relato, Elena. Me ha gustado.
Gracias, Pablo, sí, poco frecuente, estos dos personajes son impredecibles, me dan tantas sorpresas como disgustos, a ver si se aclaran de una vez, jeje. Un abrazo.