53. ENTENDERSE CON PATOS
Nadie comprende al conejo. Hum. ¿Qué traman esos dientes? Trac-trac-trac.
-¡No es un roedor! -gritamos a los cuatro vientos.
El conejo es un milagro. Lo empujamos a la jaula repleta de heno.
-¡Heno para el conejo!- decimos en la tienda.
Y nos quedamos los dos mirándolo horas. El niño bla. El conejo trac. A veces dudamos de quién debería ir a la jaula. ¿El niño? ¿Quizás nosotros? Trac. Nosotros. Encontraremos nuestro camino. Estar junto al conejo, besar su naricita y trac. Nada de bla. Adiós al hum. Aunque a veces sea mejor entenderse con patos, ¿no? Cuac. Más simple: cuac.
Vaya. Algo diferente, al fin. A ver si por una vez no cae en saco roto. Cuac. Suerte!!
Jaja. Muchas gracias. Cuac*.
*Aunque el corrector se empeñe en Cusco. 🙂
Jajaj. Muchas gracias. Cusco.
Divertido, muy divertido…tanto que no quiero pensar en quién debería ir a la jaula y sigo riendo hasta el final. Enhorabuena.
Nos leemos
Cuac. Gracias. Cuac. Abrazo. Nos leemos por aquí. 🙂
Difícil elección Iván, en un mundo casi de Alicia y sus maravillas por es durante algunos segundos donde me has trasladado con ese conejo y el niño, tiene algo de mágico tu divertido relato. Suerte y a entenderse con los animales que no queda otra.
Muchas gracias, Manuel. Tienes razón, no queda otra. Abrazo y cuac.