62. CUENTO DE INVIERNO
Las orejas largas en vaivén, el hocico brillante, los ojos juguetones, ansiosos. Lalou cavaba frenéticamente alternando las dos patas delanteras, creando una montaña de tierra reseca y una nube de polvo a su alrededor. Paraba de vez en cuando y, sin dejar de jadear, observaba como el hoyo iba creciendo. Como sus expectativas de encontrar allí a su amo. Sin embargo, en cuanto comenzó a entrever la madera, su actitud cambió. Aulló, giró en círculos y se acurrucó sobre el féretro. Las gárgolas de la torre solo vieron un pequeño bulto color canela en la álgida oscuridad del cementerio. Desde lo alto todo parece perder su relevancia. Quizás por eso el viejo Julien Baptiste aún merodeaba entre las tumbas.
Un olor conocido, a tabaco y libro rancio, envolvió al perro en su ensoñación. No le faltaron las caricias, las palmadas en el lomo ni un cálido regazo donde olvidarse del frío que se le iría metiendo en el cuerpo durante la noche.
Y como no todos los sueños buenos se disipan al llegar la mañana, Lalou nunca despertó.
Hola, Sara.
Me encanta, y mucho, tu relato. Empiezo por el final, tanto da, teoría de la inversión analítica, jajajá. Qué nombre más bonito el Lalou, qué eufónico. Qué paradoja tan hermosa, aun cuando fatídica, la que cierra el texto: el perro cumple el deseo de encontrase con su dueño, esté donde esté. «Se bebió de golpe todas las estrellas, se quedó dormido y ya no despertó», cantaría don Alberto Cortez para acompañar, celebrándolo, tu relato. El perro desprecia la vida, con sus bondades , a veces, de la mano acariciante del viejo Julien. Y cómo el can cava como un loco, también, seguro, a dentelladas secas y calientes, porque a lo mejor su dueño era Ramón Sijé, o se le parecía, y pretendía desenterrarlo para besar su su testa noble y desamordazarlo. A mi juicio, tu texto es muy emotivo y muy pero que muy sobresaliente. La fidelidad, qué cualidad tan sublime, y escasa, por eso es cualidad, es calidad, llevada a los últimos extremos. Un beso.
Gracias, Martín, por tu lectura tan enriquecedora. El nombre Lalou es un homenaje a mi perra que murió de viejita hace poco, y a la que añoro tanto…
Hace más de un año que no publicaba un relato aquí, y por fin me he animado a volver a esta página a la que tengo tanto cariño.
Nos seguimos leyendo. Un saludo.
Esa mezcla rara entre belleza y tristeza es la que me transmite tu Cuento de invierno, SARA. Me encanta el nombre Lalou, tan francés, y las distantes gárgolas del cementerio y más aún la bondad y calidez del viejo Julien Baptiste, que ahora seguro que tiene un ángel canino que lo guarda y protege.
Qué gusto volverte a leer por aquí.
Cariños,
Mariángeles
Texto hermoso y perfecto retrato de la fidelidad canina.
Aunque creo que hemos tenido la suerte de disfrutar de tu arte gráfico, llevaba mucho tiempo sin leerte y me alegro de volver a hacerlo, Sara, con esta historia de fidelidad más allá de la muerte. Un perro que no se resiste a vivir sin su amo. A éste debe sucederle algo parecido, pues conmovido y agradecido aparece como fantasma para invitarle a que sigan juntos en otra dimensión. En este caso, la muerte, que tan negativa nos parece siempre, es un buen sueño que, por fortuna y expreso deseo de las partes, no se disipa.
Un abrazo y suerte, Sara
Muy buen cuento esta especie de vendedora de cerillas perruno. Invernal, triste, evocador, colorista y eficaz. Guau.
Inconfundibles tus letras, llenas de ternura y belleza, de sentimiento y mensaje.
Como inconfundibles son tus ilustraciones.
Te tengo presente cada día en casa, en mi mesilla de noche. Tu precioso dibujo para «nuestra» portada me encanta.
Un abrazoooo grande, Sara.
Me ha gustado mucho especialmente el cierre y como poco a poco nos vas acurrucando a él a través de lo que vas explicando. Suerte !!
A mi me ha gustado el tono y la cuidada redacción, que va a cercando a los dos protagonistas. Enhorabuena y suerte
Qué bueno verte de nuevo por aquí, Sara. Tu historia me ha recordado al perrito famoso de Edimburgo aunque éste vivió muchos años cuidado por los vecinos del cementerio.
Un cuento muy conmovedor.
Da gusto leer este cuento de invierno. Julien Baptiste, quizás por el viejo detective?
Felicidades en este Año 2017.
Vaya, pues no. Junté dos nombre franceses que me gustaban y ya… Difícil encontrar nombres para personajes sin que luego vayas a internet y te los encuentres allí, vivitos y coleando con su foto o perfil de facebook, famosos por algo que han hecho, o, como es este el caso, por ser personajes en otras historias.
Un saludo.
Que triste lo que nos cuentas , pero de una forma maravillosa. Da la impresión de que somos nostros los que estamos en lo alto de esa torre viviendo y sufriendo las amorosas accciones Lalou. Al menos, parece que el frío y la pena fueron los cauces para llevarlo, de nuevo, con su amo. Suerte, Sara, y suerte.
Sara,nos llevas con habilidad a conectar con los sentimientos del animal. Suerte y saludos. feliz 2017
¡Muchas gracias por vuestros comentarios!
Saludos.
Que bueno volver a leerte Sara, más aun con una historia tan plena y sentimental. «Nunca te abandonaré». Y cumplió…