Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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47. EL TREN DEL DESTINO (A. BARCELÓ)

Cuando entró en el compartimento, un hombre y una mujer ocupaban los dos asientos contiguos de la derecha. Saludó cortésmente, colocó el equipaje en su lugar y se acomodó en su plaza, justo enfrente de ellos. La señora le observaba con silencioso asombro, el mismo que mostraron sus ojos al cruzarse con los de ella.

El caballero sentado junto a la dama resultó ser un representante de perfumes que no paró de hablar ni un momento durante todo el viaje y que cuando llegó a su estación de destino recogió sus maletas, regaló una muestra de perfume a la señora, se despidió de ambos y se apeó del tren.

Salvo los saludos, no se habían dirigido la palabra, habían estado observándose discretamente, fingiendo atender a la cháchara del viajante. Al quedarse solos, él ocupó el asiento libre a su lado y la rodeó con su brazo mientras ella se acurrucaba sobre su pecho. Todo ocurrió en silencio, con absoluta naturalidad: como si llevasen juntos los últimos cuarenta años, como si no les hubiesen obligado a separarse y construir una vida sin el otro; como si no necesitaran contarse nada para saber lo que vendría después de aquel inesperado reencuentro.

5 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Un trío de personajes de lo más peculiar. El representante ha de ser un buen profesional, orador magistral por naturaleza y por vocación, alguien acostumbrado a protagonizar monólogos mientras su auditorio se limita a escuchar. El hombre y la mujer asisten impasibles a su charla, no les importa esperar un poco más antes de quedarse a solas, después de cuarenta años separados, eso apenas importa. Sobran las palabras entre ellos porque todo está dicho y escrito de antemano. Las circunstancias les separaron pero en su interior nunca lo estuvieron, ahora van a materializar ese acercamiento desde el punto de vista físico, a aprovechar su «inesperado reencuentro». Esta vez no perderán el tren.
    Un relato sobre el destino, siempre caprichoso en sus caminos.
    Un abrazo y suerte, tocayo.

  2. Barceló Martínez

    Hola Tocayo. Una vez más, tu disección del relato es más que acertada. Solo una puntualización: es cierto que vendedor debe ser buen orador y dotar a su discurso de argumentos de peso, pero te garantizo por experiencia propia, que la escucha activa es mucho mejor arma para la venta que la verborrea.
    Muchas gracias por tus siempre valiosos comentarios, querido Ángel. Un abrazo.

  3. Así me gustan a mí las cosas, Barceló, espontaneidad por encima de todo.
    Es curioso, he leido los micros y muchos de ellos relatan la historia como si esas personas fueran de la tercera edad, yo, por más que miro la foto, los veo jóvenes, que no adolescentes.
    Tengo el convencimiento de que el amor rejuvenece y tu historia es de amor a primera vista.
    Muy bonita. Menos mal que el señor de los perfumes tenía que bajar antes…o…¿ sería Cupido y sus flechas el aroma de los perfumes?
    Dímelo tú.
    Felíz y venturosa tarde.

  4. Barceló Martínez

    Hola Mercedes, muchas gracias por tu comentario. Perdona por no haberte contestado antes, ando bastante liado y no puedo pasearme tanto como quisiera por estas páginas que tanto me gustan.
    Explicarte que quería establecer cierto paralelismo entre los personajes y el papel físico que ocupan en la historia. En primer lugar, el representante de perfumes (los aromas siempre evocan recuerdos) ocupa el lugar junto a ella, a pesar de que los asientos de enfrente están vacíos, alguien que ocupa un lugar que debería haber ocupado él. La pareja reencontrada se observa sin decirse nada mientras el señor de los perfumes no para de hablar. Hay una constante en la historia: alguien que les interrumpe y les separa, pero ellos tienen una paciencia infinita, estoica, porque sienten que han estado juntos siempre, lo único que les ha separado han sido circunstancias, por eso no hay prisa, aunque debería haber una ansiedad tremenda por abrazarse y sentirse físicamente, por eso no necesitan hablar, porque es como si lo hubieran hecho hace cinco minutos. Es lo que trataba de reflejar, espero haberlo conseguido.
    Un fuerte abrazo, Mercedes.

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