62. Expreso de ida y vuelta
Un tren sale a las 6:30 de la mañana de Madrid, destino París, y transporta a dos amantes convencionales. Tras un café en el coche restaurante, el viajero y la camarera se casan en primera clase y deciden que, antes de la próxima escala, engendrarán un hijo. El bebé crece a velocidad uniformemente acelerada, consentido por todos, incluido el revisor. Atravesando la frontera, se culpan por mimar tanto a un adolescente que se asoma por las ventanas. En territorio francés, el joven, se emancipa en un vagón de clase turista repleto de muchachas. La pareja, agobiada por el recorrido de un túnel de reproches, decide separarse justo antes de llegar a París. Él argumenta que son las 23:00 horas, que necesita tiempo para reflexionar. Ella contempla retomar su relación encubierta con el revisor. En la cafetería del coche restaurante, el treintañero no le quita ojo a la nueva camarera y solo puede pensar en no perder el tren, en invitar a la joven a un café en el trayecto de vuelta.
Muy original esta trayectoria vital de una pareja y su hijo, de una familia en suma, con sus puntos culminantes, a lo largo de un viaje en tren en el que todo sucede, que para eso es algo más que un medio de transporte y parece tener algo de mágico.
Igual que el paisaje que se aprecia a través de la ventanilla discurre veloz ¿por qué no habrían de hacerlo unas existencias. No soy entendido, pero algo de esto planteó como posible Einstein en su Teoría de la Relatividad, mucho más compleja y árida, seguro, que este relato lleno de fantasía y creatividad, en el que, como dice el título, todo tiene una ida y una vuelta y un volver a empezar, con nuevos pasajeros
Un abrazo, Antonio. Suerte.
Muchas gracias, Ángel, por pasarte por aquí y enriquecer con tu buen juicio el microrrelato.
En efecto, parece que la percepción del tiempo juega con nosotros y al mismo tiempo nos iguala, y hace de nuestras vidas algo cíclico. Probablemente, Einstein sabría explicarlo mejor…
En todo caso, espero que nos veamos de nuevo pronto. Un abrazo muy fuerte, Ángel.
Fantástico relato, Antonio, original y creativo, cíclico como esos viajes de ida y vuelta, con el toque mágico que le da la doble velocidad del tiempo, la del tren que avanza con su parsimonia, y la de la vida de los amantes y su bucle sin fin, condensada en apenas 200 palabras. Mi más sincera enhorabuena. Un abrazo.
Gracias, Antonio, por expresarme tus sensaciones ante este juego en forma de relato, que yo considero más un ejercicio literario que otra cosa. Un abrazo para ti también, y muchas gracias de nuevo.
Me ha gustado esta vida acelerada que nos describes. Si miramos las vivencias quitando zoom, un gran angular nos dibujaría unos cuantos patrones distintos que se van repitiendo. (Menos mal que tenemos un teleobjetivo para disfrutar de los detalles de cada uno!)
Me gustó la forma de contarlo.
Saludos!
Carme.
Gracias, Carme, por tu observación y comentario. En el fondo, como bien dices, son patrones de comportamiento que nos unen como seres. Un cordial saludo.
Me encanta tu propuesta.
Suerte!
Gracias, Yolanda. Veremos donde para este tren…Enhorabuena a ti también por ese REC, tan complicado siempre. Un abrazo.
Muy imaginativo.
me gustó
Manuela
Gracias, Manuela, por tu atención para escribir tu opinión. Un cordial saludo.
Muy original tu relato. Toda una existencia convertida en viaje de ida y vuelta. Me ha gustado. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Gracias, Nani, por tu comentario y por tu atención para pasarte por aquí. Un abrazo.
Me gusta, dinámico y ameno recorrido al ritmo del tren.
Abrazos otoñales.
Gracias, María. Me ha salido un tren «Sísifo». Otro abrazo para ti también.