63. Extraños en un tren (Eduardo Solana Hernández)
Viajan solos, aunque les han correspondido asientos contiguos. Él empuja su bolso rojo y gastado hacia el fondo del portaequipajes y hace sitio para la maleta de ella, que se lo agradece con una sonrisa. No hablan en sus asientos, pero por casualidad vuelven a coincidir más tarde en el vagón cafetería y sonríen. Él insiste en invitarla a un café, ella lo acepta. Charlan. Descubren que su estación de destino es la misma. Vuelven a sus asientos (ahora el compartimento ha quedado vacío para ellos dos) y hablan de la ciudad a la que se dirigen, del futuro que esperan, nunca de lo que dejan atrás. Hay miradas sostenidas entre ellos, hay un roce de las manos, hay un gesto de asentimiento casi imperceptible y luego los labios que se juntan.
Así los encuentran los policías que, minutos más tarde, irrumpen en el compartimento sin llamar. A ellos dos el sobresalto les hace abrazarse más estrechamente. Los agentes murmuran una excusa antes de cerrar la puerta y continuar buscando al criminal por todo el tren. La descripción es demasiado vaga: viaja solo, con un bolso rojo muy gastado, y es capaz de cualquier cosa.
Me metí en el vagón con eso dos extraños. Me engatusó también.
suerte
sonrisas y flores
Manuela
Muy buen final. Me ha gustado como lo has llevado. Suerte.
Besicos muchos.
Giro final, inesperado para mí que (no me digas por qué) por un momento me vi en los inicios de la Alemania nazi.
jeje
Mu gusta más tu versión, que conste.
Estupuendo micro.
Dan miedo los extraños en un tren. Buen micro.
Feliz otoño.