32. La hucha de Domingo (Asun Buendía)
Enero en Madrid era helador. La portería estaba en un semisótano, que por el lado de atrás daba al patio de luces. ¿De luces? nunca entendió que se llamara así, todo era gris en esa casa y en su vida, desde que acabó la guerra.
Domingo ya tardaba. Esperaba no tener que salir a buscarle a “los caracoles”.
Demonio de hombre. Había trabajado tres días esa semana en una obra de la calle Ave María. Ella se enteró por la Manuela, la portera de la calle de la Fé. Así que ahora estaría gastándose las pocas pesetas en vinos y caracoles.
Se sentó mirando al aparador. Reparó en el libro: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, ¿a quién le interesaba? Un papel se escurrió de entre sus páginas, un billete de cinco pesetas y otro y otro. El bueno de Domingo, “¿así que esta es tu hucha?”
Se echó la toquilla por los hombros y se fue a la plaza y según llegaba pensó “¡qué diantres! nada de morcillo, compraré una col y patatas. Mejor me paso por donde Maruja y me merco aquellas medias y un pañuelo nuevo pa la cabeza y un jabón de olor, y…”
Un relato con aliento a posguerra, en el que la necesidad reinante hace que la prioridad sea la supervivencia, como mucho una escapada al bar, donde un trozo de jabón es un lujo. Queda la incógnita de saber por qué utilizaba un libro como hucha y para qué tenía destinado el dinero aquel hombre.
Una historia que bien podía habérnosla contado la madre o la abuela de muchos de los que pasamos por aquí.
Suerte y un saludo.
Así es sabor a postguerra, es un pequeño homenaje a mi padrino, mi tío Crisanto, al que conocí poco por que ya era mayor cuando me bautizaron y murió. Pero su mujer, la tía, contaba cosas así, entre tristes y cómicas.
Besos
Muy acertada la caracterización de lugares y personajes. Yo de la mujer los habría ido sisando poco a poco. Así el caracolero del marido no se percata y ella va haciendo hasta que se descubra el pastel. Mucha suerte 🙂
Juan Antonio transcurre en Lavapiés, barrio emblemático de Madrid, que ahora es famoso por el crisol de gentes que lo habitan, pero antes era castizo total.
Y realmente antes de ajustarlo a las 200 palabras, ella iba cogiendo un billete solo para que no se notara.
Besos
Hermoso y cosrumbrista relato madrileño.
Por cierto,ignoraba tu faceta ilustradora q me ha sorprendido muy gratamente.Tienes tu estilo y es muy expresivo.
Besinos Asun
Hola Bluess, si que me gusta pintar, pero esta ilustración ha sido algo especial, y estoy muy contenta por las felicitacioens que estoy recibiendo.
El relato, es una parte de nuestra vida, la de nuestra España, en los años 40 y 50.
Besos.
Asun, fiel reflejo de las necesidades de la posguerra , por supuesto alimento, pero hay otras pequeñas cosas que alimentan el espíritu. Muy bueno. Abrazos.
Salvador en esa época había pocos, o ningún capricho que darse. Y las mujeres siempre eran las últimas en pensar en ellas. Los hombres tenían las tabernas, los vinos, las partidas, pero las mujeres solo tenían el peso de sacar adelante familias.
Por eso mi protagonista se dio esos caprichos.
Saludos.
Pues si las mujeres sufrieron las carencias casi más que los hombres, ya que ellas tenían que sacar el hogar adelante, y ellos muchas veces se bebían lo ganado antes de llegar a casa.
Me alegro de que te guste la ilustración, estoy muy contenta por ello.
Besos
Mª Asunción, estoy de acuerdo contigo en este comentario que le haces a Salvador; por ahí iba el mio y te has adelantado. Has sabido contarnos la penuria de esa epoca. Suerte y saludos
Gracias Calamanda, es un pasado reciente, pero a la vez parece muy lejano.
Besitos
Esos años, por lo que he leído, fueron duros para muchos lugares, no sólo España, y los hombres desatendían sus hogares y se gastaban lo poco que ganaban en juegos y bebidas. Las mujeres tenían que llevar el hogar con lo poco que el marido proveía. En este relato se retrata muy bien esta situación y la protagonista hace muy bien en darse esos pequeños gustos. Buen relato de época, bien contado. Suerte.
Saludos.
Seguro que fue duro en casi todo el mundo, pero España salía de una guerra y todo era, como en mi relato, gris.
Poco a poco nos hemos sacudid aquellas sensaciones.
Un abrazo, Beto.
Un relato con tintes de realidad en cada renglón. Muchos Domingos, quizá demasiados, pueblan la intrahistoria de muchas familias. Has elegido una hucha especial! pero mi parte favorita es el final, esa mujer pensando en el jabón de olor…
Un abrazo Asun, y mucha suerte.
Así es Paloma, es la historia de nuestra España. Y como tu dices lo mejor es esas compras que esta mujer proyecta. Ojalá las llegase a hacer, que seguro que en el camino va cambiando de opinión en favor de algo más imprescindible.
Besos
Me gusta ese final, si señor, hasta jabón de olor… que seguro se merecía.
Tu micro huele a una España de hambre y necesidades, bien narrado.
Un abrazo.
Así es Rosy es nuestro pasado, cuando casi todo era un lujo fuera del alcance.
Creo que siempre hay que recordar de donde venimos y lo que hemos pasado.
Besos
¿Quién dijo que un microrrelato no puede ser todo un documental? Lo has demostrado enseñándonos una situación cotidiana de la posguerra con mucho quilates de calidad. Enhorabuena. Asun.
Gracias Lorenzo,ciertamente es una escena que a raíz de lo que hemos escuchado, yo he imaginado así.
Sobre la calidad, pues me alegro de que te lo parezca.
Besos
Lo más raro es que el marido tuviera ahorros.
Pobre mujer, ni siquiera le decía que iba a trabajar, cómo para decir que iba al bar a gastarse los cuartos.
Buen relato y preciosa ilustración Un beso.
Gracias Virtudes, ahora vivimos tiempos difíciles pero estamos a años luz de aquello.
Está basado en hechos reales, historias que oía en mi familia y me parecía aburridas. Ahora las entiendo y veo que esas mujeres eran verdaderas heroínas.
Me alegro de que te guste la ilustración, ha sido un reto para mí y estoy muy contenta del resultado y de la acogida por vuestra parte.
Besos
Nostálgico, entrañable, nos transporta a un Madrid castizo. Me gusta la atmósfera que has creado. Muy bonito Asun. Un beso
Hola Concha, tu siendo madrileña, habrás oído historias parecidas. Muchas penurias y sobre todo para las mujeres.
Besitos
Bien reflejada esa época, has conseguido en unas cuantas pinceladas trnsportarme ahí. Y por cierto conocí a alguien que también tenía su hucha en ese libro.
Suerte
Besitos
Elysa, se ve que el Quijote da para mucho, hasta para ahorrar.
Un beso grande.
Muy bien, Asun. Lo que cuentas es como la vida misma (al menos así era antes). Se lee muy bien y dejas un buen sabor de boca. Suerte.
HOla ximens, así lo hemos escuchado a nuestros mayores, Madrid a pesar de ser la capital era pobre, pobre. (No hablemos de nuestro Vallecas)
Besos
Recuerdo a una portera y a su hija en las proximidades del ascensor. Las dos siempre silenciosas subían siempre negras desde la carbonera de un sótano al que nunca llegué a bajar. Al anarquista violador, padre de un hijo – o una hija- al jamás vio, casado a cambio de la recompensa de su propia vida con la sobrina de un obispo. La sangre guisada con cebolla, cuajada en cuarterones en recipientes de barro. Las cretas de gallina, gelatinosas. Los guardias vestidos de montero. Los silencios perpetuos. La leche americana en tetrabrick piramidal. Pirulo y sus tebeos. Los tanques destrozando los adoquines en el desfile de los victoriosos. Las señoras con sillas de mimbre.
Me has hecho recordar…respecto a la mujer de tu, excelente, relato: no creo que comparara nada para sí, no creo que se atreviera. Castigar a las mujeres también entonces era barato.
Daniel, casi has escrito un relato con tu comentario. Todas las situaciones que comentas son trocitos de historia. Como mi propio micro, que cuenta algo muy cotidiano de la posguerra.
Un abrazo.
Me ha encantado. Un bello homenaje a una generación sufrida, callada y abnegada, mucho más valiosa de lo que le dejaron demostrar. Ese lenguaje castizo, sencillo y claro, ayuda mucho a recrear un ambiente que transmite olor y sentimientos. Enhorabuena.
Gracias Fernando, estoy totalmente de acuerdo, esa generación supo luchar mucho y hacerse notar muy poco. Mi homenaje es para esas mujeres, aunque muchos hombres que no eran como este Domingo, destacaron por su abnegación y entrega.
Besos