112. La teoría del Iceberg (Juancho)
Southampton era una fiesta. Varias bandas de música amenizaban la espera hasta la hora de zarpar. Sonaron las sirenas y una serie de tracas y juegos pirotécnicos, costeados por la Corona, llenaron de luz y sonido una mañana más despejada de lo habitual. Ya en su camarote, se despidió de los mozos que le llevaron el equipaje, dejando un par de chelines en la palma de la mano de cada uno de ellos. Desenfundó su flamante Blickensderfer 5, colocó un desnudo papel en el carro y, seducido por el entorno marino en el que se encontraba, tecleó: «En ningún lugar está escrito que no se puedan encontrar dos islas a la deriva». No era un mal comienzo para romper el hielo, así que salió a conocer el barco. Se fijó por primera vez en el número de su camarote, el 115, al guardar la llave. No le decía nada, tal vez sirviera como título de alguna de sus futuras novelas. Entre timbas clandestinas y escaramuzas amorosas, tardó tres días en regresar al nido, dispuesto a descansar y a dedicarse a escribir en serio. Colocó el cartel «do not disturb» en la puerta y pensó que podría ser un bonito epitafio.
Creo que voy a tener el honor de abrir la veda de comentarios, como también me alegra haber coincidido este mes en el hecho de retratar a un escritor en plena faena en el Titanic, aunque el tuyo es más juerguista, como también más estiloso, con esa flamante Blickensderfer 5, tú sí que sabes.
El comienzo del texto, con esa posibilidad de encuentro entre islas a la deriva, deja entrever la actividad social de timbas clandestinas y escaramuzas amorosas en las que el protagonista va a estar ocupado. Fantástico ese «do not disturb» como epitafio y colofón, porque a los muertos no hay que molestarlos.
Muy buen texto, Juancho, que seguro que el jurado tendrá en consideración.
Suerte y un abrazo
El honor es siempre mío Ángel. Afrontar la historia desde el punto de vista de un escritor era una de las alternativas que me parecía más interesante. Al principio había pensado en salir del barco, pero resultaba demasiado tentador embarcarse en esta travesía condenada al fracaso. Tenía que colocar una máquina de escribir en nuestro camarote 115 y comprobando fechas,esta joya, la primero o una de las primeras máquinas portátiles que se comercializó, me venía al pelo. Las «islas a la deriva» pretenden hacer más referencia al transatlántico y al iceberg que al protagonista y, aprovechando que el Titanic pasaba por Terranova,un modesto homenaje al «creador» de la teoría del iceberg.
Gracias por la lectura, por la visita, por tus palabras y, sobre todo, por tu amabilidad, siempre desbordada e inmerecida.
Un fuerte abrazo.
Totalmente de acuerdo con el comentario de Ángel. Un relato, un retrato diría, lleno de detalles magistrales. Felicidades y gracias por compartirlo, Juancho.
Gracias Belén, por la lectura y por tus palabras. Creo que compartir es precisamente lo que da sentido a la escritura.
Besos.
Buen relato Juancho, me gusta ese final y el personaje escritor dejándose llevar por la vida y la muerte en el barco.
Abrazos y suerte
A merced de el oleaje del mar, del oleaje del destino.
Gracias Manuel, un fuerte abrazo.
Me adhiero a los comentarios de mis compis.
Gracias M Carmen, por la visita y por leer.
Un beso
¿El escritor se relata a si mismo?
Que buena descripción del personaje y el colofón del epitafio.
Un abrazo y suerte.
El escritor es una víctima del destino, pero el relato no pretende ser más que un pequeño homenaje a un gran vividor.
Un abrazo.
Muy bueno tu texto. Ves como si que se te ha ocurrido algo antes del cierre. Y con posibilidades de éxito. Tú si que sabes. Ah hemos coincidido en un Titánic plagado de timbas y seres un poco marginales. Un abrazo y mucha suerte. Gloria
La reunión me sirvió de inspiración, rodeado de tanto talento, a la fuerza algo tiene que pegarse, aunque me costó estár despierto hasta casi las cinco de la madrugada. Me alegro de la coincidencia, a ver si te encuentro y te leo.
Gracias por la lectura y por tus palabras Gloria.
Besos.
«No era un mal comienzo para romper el hielo. Do not disturb».
Me encantan estas frases como resumen de tu historia.
El Relato tiene varios guiños, aunque creos que algunos se aprecian mejor que otros.
Gracias por la lectura Isabel.
Besos.
Muy buen relato retratando al escritor con muy buenas frases.
Un saludo
Gracias Blanca, me alegro de que te haya gustado.
Besos.
Juancho, parece que presintio su final. Bien contado. suerte y saludos
Gracias Calamanda. Es verdad que parece intuir algo, y no le faltaba razón. Hasta pronto.
Besos.
Espléndido relato en el que veo a un escritor que me crea muchos interrogantes; por un lado habla de futuras novelas, por otro parece presagiar lo que se avecina, hablando incluso de epitafios. Felicidades, Juancho. Suerte y saludos.
Me hace muy feliz tu comentario Juana, puesto que si algo quería conseguir con este relato eran interrogantes. La historia esta meridianamente clara en mi cabeza, y por lo conocida que es la historia y algunas pistas con las que va abonada la narración, creo que las respuestas se pueden ir obteniendo sin demasiada dificultad.
Muchas gracias por tu lectura y por tus palabras.
Besos.
Esplendido relato en el que tu escritor, un poco vividorcillo, Va a encontrar el final de su historia en el comienzo que escribió.
Ese cartel en el pomo de su puerta es una imagen genial.
Un abrazo Juancho
De alguna manera todos somos unos vividores, es tan bonito vivir, vivir bien al menos, pero esto daría para muy profundas reflexiones. Muchas gracias por la lectura y por la visita Mª Belén.
Besos.
Buen relato. Felicidades.
Muchas gracias María, por la visita y por la lectura.
Besos.
Pues a mi me parece expléndido, compadre. Si fuese fakir te cedía mi cama para que descansases, yo me iría al sofá.
Abracísimos.
De sobra es conocida tu hospitalidad gallega. Te tomo la palabra para cuando mis pies tomen rumbo a esas tierras. Me conformo con una cama con colchón de muelles, de los que ya no quedan, y un rincón oscuro.
Abrazos mil, amigo.
Es magnífico el relato, Juacho, enhorabuena.
Gracias Lorenzo, me enteré gracias a ti, eres rápido en twitter, jejejej
Un abrazo.
Enhorabuena, Juancho. Sin duda un buen relato, simpático y muy bien escrito. Me gusta la historia que cuentas y la forma en la que justificas el 115.
Enhorabuena también a ti, Ximens, un gran micro, para un gran podio. Yo seguiré intentando entrar en ese libro. Me queda una bala, aunque lo bueno está en el camino, no hay que desdeñar la meta.
Un abrazo.
Un vividor puede morir como quiera.
Me gusta cómo has reflejado un espíritu, un enfoque de vida, ese sentimiento de mañana, de futuro… en la mente del lector, que sabe, sin embargo, que ese mañana no existe en el Titanic.
Un abrazoooo, Juancho.
Jajajaj, igual que uno de Bilbao, que puede nacer donde quiera. No, en serio, me gusta mucho tu interpretación Amparo. Cuando se plantea una historia tan conocida, el escritor cuenta con ventaja, y hay que intentar aprovecharla. Gracias por la lectura y por tus comentarios.
Besos.
Felicidades, Juancho! Ya estás en el libro con tu simpático relato de escritores que naufragan.
Genial Juancho, y una pregunta, ¿crees que cuando salió del camarote sabía que iba a estar tanto tiempo de fiesta o fue algo inesperado como el final de su viaje?
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