66. MIEDOS (Yolanda Nava)
Los que afirman haberla visto alguna vez, no dicen toda la verdad. Quienes describen que por pies tiene raíces y que en lugar de pelo le crecen hojas que verdean en primavera y caen en otoño, fabulan. Igual que aquellos que sentencian que tiene los ojos inflamados de fuego.
Los sonidos que estremecen al pueblo algunas noches no son aullidos de lobo sino lamentos que salen de su boca, dicen otros. Y todos culpan a sus supuestos poderes de la última sequía.
Las madres prohíben a sus hijos salir del pueblo y el alcalde está pensando en crear patrullas nocturnas para protegerse.
Ella se acerca a ellos con el sigilo de una víbora, sin ser vista. Observa fascinada a las mujeres cargando con sus crías, portando agua, amasando pan y cansancio en sus hornos, faenando en la tierra con alegría. Desea ser una de ellas, pero el miedo gana la batalla y la lleva de regreso al único lugar seguro que conoce, montaña arriba.
En ocasiones, achacamos las causas de nuestros miedos atávicos, sobre todo en lugares de convivencia cerrada, al singular, al diferente, que ya bastante tiene con serlo, aprisionado en ese entorno. Como tan bien nos muestras, casi siempre es el injustamente señalado el que sufre un temor imposible dde aplacar. Me ha gustado mucho. Enhorabuena. Suerte y saludos.
Sí, así es, en este caso el miedo es recíproco e injustificado para ambas partes.
Gracias por tu opinión, Jesús.
Todos piensan, comenzando por ella misma, que esta mujer tiene algo que hace que sea distinta, motivo por el que, muy a su pesar, vive aislada. Al mismo tiempo, la imaginación es libre y crea historias infundadas. Seguro que todas esas supuestas diferencias no se sostienen, que detrás de ellas no hay más que alguna circunstancia humana, aceptable y comprensible. La falta de comunicación lleva al desconocimiento, y de éste al miedo sólo hay un paso. A partir de ahí puede pasar cualquier cosa, y no precisamente buena. Una mujer rural que deja una estela inquietante y ganas de conocer todas las circunstancias.
Un abrazo grande y suerte. Yolanda
Otro abrazo para ti Ángel.
El miedo, ya se sabe, crece a poco que se le alimente. Y sí Ángel, la mujer es diferente por su aislamiento, ella es consciente y de ahí que no se decida a «ser una de ellas».
Su único problema es que es una forastera, de las que se murmura. En los sitios cerrados eso puede ser un problema, eso es muy de pueblo, una de las cosas malas que hay en ellos porque ha de haber algunas.
Lo siento por tu prota y por todos aquellos que no parecen tener ninguna intención de conocerla, seguro que algo se pierden.
Me gustó el micro, la verdad, felicidades y suerte
Muchas gracias Luisa. Sí, puede que en los pueblos por las pocas cosas que hay qué ver, haya más tendencia a murmurar y criticar, pero creo que ocurre en todas partes: en los barrios de las ciudades, en los portales de vecinos… Y a otras escalas, sólo hay que poner la tele y ver la cantidad de tele basura que pulula, a fin de cuentas ¿qué es eso? Más de lo mismo. Un beso.
Imágenes muy visuales, y un lenguaje cuidado y original.
Suerte, Yolanda
Gracias María Jesús.
Un abrazo.
Inquietante personaje Yolanda. Me recuerda a «la vieja del monte» con la que nos tuvieron asustados a los niños de mi pueblo. Nadie la vio jamas pero los castigos siempre venían de ella y las amenazas de si se entera la vieja del monte… aún suenan en mi cabeza.
Bonita imagen la de esa mujer con caracteristicas de la propia tierra, viviendo en soledad y deseando ser una ama de casa cualquiera.
Me gusta Yolanda. Besazo
Pudiera ser Laly, el subconsciente es un misterio y ahora que lo dices puede que el poso de la historia que me contasteis diera lugar a esta; ahora que lo mencionas y aunque no lo tenía en mente cuando lo escribí, puede ser. De cualquier modo, la vuestra, por real, es más emocionante.
Un beso guapa.
Me gusta leer tus relatos porque siempre son pequeños regalos. Hoy, no. No ha sido un pequeño sino un gran regalo. Grandote.
Un abrazo.
Paloma
Tu visita si que es grande, campeona.
Me alegro de que te haya gustado.
Abrazo va.
Soy bastante malo para adivinar el verdadero sentido de estas historias fantasiosas. Ella, quién sea, desearía conocer a las mujeres más a fondo. Las observa fascinada, desea ser una de ellas. Pero no se atreve. A partir de ahí, en el pueblo la demonizan e inventan historias sobre ella, incluso que tiene poderes. Cosa bastante normal antiguamente en los pueblos. ¿Simplemente, reflexionas sobre el miedo del ser humano a todo lo desconocido? Desde luego lo que consigue (consigues), es hacernos cavilar, que no es poco.
Suerte, Yolanda.
Hola José Luis, te entiendo porque a mí también me cuesta pillar algunos relatos de este tipo.
En este caso he querido mostar lo injustificado de muchos de nuestros miedos, la mayoría de las veces los creamos nosotros mismos y, que a veces «lo temido» está (como ocurre en esta historia) temiéndonos a nosotros.
El resto, si la mujer es una bruja, si fue abandonada, si es una loca… prefiero dejarlo al lector.
Muchas gracias por acercarte a mis letras y comentar. Saludos.
Permíteme, Yolanda, tirar un pelín más del hilo. Quiero decir del hilo de tu argumentación. ¿Crees, de verdad, que hoy en día la mayoría de los miedos están injustificados? ¿Crees que, cuando sales de casa, será invención tuya que el vecino esté mirando tras los visillos? ¿O que si te sacan una foto en la playa, no vaya a aparecer luego en Internet? ¿O que si tu hija de trece años tarda una hora más en llegar a casa, no haya podido ser…? Es verdad que hay que combatirlos y no amedrentarse y quedarse en casa. Los psicólogos hablan de la necesidad del miedo. Nos provee, según ellos, de la tensión necesaria, que de otro modo, nos dejaría inermes ante ciertas situaciones. En fin, aquí habría material para rato. Como te decía en mi primer comentario, ese puede ser el gran valor de tu relato. Nos hace reflexionar.
Un saludo y suerte, Yolanda.
Ahora me dejas tú a mí pensando… Sí las situaciones de las que tú hablan dan miedo desde luego. Yo he querido mostrar otras, más infundadas, fruto de aquello que, por desconocimiento, ignorancia e incluso aburrimiento tendemos a demonizar.
En cualquier caso, el miedo, en su justa medida, puede ser positivo y necesario.
Feliz domingo.
Muchas gracias Ana.
Interesante tu reflexión sobre la soledad, por desgracia tienes razón, el mundo va ganando en muchas cosas, avanzando y progresando, pero a la vez hay otras que se descuidan.
Un beso.
Siempre se ha dicho que el miedo es muy cobarde, solo hay que mirarlo a los ojos.
Tu protagonista se encierra en ese miedo a ser igual, aunque su deseo sea serlo. Fabulan sobre ella y su misterio, sobre su apariencia, casi parece una leyenda en el pueblo.
Fantástica manera de escribir siempre Yolanda, nos acercas a tus historias y nos haces participes en ellas.
Un beso grande bonita.
Gracias a ti Belén, siempre cariñosa y amable con todos.
Un beso.
Un relato con cierto aire misterioso muy bien narrado. Tu solitaria y huidiza protagonista teme ser rechazada por la comunidad, y esta, ante lo desconocido, inventa temibles historias, en definitiva, sin ser conscientes de ello, cada uno alimenta los miedos del otro. Me ha gustado la historia, Yolanda. Un beso.
Gracias por tu visita Inma, me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
Hola, Yolanda.
Otra de las torres, cumbres, baluarte tú del microcuento en español. Tu texto: El título en plural anticipa que vamos a encontrarnos con dos miedos. Y así sucede en el transcurso de la peripecia del relato. Hay un miedo recíproco entre los lugareños y ese ser, una mujer, con poderes digamos sobrenaturales que se le suponen solamente, que son en verdad inventados. Qué fácil y qué común resulta colgar a alguien el sambenito de diferente para tapar las deficiencias propias (Unirse contra alguien une más que ninguna otra cosa). Y cuán duro debe resultar vivir a cuestas con el lastre. Tenerla presente, tenerle miedo a esta mujer y protegerse de ella redime a los pueblerinos. El personaje protagonista lucha a su manera, quiere, desea ser como esas mujeres del pueblo y se emociona al verlas, sin que la vean, desenvolver sus vidas, sus tareas, sus afanes; pero no se atreve a mezclarse con ellas, con ellos y el temor de todos la relega a su lugar, lejos de la integración la instala, montaña arriba, en la alta cumbre del miedo, del miedo a los otros y en la umbrosa y terrible soledad. Una joya más para el escaparate de tu joyería. Un beso.
Hola Martín, muy agradecida por tu comentario y el minucioso y acertado análisis que le has dedicado.
Un abrazo fuerte.
Todo dicho, Yolanda. El relato me encanta, tan bien contados esos miedos que muchas veces salen de la nada.
Felicidades enredadas en abrazos.
Muchas gracias María. Me alegra que te guste.
Un abrazo.
Hermosa historia en la que nos muestras, que los miedos pueden con todo por desgracia. Felicidades y mucha suerte Yolanda.
Besicos muchos.
Gracias Nani.
Un beso.
La historia que nos cuentas, con tintes fantásticos, es tan intensa como la que subyace. Me encantan este tipo de micros y tú los bordas.
Suerte y abrazos,
Anna, gracias por leerme y dejar tu opinión.
Un beso.