67. Próxima parada, la vida (Asunción Buendía)
Declinaba la tarde y el tapiz que creaba en la ventanilla el bosque interminable contribuía a tamizar la poca luz que restaba del día. Sara se hundió un poco más en el hueco seguro que le ofrecía el abrazo de su compañero. No quería pensar, no recordar, no sentir, no saber nada más. Él dormía por fin tranquilo, se lo decía su respiración acompasada, interrumpida tan solo por algún breve respingo que le hacía dar el traqueteo del tren. Por primera vez en su vida quería que el tiempo se detuviera. Vivir eternamente ese momento, en tierra de nadie, cuando se ha salido de una estación y no se ha llegado aún a la siguiente. Quizá lo mejor esté siempre por vivir, pero ella lo dudaba, en Treblinka había aprendido que no debía esperar más allá de la siguiente respiración y cuántas veces había deseado que cada inhalación de aire fuera la última. Sin embargo siguió adelante y ahora se alejaba de allí como llegó, en un tren. Próxima parada, la vida.
Vaya Asución. Hemos coincidido en temática aunque de distinta manera narrada. Me ha gustado mucho tu relato. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Hola Nani pues voy a leer el tuyo, seguro que me va a encantar.
En cuanto vi la imagen, una pareja mayor, tan compenetrada en un instante tan íntimo, me sugirió inmediatamente que habrían tenido una vida muy difícil.
Un beso geande
Un viaje en tren les llevó al averno. Otro viaje, de regreso, les devuelve a la vida, como bien indica el título. Pasar del sufrimiento total a un camino de esperanza debe de ser una sensación difícil de expresar con palabras, tú lo has hecho bien con las tuyas, poniéndote en la piel de esta pareja de supervivientes.
Un abrazo y suerte, Asunción
Gracias Ángel por pasar a leer, eres además de un gran escritor, la persona más generosa y el mejor compañero imaginable en esto de la escritura.
Esta imagen me transportó inmediatamente a esa época en la que el mundo se volvió loco y solo unos pocos lograron sobrevivir.
Un abrazo, querido compañero.
Asunción, la esperanza da fuerza y vida a tu relato. Suerte y saludos
Mucahs gracias Calamanda por leer y comentar. Un abrazo
Me gusta cómo resaltas esa capacidad de resiliencia que tiene el ser humano. Mucha suerte, Asun.
Muchas gracias Elisa por tu comentario y totalmente de acuerdo, el ser humano siempre nos sorprende. Un abrazo