90. Tirar de la palanca en caso de emergencia
Estás cansada y sientes frío, aunque él te abrace. En los vagones de primera la temperatura siempre es demasiado baja. Apoyas la cabeza en su hombro y cierras los ojos, intentando distinguir el imperceptible traqueteo del tren. Tendrías que dormirte pero no lo consigues. Hace tanto que viajas en una duermevela constante que ya no sabes si esta era la vida que habías soñado o si todavía sigues soñando. A veces, abres los ojos y la velocidad de los árboles te asusta. Te gustaría levantarte y tirar de la palanca, que el tren y los árboles frenasen de golpe, que las nubes y las personas se detuviesen, para bajarte en medio de la nada, para caminar descalza y volver a sentir el cosquilleo de la hierba en las plantas de los pies, el sol ruborizarte las mejillas; pero no te atreves, llevas tanto tiempo subida a su tren de vida que ya no te atreves. Y te dejas llevar por ese traqueteo imperceptible, mientras te haces la dormida y te abrazas a él, intentando combatir ese frío que llena los vagones de primera, donde el aire acondicionado siempre está demasiado alto.
Tu protagonista quisiera romper con todo y volver a ser ella misma, pero eso supondría quebrar el espacio de confort en el que se encuentra, aunque esté dominado por la frialdad. Lo contrario sería empezar de nuevo, tal vez volver al punto de partida, reconocer que se ha equivocado. La inercia y la comodidad vuelven inmóviles a las personas. Tal vez la próxima vez que lo piense reunirá el valor suficiente parar tirar de ese freno de mano.
Original y, como no puede ser de otra forma, muy bien contado.
Un abrazo, Ernesto
Me ha llegado ese frío. Muy adentro. Suerte Ernesto
Ernesto, que bien lo cuentas; la esperanza de cambio está ahí. Suerte y saludos
Metáfora de una vida… demasiado frío, a pesar de ser vivida en compañía; lo que la hace más triste.
Muy bueno