01. DESLUMBRADOS
La erupción ininterrumpida del Hulubelu en los últimos días había convertido el suceso en un espectáculo grandioso que atrajo la navegación cercana de los cruceros que atravesaban el Pacífico. La fumarola y la luminosidad de su ignición eran tan espléndidos que horas después, en la bahía de la isla más cercana al cráter, habían fondeado varios trasatlánticos con miles de turistas. El escenario era perfecto, y en todos los buques se proponían veladas con el privilegiado acontecimiento de fondo: las fantasías pirotécnicas en la proa del Princess Victoria, conciertos intimistas con el fulgor del magma en el Ivernia, acróbatas y malabares de fuego en el café de la cubierta del Vulcania, coreografías con antorchas bajo las estrellas de la inmensa terraza del Nieuw Amsterdam…
A las pocas horas, finalizada la fase de actividad volcánica más intensa, cuando las últimas estelas de los buques se perdían en el horizonte, otra vez se frustraban las exiguas esperanzas de los habitantes de la isla que, un día más, desde la playa cercana, seguían gritando y haciendo señales para que los rescatasen.
Un volcán en erupción, en directo y a una distancia prudencial, es un espectáculo de intensa belleza, otra cosa es el peligro de la cercanía. En este mundo consumista e insolidario no extraña nada que se organicen cruceros, para quien se lo pueda permitir, con todas las comodidades, para asistir a todo tipo de espectáculos. Tampoco extraña que nadie se ocupe de los desfavorecidos o damnificados, o solo lo justo en el mejor de los casos.
Un relato en el que el contraste más extremo convive como si fuese normal lo que no lo es.
Un abrazo, Juan.
Muy bueno, Juan
¡Abrazo!
Una buena historia para demostrar que el turismo desmesurado y descontrolado trae funestas consecuencias.
Me ha gustado.
Me ha gustado mucho, refleja muy bien cómo funciona la sociedad actual: lo que cuenta es el brillo, la apariencia y el boato, ignorando lo realmente importante.
Enhorabuena!
Por desgracia me resulta taaan real, que duele.
Fantástico.
Es tan real que da escalofríos. Todo por una foto, un espectáculo way que, aunque peligroso y con consecuencias fatales para muchas personas, vende. Puede ser bello ese caos, ya lo creo…, pero la frivolidad del ser humano no tiene límites.
¡Bien reflejado, Jams!
Una humanidad, la del siglo XXI, que ha transformado su entorno en un parque temático donde sus propios semejantes son mero decorado.
Un relato cruel digno del mismísimo L’Isle Adam.
El caos como espectáculo, como detonante de nuestra propia naturaleza oscura, inhumana, de nuestra cara más B. Buen texto JAMS, en el que todos podemos reconocernos a ambos lados de la historia. Un abrazo grande.