01. MANCHITA, LA ARDILLA
Nos detenemos en una calle con árboles en las aceras. Mi nueva mamá -no recuerdo su nombre, Alicia o Amelia, creo- me dice que hemos llegado. Antonio, que ahora será mi papá, me coge la mano y me pide que cierre los ojos como si fuera un “juego de sorpresas”. Cruzamos un jardín. Subimos unos escalones. Avanzamos por un pasillo largo y, al fin, entramos en mi habitación. Papá me suelta la mano y me dice que ya puedo abrir los ojos. Es preciosa. Colores luminosos y dibujos en las paredes. Hay una jirafa de peluche junto a la cama, una mesa fucsia con un bloc nuevo y cajas de pinturas, y una lámpara que llena de estrellitas el techo cuando es de noche. Pero si pienso en la oscuridad, sé que la echaré de menos. Con su cabecita graciosa como la de cualquier ardilla, su cola larga, sus manitas, y esa agilidad juguetona para esconderse cuando encendían la luz. Aunque para los demás niños solo fuese otra mancha más de humedad en el muro.
Un canto a la imaginación y a la inocencia.
Cuando no se tiene nada, incluso cuando se mejora, los mínimos detalles que han formado parte de una vida sencilla pueden ser un motivo que merece recordarse, aunque no sea más que una mancha en la pared.
Esta niña promete y este relato es encantador, como poco.
Gracias por tanto, Juan, una vez más.
Ay que bonito, no digo más porque ya lo hace de maravilla Ángel.
Un sueño de niño que embelesa.Gracias Juan por tanto.
Cuando no se tiene nada, la inocencia arropada por la imaginación, puede crear anclas emocionales. Un relato entrañable. Enhorabuena, Jams, un abrazo y feliz año.
La niña del micro ha sido adoptada y se le ofrecen cosas que nunca ha tenido: una jirafa de peluche, un escritorio rosa, un cuarto de ensueño… Quizás sus nuevos padres piensen, en una especie de pensamiento mágico, que la vida de la niña empieza ahora, que puede hacer borrón y cuenta nueva, pero ella, narradora de esta historia, sabe que hay cosas que no quiere, que no quiso dejar atrás: Manchita, con su cabecita graciosa y su cola larga, era una ardilla, su ardilla: así para los otros niños fuera una mancha de humedad en el muro, era una amiga, su amiga…
Salvando las distancias, la historia me conmovió y me recordó a Papaíto Piernas Largas…
Un placer leerte, JAMS.
Cariños,
Mariángeles
Un relato genial. Es curiosa esa ausencia de adjetivos hasta que llega la ardillita. Aplausos.
Un relato genial. Es curiosa esa ausencia de adjetivos hasta que llega la ardillita. Aplausos.
Ternura y delicadeza envuelta en nostalgia infantil. Un regalo para el corazón.
¡Qué imaginación!, cómo de una mancha de moho, te salen tantos kilos de ternura.
Un beso grande.
Sensibilidad y sutileza, dos cosas imprescindibles para sacar una historia tan bonita de un detalle tan pequeño. Enhorabuena, Jams.