04. La transfusión (Eva García)
Mala suerte el accidente: la máquina hambrienta, su concentración nublada por la nostalgia y la emoción a tan pocas semanas de regresar a su patria. Demasiados años allí soportando teorías sobre el poder, la pureza, el orgullo de la sangre. Sobre la raza.
Aprieta los párpados en un intento de contener la insufrible cadencia de sus lágrimas al compás del gotero y se ve a sí mismo en una loca imagen de transformación: su ondulado pelo negro volviéndose lacio y rubio, sus ojos castaños aguándose en un azul frío, su piel tostada tornándose lechosa.
No ve en los tubos que cruzan su antebrazo la generosidad del que le ha regalado vida: sólo aquel líquido denso y granate violando sus venas.
Respira hondo. Debe reencontrarse, despojarse de la costra que ha sido su máscara para sobrevivir, renunciar al odio absurdo. Él no era así. Aguantará hasta volver, besar su tierra, ver a los suyos.
Mira el codo huérfano. Se rebela ante la idea de que el miembro cercenado quede atrás con aquellos que despreciaron tantas veces su saludo, su caricia, su palma tendida, sus dedos hábiles.
Suspira. El goteo continúa, lento, viscoso. Quizá sea la compensación que exige el universo.
Hábilmente, pones ante nuestros ojos esa pugna entre el desprecio y el agradecimiento de un hombre, aparentemente, curtido por el trabajo y la vida. Me haces evocar a esos paisanos que, en los sesenta y setenta, se marchaban a algunos países de la Europa desarrollada con la intención de ganar dinero para sus familias, pero, en demasiadas ocasiones, a costa de ser ninguneados, incluso en su tierra. Suerte, Eva. saludos.
Gracias Jesús. En mi cabeza también estaba un emigrante latino en un país europeo desarrollado, aunque he de confesar que la primera idea que tuve era justo al revés, la sangre de un ‘sureño’ ayudando a un ‘norteño’. De ahí surgió la pugna en el personaje también… Un saludo.
Terrible desgracia el tener un accidente, justo cuando el emigrante pensaba regresar a su amada tierra. En el hospital, tu protanista tiene tiempo para la reflexión, para los sentimientos encontrados… ¡Te felicito, Eva!
Un abrazo.
Gracias María José. En los hospitales hay tiempo para pensar en muchas cosas. Un abrazo.
Un relato duro, con muchas aristas, que plantea interrogantes en cada párrafo. Para detenerse en la lectura y reflexionar. El pasado, el presente y la ley del péndulo, a la que nadie somos ajenos; la justicia divina o el karma universal, ¿quién sabe a que parámetros estamos sometidos? No sé si las salamandras vuelan, pero tú, Eva, lo has hecho muy alto.
Enhorabuena y mucha suerte!!
Bssss!!!
Las salamandras vuelan igual que los lagartos, Juancho, ya lo sabes. Incluso un poco menos, porque como son pegajosillas se les enganchan las nubes en las patas. Me alegra que te haya gustado, Muchos besos!!!
Eva, cuentas muy bien esas emociones enfrentadas de tu personaje. Suerte y saludos
Calamanda, siempre tan amable y tan certera. Gracias y un abrazo.
Esa sangre que atraviesa las venas de tu protagonista es otro personaje del relato, en absoluto secundario, pues adquiere protagonismo desde el título. Un líquido esencial para la vida y donado por alguien con una apariencia que alguna vez soñó tener para sí, distinta a la suya, pero sólo por fuera. Finalmente ha sido admitido de forma tácita, aunque ese miembro cercenado haya recibido demasiados desaires cuando trataba de acercarse a aquellos semejantes que no le consideraban igual.
Un goteo de palabras bien encadenadas para dibujar la psicología y circunstancias de un hombre entre dos mundos.
Un abrazo fuerte y suerte, Eva
Un hombre tratando de despojarse de esa costra para volver a ser él mismo. Quizá no termine de creerse que existan seres generosos de cualquier raza después del trato recibido. La sangre siempre es protagonista: cuando se derrama, cuando se pierde, cuando une, cuando separa… Un beso y gracias Ángel.
Lo has contado muy bonito, Eva. Se siente el caudal de emociones que inunda a tu protagonista. Esperemos que pueda reencontrarse con él mismo y con los suyos.
Besos, Eva
Gracias Inés, lo que está claro es que parece que se ha salvado y que volverá con los suyos y a ser él mismo. Besos grandes.
Es difícil vivir en un lugar donde no se te quiere, ni se te respeta,y entendible que se viera en el calor de la amputación de otro color, de otra raza , pero si puede que salga corriendo incluso sin brazo de ahí. No lo quieren y i no te quieren lo mejor e irse.
Putos nacis y todos los que se dedican a meter ideas parecidas incluyendo a las religiones.
Abrazos y suerte Eva
Si, tiene toda la razón, don Manuel: lo mejor es huir de los lugares y las personas que ni te quieren ni te respetan. Besos y gracias.
Hola, Eva.
Describes una situación tremenda en la que yo entiendo la rabia de tu personaje. Cuando a alguien hay quienes se empeñan en ponérselo difícil, el resultado es la costra que no tenías y que adquieres. Una auténtica desgracia ese desamor que tienen muchos hacia los que vienen de lejos.
Abrazos grandísimos.
Quizá más que rabia sea impotencia o no saber cómo reaccionar a lo que le ha sucedido. A veces, tener que asumir tantas cosas a la vez nos ‘despeinan’ y recolocan. Besos gigantescos.
Eva buen relato donde el accidente accidental le deja tiempo de reflexión al protagonista asomando sentimientos enfrentados.
Saludos
Gracias Blanca. Los accidentes a veces nos resitúan, para bien o para mal… Un saludo.
De tanto que contiene tu relato, me quedo con ese «racismo de rebote» de tu protagonista, tan irracional como el que le han inoculado antes en sus venas. Como dice más arriba mi brother Juancho, para pararse a reflexionar. Muchos besos, escritoraza.
Si, de eso se trataba, de reflexionar, sobre que no siempre el odio debe generar odio en una espiral interminable, que las generalizaciones son injustas, que siempre hay gente buena, de tantas cosas…. Muchos besos contrinca…taza.
Hola, Eva.
Qué bien cuentas sin contar o narras indirectamente acerca de este emigrado a regañadientes al país de los teutones. A poco de regresar a su patria sufre el accidente que colocas en la primera línea generando tensión narrativa, expectativas en el lector. Mediante la transfusión de sangre cree volverse uno de ellos, tan despreciativos. Y… siempre se paga un precio, y sobre todo cerca de lo mejor. Y de renunciar, como dices, al odio absurdo. Las leyes del universo deberían cambiar un poquito para que todos fuéramos más felices. Pero las más son implacables. Me gusta tu propuesta. Un beso.
Gracias Eduardo. El karma, el universo, quién sabe, no todos saben leer las lecciones de la vida y las señales del mundo. Un beso.
Un país extraño que no comprende y en el que tiene que gesticular emociones para sobrevivir. Deseoso del regreso a la patria dejará parte del cuerpo y del alma, y tal vez entonces entienda que la sangre nos hace iguales, y que el bien y el mal no es patrimonio de una tierra, sino que está en nosotros mismos. Me ha encantado el relato, Eva, una dicotomía emocional que nos arrastra a la reflexión. Abrazos y suerte.
Gracias Salvador. Exacto: la sangre nos hace iguales, aaunque algunos vean en ella precisamente la diferencia. Un beso fuerte.
Madre mía, eso de seria y decente me envejece, Don Juan. Espero que ese abracillo se transforme en un abrazaco y las fuerzas nos acompañen a ambos.
Yo soy más de besos, así que uno dulce para J u a n.
Qué lucha, Eva… qué forma de meternos poco a poco en la historia. Vaya un mensaje tan loable. Excelente y tajante frase final.
¡Suerte!
Un fuerte abrazo… que espero repetir el 17 de diciembre, 😉
Hola Rosy, yo también espero poder abrazarte el 17… a ver…
A veces, cuando estás débil o tienes un shock posttraumático, son muchos los pensamientos y sentimientos contradictorios que te asaltan…. Un besazo enorme.
Una metamorfosis provocada por esa sangre que se va inoculando en sus venas, un goteo que le llena de rabia contenida, de no parase a pensar en la generosidad del que dona para resurgirlo a la vida.
El vacío de su miembro, el suspiro de resignación y el fuerte deseo de volver a su tierra… Todas estas imágenes nos las muestras con tus certeras palabras, nos haces sentir cada uno de los instantes por los que va sufriendo. Una estupenda sangre de letras.
Quizá sea el cosmos el que tenga las respuestas a sus pensamientos.
Fantástico Eva, es una maravilla leerte.
Un beso guapísima.
Hola Belén. Prejuicios frente a gestos reales, sentimientos frente a necesidades… la vida, el universo, son como el mar y nos mecen de un lado a otro cuando tenemos la mente abierta y, casi estoy por asegurar, que si la tenemos cerrada, nos la abren con sus golpes y sus embates.
Un beso preciosa y muchas gracias.
Uf, duro, duro. Y concentrado. Para pensar y repensar, para leer y releer.
Concentrado, lleno de glóbulos y plaquetas, de sustancias y nutrientes. La vida misma. Un beso y gracias Edita.
Pues sí, aguantar “carros y carretas”. Pocas lisonjas y muchos desaires. Eso es lo habitual. Es fácil echar la culpa de todo al más débil, al que está lejos de sus raíces y casi nadie le apoya. Y encima, a pocas semanas de volver, una máquina se queda con un miembro. El poder, la pureza, el orgullo de la sangre. Suena a esos muchos “trumpitos” que aparecen en la tele últimamente. En fin, la historia se repite…
Un abrazo y suerte, Eva.
Todo tiene un límite…. o no.
Incluso la paciencia.
Gracias.
Hola Eva, nos hablas de razas, de pureza. Palabras que nos suenan terribles y trasnochadas, pero no lo están. Hoy también sufrimos estos desprecios y estas sinrazones.
Añadida a tanta pena, tu protagonista tiene otro gran dolor con el accidente. Consigues meternos en su piel y por encima de todo que reflexionemos.
Un beso grande.
Hola Asun.
Hay cosas en la vida que te hacen pensar mucho y hay situaciones que te revelan la verdadera empatía. Un beso enorme y gracias por comentar.
Eva, me encanta tu relato, la forma en que la lucha interna del protagonista traspasa la pantalla….me parece muy original también el recurso de la sangre para canalizar la transformación de las ideas. Un placer leerte.
Un abrazo.
Gracias Antonio por tus palabras. La sangre, en este caso, más que recurso, fue inspiración. Un beso.
Magnífico relato Eva. En el que subyacen todos esos sinsabores que acaban soportando los que han tenido que adaptarse a unas costumbres que no son las suyas,tan lejos de la tierra en que nacieron. En Galicia, tú lo sabes, se conoce muy a fondo todo lo que contiene tu relato. Y se ve que el retorno tiene la facultad de curarlo todo.
Un beso navideño,
Ton.
Hola Ton. Me supo mal no tener más tiempo para hablar con tigo en Madrid. El retorno, por lo que he podido ver aquí, desdibuja totalmente las máscaras y hace renacer con fuerza los rasgos del origen. Un beso de añonuevo y mucha felicidad para ti.