08. Concesiones contradictorias (Aurora Rapún Mombiela)
Ahora que me he escondido me siento mucho mejor. Creo que no voy a ser capaz de quitarme las manos de delante de la cara. Al final voy a pasar por el aro. Es que no me puedo creer que haya sido tan blanda. Toda una vida de rebeldía vistiéndome de negro y cortándome el pelo a trasquilones para acabar metida en este circo blanco que huele a laca y a canapé. Pero si lo que yo quería era una boda íntima con mi novio heavy de toda la vida. Solos él y yo en el juzgado con los guitarristas del grupo como únicos testigos de nuestro amor.
A ver cómo salgo yo allí, delante de todo el mundo vestida de tarta de nata y con estos pelos, que ni me reconozco.
No me quiero ni imaginar cómo debe estar el pobre “Púas” en estos momentos. Con traje de chaqueta y corbata, ¡nada menos!
La enfermedad de mi madre y la muerte de su abuela nos han ablandado el corazón y nos hemos prestado al bodorrio para dar un poco de alegría a la familia.
Por fortuna, la orquesta la he elegido yo.
¡Van a flipar!
Hola, Aurora. No es que me guste demasiado el heavy , pero creo que a una boda de esas me apuntaría, aunque solo fuese por ver la cara de algunos cuando comenzara a retumbar la música en la iglesia. Lo de las tradiciones (o, más bien, convenciones sociales) parece que, para algunos, están para acatarlas en algún momento puntual y, para otros, el despreciarlas continuamente. Sin embargo, creo que, en ocasiones, cuesta muy poco salirse de lo habitual en nuestro día a día y hacer felices a los que nos quieren, ¡aunque nos aprieten la corbata y los zapatos o tengamos que ponernos un vestido imposible! Saludos y suerte.
Muchas gracias por leerme y por tu comentario, Jesús. La verdad es que esa boda tiene buena pinta. Por lo menos para los que la vivimos desde fuera. Un fuerte abrazo.
La rebeldía de la juventud suele ser algo que se cura con los años, aunque siempre quede algo en el espíritu y en las formas. Tu protagonista y su futuro marido han hecho unas cuantas concesiones en orden al respeto a la familia, a las costumbres establecidas, al «qué dirán» y a lo políticamente correcto, pero tu protagonista ha reservado un resto de su esencia para la música; está en su derecho, es su boda. Quedamos con curiosidad por ver la cara de los invitados.
Un relato divertido que encaja bien con el título.
Un abrazo, Aurora. Suerte
Muchas gracias por tus palabras, Ángel. Eres un comentarista estupendo. Siempre con análisis profundos de los textos que escribimos. Sí sería divertido ver ese final apoteósico. Un fuerte abrazo.
Aurora, con esta boda me has recordado a alguién muy cercano que entró también por el aro. Gracias a que por lo menos y por ahora, les va bien, pero ¡cómo le costó! Suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias por leerme y comentarme, Nani. ¡Me alegro de que les vaya bien! Seguro que pasaron por el aro pero manteniendo en el fondo su propia rebeldía. ¡Y que les dure!Un fuerte abrazo.
A veces, nos vemos obligados por los convencionalismos o por satisfacer a las familias a organizar un acontecimiento tan importante no a nuestro gusto sino como a los demás les gustaría.Eso es lo que le ha pasado a tu protagonista, pero al final sale a flote ese toque de rebeldía eligiendo la música. Me imagino cómo puede acabar esta historia…
Buen relato, Aurora. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias por leer y comentar mi relato, Pilar. A veces se hacen concesiones por amor, pero un buen toque de rebeldía siempre da color y autenticidad la vida. Un fuerte abrazo.