9. Carta a Jana
El silencio suave de tus huellas, la calidez de tu presencia, el ancla a la realidad de tu mirada. Lo siento aún como si nada nos hubiera sucedido. Mis dedos, huérfanos de caricias, se retuercen ansiosos. Mi alma, despojada de amor incondicional, amenaza con filtrarse para siempre en la niebla. Ya nadie logra taladrar mi máscara ni percibirme detrás. No hay lengua que enjuague mis lágrimas, ni juegos que arranquen ese extraño ruido de mi garganta que decían que era risa. Sólo cuatro paredes, sábanas blancas, luces frías.
Llegaste envuelta en la chaqueta del vecino que te rescató de aquel útero de plástico atado con cinta aislante. Tu condena y renacimiento fueron nuestra salvación. La abuela dejó de romper palabras, papá dulcificó sus gestos y a mamá la inundabas del cariño que yo no sé expresar. Pero fue a mí al que entregaste tu adoración. A mí, que no sé salir a ese mundo en el que viven los demás. A mí, al que todos miran con lástima.
Era Nochevieja. Las bombas incomprensibles te asustaron. Corriste. Manchaste un coche blanco con tu sangre.
Contigo desapareció el hilo que me comunicaba con el mundo.
Y encima te culpan de mi crisis.
Nos cuentas de manera muy sensible lo que puede significar ese cariño, que algunos llamarán irracional, para muchas personas, que hasta consigue que les cambie, para mejor, su carácter y forma de vivir y pensar. Lo haces, supongo, a través de los pensamientos de un niño con síndrome de Down, o autista, o encerrado en su cuerpo…, pero, claramente, con alma. Enhorabuena y gracias por tu relato, Eva. Suerte y saludos.
Tenía miedo de que no se viera al niño autista. Gracias Jesús por saber verlo. Un saludo.
No sé si tendrá algo de autobiográfico pero está escrito desde dentro. Conmovedor.
Inevitablemente lo tiene. Pero tiene muchas cosas más. No deja de ser una denuncia y reivindicación a varios temas…Gracias Paloma. Tu relato me ha parecido buenísimo, ya estás ahí, desde el principio, arañando pódium. Un beso fuerte
Conmovedor. Profundo.
Gracias Edita. Unha aperta.
Hola, Eva.
Texto visceral el tuto, de esos que se agarran a las tripas y no hay quien los arranque de ahí. Los canes tienen esa inteligencia para darse al más necesitado cuando ingresan en una familia. Lo cuentas de una manera soberbia, ya digo, imborrable. Como ese saber captarlo por ese niño imposibilitado de salir al mundo y que, por medio de tu teclado, y de tu gran corazón, nos la querido contar a nosotros. Mi muy enhorabuena junto con un beso muy fuerte, sonoro como tu texto.
Gracias Eduardo. Me temo que el niño ‘escribe’ con su mente más que con un teclado. Un abrazo.
Intuyo que estos dos meses van a ser duros, con relatos como el tuyo, pondré la caja de los kleanex cerca.
Enternecedor, muy bonito.
Un abrazo, Eva.
Te juro, Rosy, que hice lo posible por no matar a nadie esta vez. Pero parece que no tengo remedio o estoy en una etapa trágica. No llores ‘Jana'(nombre ficticio) sigue entre nosotros porque aunque le aterrorizan las bombas y los hombres morenos y delgados, sabe que donde más segura está es a mi lado 😉 Besazo enorme.
Una animal que, de la forma más natural, sólo siendo él mismo, logró que una familia entera sacase lo mejor de sí, especialmente el protagonista y narrador, necesitado de ese empujoncito que sólo un ser dotado de un cariño incondicional puede ofrecer, el único capaz de extraer de un niño diferente un sonido parecido a la risa.
Un relato emotivo y lleno de fuerza, Eva
Un abrazo
No invento nada, Ángel. Es una historia perfectamente factible. Los perros son así y la gente y la sociedad, también. Gracias y un abrazo.
Hermoso tu relato. Logra algo muy bueno: llegar a nuestra fibra sensible. Enhorabuena, Eva.
Un abrazo.
Gracias Maria José. ojalá también llegara a la de algunos legisladores que pueden hacer mucho por evitar ciertas situaciones. Un abrazo.
Me ha gustado mucho como has descrito la ida y vuelta de ese sentimiento compartido que vincula animal y persona. Suerte Eva !!
Hola Toni. Sólo es un puzzle de muchas realidades. Y eso que me había propuesto escribir algo ligero y distinto…pero el tema me toca demasiado cerca. Un beso grandote a ti y a Mario.
Mágico relato y, como siempre, adictivo hasta el final. Todos tenemos un lado autista y los perros saben traspasar esa máscara, permiten volcar esas manos ansiosas sobre ellos, y se convierte en un vínculo maravilloso, como este texto. ¡Suerte!
Gracias Alberto. Hay tantas percepciones que a nosotros se nos escapan…y no sabemos valorar a los que son capaces de hacerlo. Un abrazo.
Entrañable historia. Para las personas autistas los animales les ayudan mucho en su vida. Tu protagonista se queda huérfano tras la muerte de su mascota. Triste.
Un abrazo
Y para los no autistas, pero no todo el mundo es capaz de apreciarlo. Gracias Blanca.
Los animales, y más concretamente los perros, establecen otro tipo de comunicación. Oyen sonidos que no podemos oír nosotros, sienten vibraciones que no percibimos, y expanden su corazón hasta llegar al nuestro. Y todo lo has expresado tú con bellas letras.
Un saludo, Eva.
Gracias Manoli. Deberíamos aprender mucho de ellos. Un saludo.
Eva, que tristeza transmites con tu relato, mi vida ya es dura de por si, por eso intento evadirme y reírme, soy seguro más superficial.
Me ha gustado, un beso.
Epi, todo iba bien hasta que tiraron las bombas (¿de celebración?)Yo no te considero superficial, sino alguien muy, muy inteligente. Cada uno nos evadimos de nuestros pesares de una manera. En mi caso los traduzco en historias para que salgan de mi. Me alegra que te haya gustado. Un beso enorme.
Por circunstancias personales (a mí también me ha dejado huérfana un perro recientemente), lo que más me ha conmovido del relato es el primer párrafo. El hecho de que el niño tenga problemas de comunicación intensifica el tremendo significado de la pérdida. Besos y suerte.
Gracias Ana. Muchas veces he tenido que ‘lidiar’ con la rotunda afirmación de ‘ya nunca más,no quiero otro, duele demasiado’ Como si ellos fueran culpables de tener una vida más corta que la nuestra, una vida ‘acelerada’ en la que nos lo dan todo de sí mismos. No es que un clavo saque a otro clavo, pero si asumimos la realidad biológica ¿por qué los culpamos por el dolor que nos causa su pérdida condenándonos a no poder disfrutar de otra relación similar, condenando a veces a algún otro a no encontrar un hogar? Cuando pasa el tiempo suficiente para rehacernos y no sentir esa ‘culpabilidad’ un poco absurda de ‘estar sustituyendo’ a un ser querido, asumiendo la individualidad de cada uno, te aseguro que la gente es más feliz cuando renuncia a ese miedo a un nuevo dolor (un tanto egoísta creo yo) y llena su vida con un nuevo amigo…y la de ese animal con nosotros mismos. Duran menos, dan más y cada uno es único. Basta con asumir eso. Gracias y otro beso a ti.
Un conjunto de palabras delicadamente engarzadas que expresan sentimientos de quien nunca podrá transmitirlos. Un conmovedor requiem a una compañía que se marchó y que dejó un legado que nadie supo valorar, salvo quien no sabe expresarlo.
Un fantástico relato de una amarga ternura. Enhorabuena, Eva.
Un abrazo.
Hola Antonio. A veces somos tan ciegos con lo que se sale de nuestra supuestamente perfecta inteligencia ¡y nos creemos seres superiores! Gracias por desentrañar mis letras de ese modo tan sensible. Un abrazo.
Eva, que bien cuentas los sentimientos tan variados que ese animal trajo a la casa. Suerte y saludos. Feliz 2017
Feliz 2017 también a ti, Calamanda. Gracias por tus siempre amables palabras. Un beso.
Un ser que cambia el mundo con su presencia, con su cariño, fidelidad en las emociones sin pedir nada a cambio. Su desaparición rompe el vínculo del protagonista con la realidad, pero nunca faltará otro perro al que le permita entrar en su vida. Un relato conmovedor. Genial, Eva. Abrazos y suerte.
Bueno Salvador, si los padres le echan la culpa de su estado ante la pérdida, seguro que se piensan dos veces volver a tener otro…en vez de pensar en el beneficio que le hacía. Gracias y un abrazo.
Tremendo relato Eva, se vive la desesperanza que emana, cual si lo hubieras escrito con la sangre que manchó el auto. Duele en el corazón.
No creo que me agrade, pero si me conmueve profundamente.
Un abrazo y suerte.
Pues si te ha conmovido, aunque no te agrade, me siento afortunada. Gracias y un abrazo.
¡Qué conmovedora historia! Cómo el amor incondicional de un perro puede atravesar cualquier barrera. Muy tierno y muy bonito tu relato Eva, aunque el final te deje el corazón encogido. Mucha suerte.
Gracias Yashira. Ahora me arrepiento de haberle matado así… pero es algo tan frecuente y tan irracional lo de las puñeteras bombas….
Un beso
Felicidades Eva, por el tema de tu relato, tan difícil y que tu has manejado a la perfección sin necesidad de nombrarlo. Felicidades por la manera de relatar tan llena de fuerza y de emotividad.
Muchos besos
Gracias Asun, guapa. Me estoy dando cuenta de que, efectivamente, en los relatos hago como en la vida real, no nombro las cosas 😛
Muchos besos a ti.
Uf, los pelos como escarpias, bonita.
No te digo más.
Un abrazo enorme.
Bueno, no me digas más, no hace falta. Gracias Tow. Otro abrazo enorme para ti.
Una conmovedora carta a quien dio tanto cariño y supo limar las asperezas y tristezas de una familia.
Ese rojo sobre blanco es tremendo.
Es tan sencillo hilo que puede unir que cuando se quiebra por la ausencia siempre deja una huella de silencio.
Fantástico relato. Real como la vida misma y es que cuando tienes esa fiel compañía cada día debe ser muy dura su pérdida.
Yo con mi Pomerania Lulú feliz.
Un beso Eva.
Disfrútala durante toda su vida y, cuando tenga que irse, piensa en todo lo bueno que te ha dado sin cerrar tu corazón a que otro pueda ser feliz ofreciéndotelo todo de nuevo. Gracias preciosa. Un besazo.
Qué preciosidad de relato, Eva. Cuánto cariño y destreza destilan todas tus descripciones.
Un magnífico relato, sí señora.
Besos.
Gracias Carles, estoy intentando salir de ese remolino de emociones que siempre empapa todo lo que escribo y alejarme. Es difícil, pero igual lo consigo un día… Un besazo.
Un relato que llega y se queda. ¡Qué tristeza y qué dolor!
Felicidades y abrazos mil.
Un relato que llega al corazón. Un abrazo.