100. Vida secreta de los ángeles
Ángela ingresó en clausura con apenas quince años. Pasó de sembrar las tierras de labor de su familia a recoger hortalizas en la huerta del convento. Poco después, quizá debido al duro trabajo, a su extrema juventud y al frío, hambre y la abstinencia que imponía el retiro religioso, comenzó a tener visiones. Afirmaba que venía a verla un ser etéreo con alas inmaculadas para explicarle cómo transcurría en el Paraíso la existencia de ángeles, arcángeles, potestades, querubines, serafines y el resto de órdenes celestiales.
Fruto de estas conversaciones escribió Vida secreta de los ángeles, cuyo capítulo más controvertido aludía al sexo de estas criaturas —no a su naturaleza, sino sobre su práctica—. Alertadas las autoridades eclesiásticas, al manuscrito se le negó el nihil obstat y acabó confiscado en la Biblioteca Vaticana. A sor Ángela, además, se le prohibió abandonar su reclusión y volver a empuñar una pluma.
Pero no pudieron impedir que su confidente siguiese visitándola, para regocijo de su alma y vergüenza de las hermanas y novicias, quienes oían desde sus celdas cómo practicaban los hábitos que tanto escandalizaron a la Iglesia. Al fin y al cabo, ninguno de los dos podía negar su condición de ángel.
Creo que es la más original propuesta que se haya presentado. Ninguna mujer ni de campo ni de ciudad podría imaginar un futuro así.
Felicidades.
Gracias, Asunción. Habría que preguntarles a los ángeles si ellos también imaginaban un futuro como ese.
Un abrazo.
Pues que les cundan esas prácticas harto satisfactorias para el común de los mortales, esperando que también lo sean para nuestros amigos. Angela se lo merece tras tanta prohibición y tantos arduos trabajos parcamente apreciados. Y que desclasifiquen de una vez esa, aparentemente, magna obra. Enhorabuena por tu texto. Suerte y un saludo.
Seguro que las prácticas les cunden, allí encerrados sin otra cosa que hacer en todo el día. A Ángela se la ve contenta, por lo menos. Lo del libro va a ser más difícil. Circula por ahí una supuesta versión que dicen que copió del original un archivero al que despidieron y que dio a conocer para vengarse, pero ni siquiera está disponible en Internet. El largo brazo de la censura no descansa.
Gracias por el comentario, Jesús.
Un abrazo.
Acabo de aprender que los ángeles tienen una vida secreta, y que esas discusiones eternas sobre la definición de su sexo no son más que una cortina de humo que alguien ha puesto ahí, para mostrar sólo una parte de la realidad por motivos que se nos escapan. La vida espiritual, cuando se materializa en un buen relato, es así de esclarecedora.
Siempre original y brillante, Rafa
Un abrazo grande y suerte
Vamos, vamos, Ángel, si alguien sabe de los secretos de los ángeles, ese eres tú, no nos engañes ni trates de poner cortinas de humo con tus apreciaciones. Bueno, te dejaremos que los sigas manteniendo a buen recaudo, pero no dejes de animarnos con tus comentarios.
Un abrazo y muchas gracias.
«El nombre funda», diría Eduardo Galeano… ¡Pero qué libro tan maravilloso!… ¡No sabes cuánto me gustaría leerlo!
Decir que tu cuento me encantó es quedarme corta, RAFA.
Cariños,
Mariángeles
Me alegro de que te haya gustado, Mariángeles. ¿Te gustaría leer el libro? Pero ¡si podrías hasta escribirlo! Tú también tienes que saber de secretos de los ángeles, como tu tocayo, ¿no?
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Un cuento sencillamente angelical. Tu sor Ángela debía compartir convento con mi novicia, la que practicaba los mismos juegos con San Tarsicio. (Mística. Copa II 2016).
¡Ay, cómo son estas monjitas!
¡Y sus arrebatos místicos! ¡Cuánto saben de ellos santos, confesores, ángeles o las propias monjitas!
No sé lo que pasaría si compartieran convento y se contaran sus experiencias místicas. ¿Otro libro a la hoguera?
Gracias por comentar, Paloma.
Un abrazo.
Rafa, cuanta fantasia en tu historia y que bien llevada. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. La fantasía se la dejamos a sor Ángela, a no ser que diga la verdad. ¿Quién sabe?
Un abrazo.
O sea, Rafa, no eran visiones… jajaja! Me alegro muchísimo por sor Ángela y te felicito por tu excelente relato. Un gran saludo!
Quién sabe lo que eran, María, pero que le quiten lo bailao a sor Ángela, como suele decirse.
Muchas gracias por el comentario.
Un abrazo.
Pues mira, ya que el libro no vio la luz, al menos ella sí disfrutaba a su ángel. Aunque me pregunto si ese ángel era tal…
Oye Rafa y ese libro ¿No sabrás tú si hay alguna copia por ahí? Muero de ganas por leerlo.
Mucha suerte y divertirme me he divertido mucho leyéndote. Un abrazo.
Lo que fuera, Maribel, mientras sor Ángela fuera feliz, qué más daba.
El libro… verás, he investigado por ahí, y según afirman algunos investigadores hay una copia no autorizada en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos, en la Universidad de Yale (Connecticut, EEUU.), pero todavía está entre los fondos sin clasificar, y tienen tantos que hasta que no contraten a más becarios para ordenar todo aquello, no sabremos si es cierto. Tendremos que esperar. Qué le vamos a hacer.
Me alegra que te haya entretenido mi relato. Gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Una experiencia mística. Original y precioso relato, Rafa, como no podía ser de otra manera. Creo que es el enfoque más original del tema, en los que llevo leídos.
Suerte y beso.
Muchas gracias por el comentario, Anna. Si os ha gustado el relato, ya he tenido suerte suficiente. Eso sí que es un verdadero premio.
Un abrazo.