107. Nunca Jamás (Manuel Menéndez)
Apenas llegué a entrever tu silueta. Como esas imágenes que se adivinan en el borde de los sueños, la percibí sin llegar a verla. Y sin embargo allí estabas. O al menos tu sombra. La sombra de aquella niña que se llamaba Wendy cuando yo aún me llamaba Peter. Mi compañera cuando éramos eternos y no sucumbíamos a los cantos de sirena. La que volaba enlazando sus manos conmigo para elevarnos por encima del mundo gris de los adultos. La chica con la que confabulé combatir por siempre a los piratas. La Wendy a la que traicioné cuando me traicioné.
Por el espejismo de un botín te perdí a ti, el único tesoro que he conocido. Me fui a remar en una nave pirata solo para descubrir que, como a Garfio, también me enloquece ese maldito tic tac del reloj marcando cómo se nos escapa el tiempo de las manos, cómo se lleva nuestras ilusiones.
El polvo de hada que compro a un tipo en el parque me hunde cada vez más y algunas noches sueño que mi sombra se escapa volando a buscarte para huir juntos a Nunca Jamás y volver a ser solo aquellos dos niños perdidos.
Un homenaje a Peter Pan en el que no falta nada ni nadie: Peter, Wendy, piratas, Garfio y relojes que marcan el tiempo en el vientre de algún cocodrilo. A partir de aquí, aparece un elemento, el polvo de campanilla, con un nuevo sentido en lo que a permitir volar se refiere, que en realidad mantiene prisionero a tu protagonista en una adicción de la que no puede escapar, mientras es consciente de cómo pasa el tiempo, de cómo, en otro tiempo, hubo una joven a quien, como todo lo demás, perdió por sus errores. Un personaje instalado en un mundo del que no podrá escapar, como reza el nombre de la isla mítica a la que alude el título.
Un relato muy bien hilado, Manuel
Un abrazo y suerte
Gracias Ángel. Siempre tus amables comentarios le dan mayor valor al texto del que tiene, lo enriquecen. Muchísimas gracias y un fuerte abrazo.
Me gusta mucho el relato porque utiliza unos de mis imaginarios favoritos para poner en escena una realidad bastante dura. El protagonista, como tantos otros Peters, se dejó llevar por cantos de sirena y, en pos de un botín (supongo que el beneficio proveniente del menudeo de drogas) terminó enganchado a su propia trampa, en este caso polvo de hada, (aunque podría haber sido cualquier otra de nombre falsamente bello, como nieve o dama blanca) del que solo se redime cuando recuerda a su Wendy particular y escapa en su imaginación a tiempos mejores. Muy bien llevados los paralelismos.
Besos y suerte.
Gracias Ana, también es uno de mis imaginarios favoritos, me encanta esa idea del Peter Pan que todos llevamos dentro y que desaparece tristemente al crecer. En cuanto al botín y los piratas, puede ser la droga como apuntas, o cualquiera de los múltiples negocios encaminados simplemente a enriquecerse sin alma y sin escrúpulos.
Un beso muy fuerte y nuevamente gracias por tu comentario
Perder los cuentos para caer en otros, perder la inocencia e ilusión por un canto de sirena, y esos polvos que no son mágicos, con los que uno cree volvar pero se hunde cada día un poco más. Estoy completamente de acuerdo con las apreciaciones de Ángel y Ana, no puedo decirlo mejor que ellos. Solo queda, por lo tanto, darte la enhorabuena.
Muchas gracias Luisa, por tu comentario. Los cantos de sirena nos rodean, lo malo es que ni siquiera sabemos que los son, me temo.
Un beso
Me encanta tu relato Manuel!! Muchas suerte!!
Besos! 🙂
¡Gracias Sandra! (Será por ese toque de melancolía que tu dominas tan bien?, jajaja.
Un besote amiga
Es tan humano que estremece. Simplemente brillante.
Un abrazo.