105. El destino
Bebíamos bourbon del bueno, cubalibres de ron, gin-tonic. Se bailaba salsa, rumba, pop. Se fumaba, se coqueteaba —la mayoría con la misma Cleopatra—, se bromeaba. Me reía siendo el Joker, junto a Pancho Villa y Napoleón, de la mujer barbuda, de Chaplin, de la Pantera Rosa, del jorobado donjuán. Algunos se perdían por los rincones oscuros, otros ofrecían espectáculo de caricias prohibidas y unos pocos no se decidían. Estaba siendo una gran fiesta de disfraces en el apartamento de Eva hasta que Batman llegó. Desde ese momento, solo tuve ojos para él. Sin pretenderlo, mi atención se centró en todos sus movimientos. Un escozor me recorrió el cuerpo y se fue transformando en rabia incontenida al advertir las sonrisas coquetas que despertaba, los piropos que le lanzaban y los suspiros que producía a su alrededor. Juro, que un tiempo después, escuché voces y carcajadas en mi cabeza. Ya no fui yo. No recuerdo, como aseguran, el instante en que agarré el cuchillo, me abalancé sobre él y lo apuñalé con saña, mientras le escupía veneno antes de que me apresasen y descubrieran que había matado a Batman, y bajo su máscara, a mi querido hermano Abel.
Y es que, en ocasiones, tu Nemesis lleva tu misma sangre.
Original relato, narrado con pulso firme (lo habitual viviendo de ti), y elegante doble juego entre hermanos, llevado incluso al terreno del cómic (Batman versus Joker).
Nicolás, yo me lo he pasado piruleta leyéndolo.
Ojalá a las damas del jurado les ocurra igual.
La historia de una rivalidad llevada al extremo. La sorpresa para Abel es su Cain.
Doble juego de personajes dobles con sorpresa final. Doblemente bueno, Nicolás. Mucha suerte 🙂
Nicolás, también yo, como muchos por aquí, tengo debilidad por estos relatos en que hay una especie de juego de espejos (de una «mesa de trucos» hablaba Cervantes) que dan su último sentido a lo narrado. Enhorabuena por lo conseguido de ese reflejo Joker-Caín/Batman-Abel, de tan buen resultado, y que da su sentido a las pistas que nos vas dejando durante el desarrollo. Me ha encantado ese «Desde ese momento, solo tuve ojos para él», que da su auténtica dimensión a la envidia bíblica, mitológica, que después se desata. Es evidente que la fiesta se desmadró.
Saludos.
Un baile de máscaras en el que late la envidia bíblica que acompaña al hombre desde el principio de los tiempos. Joker siempre ha sido más simpático que el murciélago, así que, es un acierto que por una vez no gane el bueno. Aunque para bueno este relato. Un saludo, Nicolás.
Jo, qué relato más guapo!! Me imagino leyendo un cómic con este guión!! Hermanos de sangre!! 😉 Jarque, me ha gustado, supongo que Robin querrá vengarse!!
Un saludo @Microlunatico !!!
Eso de «querido hermano» es otra máscara.
Un saludo
JM
Nicolás, con esos nombres y la influencia del Joker, no tenía alternativa, jajaja. Muy bueno. Abrazos.
Estaba claro que con máscara o sin ella los hermanos se odiaban.
Buen juego el nombre: Abel, y buena historia que se repite a lo largo de los siglos y es siempre actual.
Saludos.
Debía tener un olor especial para reconocerlo bajo la máscara. Pero yo creo que todo era una broma y las cuchilladas eran con cariño. La idea está muy bien, aunque confieso que ceo que le falta un repasillo para que quedase redondo. Aún así no está mal. Mucha suerte.
Abracísimos microlunáticos.
Retrato de la envidia en estado puro. Me inclino a pensar que la elección de los disfrace fue cosa del destino.
Suerte y abrazos
No se en que estaba pensando, el mismo título lo decía.
Si al menos uno de ellos hubiera elegido otro disfraz.
Claro que podían haberse disfrazado de David y Goliat,
Perro y gato… Gato y ratón… de el Gordo y el Flaco.
Bueno, es broma. Estupenda tu visión al tema del febrerillo que ya se nos va.
Saludos.
Las cosas que pasan en mi casa sin que yo me entere…;)
Un gran relato Jarque, al final va a ser cierto que el hábito hace al monje. Nos llevas por la historia con gran maestría, y ese final bíblico es la repera. Felicidades rufián.
Un abrazo microlunático
Una fiesta divertida con trágico final. Me gusto mucho. Suerte
Un beso
Caín y Abel, Joker y Batman, el bien y el mal, sí como dice el título, el destino decide que ambos extremos lleguen a encontrarse.
Mucha suerte, Nicolás
Besitos