112.- La conquista de Iván
“Sole, mañana subiremos en mi Vespa a ver las rocas donde anidan las gaviotas en la playa de San Martín” le dijo Iván tímido y enamorado una tarde de primavera.
Bajo el impulso de la valentía, tenía el propósito de conquistar el cuerpo de su chica a la vez que descubriesen juntos los acantilados.
Llegaron a lo alto del risco por caminos estrechos y empedrados; era tan inmenso el silencio como salvaje el paisaje.
Al descender por los bancales, Sole le tendió la mano; fue su primera toma de contacto. En el borde escarpado y rocoso, él se arrimó y ella se dejó abrazar al asomarse al abismo y escuchar los graznidos- himno para arengar el inicio de la batalla- descendieron por el barranco con las manos entrelazadas y al llegar a la orilla de la cala, como quien cruza la línea divisoria, la besó en los labios y a ella le supo a gloria. El paseo por la playa encendió el deseo explorador y tumbados en una dunas a barlovento, una brisa los cubrió de arena y construyó un campamento fortificado para librar el combate cuerpo a cuerpo.
Bonita batalla para conseguirla. Realmente ella parece totalmente aliviada, por fin Iván da un paso.
Genial Marta, el texto fluye sólo hacia el final de la batalla.
Gracias Jordi por pararte a comentar, Un final nada bélico.. Un abrazo. Marta
Te aseguro que he leído todo el tiempo tu relato medio encogida esperando un terrible desenlace. Ha sido todo un alivio (con suspiro incluido) imaginar tu final feliz. Gracias por hacerme pasear en buena compañía por el acantilado hasta llegar a la playa.
Qué gracia Isabel! Nunca imaginé un fatal desenlace, esta vez es feliz!! Un abrazo y gracias por comentar.