117. El ángel meteorito (de María Elejoste-Mel)
La esquela de Francisco Goikoetxea me hubiese pasado desapercibida si no fuera por esa costumbre de mi tierra de añadir los motes, porque a Patxi, «el ángel meteorito», sí que le conocí.
Muchas veces me llevó en su taxi. Lo de «meteorito» lo comprendí en cuanto aceleró su Mercedes Maybach a ciento ochenta km/h. Lo de «ángel» primero lo achaqué a la suerte de evitar radares, policía y accidentes, hasta que un día, de madrugada, su móvil sonó, dijo «por supuesto» y me informó que pasaríamos por Vitoria. Ignoró mis protestas y me juró que no perdería el vuelo. Paramos unos diez segundos en el hospital de Txagorritxu, lo justo para introducir una nevera en el maletero. Ambas llegamos al avión. En Barcelona una ambulancia a pie de escalerilla se la llevó. Horas después Patxi me recogía ya regreso. Esperaba que hubiese vendido mucho y me contó que el corazón tenía un nuevo cuerpo, un niño catalán, que seguramente se llamaría Jordi o Pau, y sería del Barça, pero ¿qué importaba?, nos sirve, dijo con su acento guipuzcoano.
Me ha emocionado la esquela de Osakidetza (Servicio vasco de salud) :
» Gracias, Patxi, mensajero de vida, vuela alto».
María, que bonita historia, tanto que parece de lo mas real. Suerte y saludos
Personas con la voluntad de darlo todo por los demás, aunque no les conozcan. Gente sin superpoderes pero con una capacidad de entrega y generosidad dignas de todo elogio.
Un relato que parece un homenaje a alguien real, que ayudó a muchos y en algún tiempo y lugar habrá de recibir su recompensa, por si no fuera poca la satisfacción de haber contribuido a salvar muchas vidas.
Un abrazo, Mel. Suerte