117. TRAGEDIA
Al cabo de unos días, cuando el lector ya se ha olvidado del libro y lo devuelve al estante, ambos despiertan. Siempre al alba. En ese momento termina su farsa. Sacan su cuerpo apretujado, como pueden, de entre las páginas y después de recomponerse un poco, hurgan silenciosamente en los armarios, cuando todos los de la casa duermen. Los dos eligen ropa cómoda; vaqueros, cosas así; y aunque a él le resultaban más cómodas sus mallas, ella está encantada.
Antes – hace mucho – lo intentaban caminando, pero ya han descubierto que a una pareja tan joven, cogida de la mano, la llevan sin problema haciendo auto stop. El viaje suele ser muy largo, y hasta ahora nunca lo han conseguido, porque alguien siempre, en sabe dios qué lugar del mundo, vuelve a abrir el libro y los aleja, una vez más, de su querida y añorada Verona.
Me da que va a ser complicado que alcancen, aunque sea en coche, algún día su amada Verona. Como difícil es que dejemos de leer historias maravillosas como la suya. Me gusta como planteas y nos haces llegar la tuya, que es la suya. Suerte, Sandra. Saludos.
Muchas gracias por tu comentario Jesús. Siempre se agradece leer que os gusta.
Saludos!
SANDRA, que original tu historia romántica; su tematica da para un guion. Suerte y saludos
Calamanda mira que si lo mando a una productora y me forro?? jejeje… GRACIAS!! Besos!
Convertirse en un clásico puede ser el fin último de todo personaje, pues conlleva la inmortalidad, ser conocido durante generaciones. Pero también lleva implícito un tributo y no pequeño, en tanto se deben a su público, por el que son requeridos una y otra vez para repetir los mismos pasos, carecen de libre albedrío y posibilidad de vida en común. Una auténtica «tragedia» y un punto de vista, el tuyo, de lo más original.
Un abrazo, Sandra, Suerte
Me encanta esa «reseña» que haces de mi relato Ángel, creo que explicas muy bien el fondo del micro. Gracias!!
Otro abrazo fuerte para ti. 🙂