119. ¡HUYE!, de Arce
Vas corriendo, esquivas el arce solitario, y no chocas de milagro con la encina. No miras atrás pero sabes que te sigo. Conoces el camino, pero los nervios te lo niegan.
Los últimos matorrales; saltas, y ves la libertad en el horizonte. Por la espalda, tu pelaje pardo y gris se ve mejor que nunca.