12. Arsenal de sonrisas (Alvaro Abad)
Me tragaba despacio, como la serpiente que desencaja su mandíbula y con un ritmo pausado de contracciones y extensiones musculares empuja la presa hacia su interior para engullirla completamente y digerirla sin prisa.
Sentía el efecto del veneno y notaba cómo me succionaba. Me veía ya devorada y, sin saber cómo, reunía fuerzas para empujar con mis manos las fauces del monstruo y sacar fuera mi debilitado cuerpo. Intentaba confundir a la fiera asomándome sonriente al balcón fingiendo felicidad porque esto le desconcertaba y le hacía escapar gruñendo expresiones ininteligibles. Pero al día siguiente regresaba aún más iracunda y hambrienta, enseñándome sus afilados dientes y rugiendo de rabia. Sé que podía oler mi debilidad. Babeaba. Intentaba triturarme, acabar conmigo.
Entonces planté cara a la alimaña. Envolví mi cuerpo con escamas punzantes, dejé crecer mis uñas hasta que se convirtieron en garras y aprendí a morder donde más duele. Luchamos descarnadamente durante meses hasta que, viendo que nunca podría vencer mis eternas ganas de vivir, saltó por la ventana haciéndose añicos al caer.
Logré recuperarme, pero cada mañana salgo sonriendo al balcón para mantener alejada a la bestia, para ahuyentar la maldita depresión.
Y si regresa, me reiré en su cara.
Hola Alvaro, has conseguido un efecto desasosiego que no sé como explicar. Me gusta mucho tu relato, pero a la vez me da miedo, porque conecta muy bien con lo que alguien presa de una profunda depresión puede sentir.
Tu protagonista consigue ahuyentar a la bestia, pero queda en guardia por si pudiera volver a atacar, armada con lo único capaz de hacerle frente, su voluntad y una amplia sonrisa.
A tus pies. Seguro que volverás a estar pujando por los primeros puestos, merecidamente.
Un abrazo.
Muchas gracias Angel por tu lectura y amables palabras.
La sonrisa abre puertas y aleja a los monstruos, siempre acechantes…
Un abrazo,
No hay peor monstruo que la depresión, que aplasta tu vida y engulle la ilusión. Tu excelente relato nos hace sentir esa sensación de ahogo. Me ha gustado mucho, Álvaro. Abrazos y suerte.
Tienes mucha razón, Salvador. Aunque no la he sufrido en mis carnes he tenido casos muy cercanos. ¿Y quien no, por desgracia? Es sin duda una plaga en expansión.
Gracias Salvador, un sincero abrazo.
Genial. Hasta que has dicho la palabra depresión he pensado en muchas posibles cosas e interpretaciones: un marido o esposa que no son lo buenos que deberían, una casa encantada que engulle……. y todo encajaba, y encajaba bien, como tu depresión que es un monstruo grande grande, al que hay que plantarle cara.
Muchas gracias Luisa por tu comentario. Nuestra mente se encuentra en el final de un embudo por cuya parte ancha no para de entrar la vida, y procesarla es, en ocasiones, realmente complejo.
Un abrazo.
Hola, Álvaro.
El mal de la mente tratado con esperanza, con un mensaje positivo de que se puede salir si tienes ganas y fuerzas para luchar contra el monstruo.
Felicitaciones y suertísima.
Sí, señor, me ha gustado. Diferente a lo que voy leyendo.
Hola Towanda. La salida de cualquier enfermedad mental, cuando es posible, siempre es complicada y hay que aplaudirla. No todo el mundo sabe,o puede, forrarse de espinas y esbozar una sonrisa defensora.
Suerte para tí también Towanda, sigo con gusto tus relatos.
La enfermedad contada desde su protagonista de un modo tan íntimo que es inevitable ponerse en su piel. Excelente. Mucha suerte