12. CITA EN EL MUSEO, de Ignacio Uranga
De niño desconfiaba de las armas contenidas tras sus vitrinas; ahora trabajo en el museo. Aquí tengo un sillón en un despacho, una cita con un hombre aún sin derechos, y una mala noticia que darle.
Vivíamos en una casa de paredes de ladrillo y goteras en invierno; demasiado pequeña para mi madre y sus hijos. En la plaza había una mayor: de tres plantas, muros de piedra, balcones con tiestos de arcilla y, sobre el tejado, un gallo de metal negro que luchaba con el viento.
Archivo documentos viejos que permanecían ocultos desde la guerra. Dicen que esos papeles explican demasiadas cosas. Yo cuento con permiso, y leo lo que para otros sigue prohibido.
En verano regreso al pueblo. Derrumbaron la casa pequeña; la grande continúa erguida. Visito la tumba fuera de la tapia del cementerio. De camino cruzó la plaza, pero no miro al gallo negro. En el metal de la veleta quedó grabado el nombre de mi padre; el verdadero dueño de las tres plantas de abajo.
El hombre aún sin derechos abre la puerta del despacho. Su solicitud denegada descansa sobre mi mesa. Me pregunta cuándo podrá leer los documentos viejos.