121. Herencia
El libro que le legó su padre le trastocó la vida. Por él, se aisló de su mujer y de sus dos hijos, recluyéndose en el sótano. Se aprovisionó de víveres suficientes como para enfrentarse a la eternidad. Instaló una pizarra enorme, con el fin de apuntar fórmulas que tan solo él podía descifrar. Y prohibió el paso a su refugio de todo ser humano para proteger a la Tierra, como le indicó a su mujer la vez en que esta le reclamó todo el amor que le debía.
Estuvo encerrado años, bordeando la locura, persiguiendo la verdad que el libro prometía desvelar entre sus páginas, hasta que una noche de duermevela, en su cabeza, encajaron todas las piezas y, después de trascribirlas en su pizarra, ¡Eureka! Halló el secreto escondido. Así, entre excitado y aterrado, subió en busca de su mujer y sus hijos. Para su desconcierto, no los encontró en ningún rincón de la casa y, cuando ya se daba por vencido, una fotografía sujeta al frigorífico, en el que aparecían dos niñas y un hombre feliz abrazados a ellos, le recalcó el descubrimiento del libro: la proximidad del fin del mundo, que, de repente, dejó de importarle.
Nicolás, está muy bien todo lo que dice y lo que no cuenta. Suerte y saludos
Bonita historia. Cercana a mucha gente que no le hace falta vivir en sótanos para reflejarse en tu protagonista. Mucha suerte 🙂
Al final ya no le importa avisar a todos de la catástrofe que se avecina, figurar como el genio descubridor que puede salvar a la Humanidad al dar la alarma a tiempo, ni que el mundo se termine, porque el suyo ha muerto para siempre.
Siempre difícil la tarea de compaginar, y más a los tópicos varones de los chistes, que nunca saben hacer dos cosas a la vez por una supuesta limitación cerebral de fábrica.
Me ha gustado mucho tu relato apocalíptico y doméstico, Nicolás.
Un abrazo
Bonita historia. A veces lo importante no lo sabemos apreciar hasta que no lo tienes a tu lado.
Un abrazo
Jarque, gran relato!! Los libros guardan muchos secretos, no tan apocalípticos, pero es cierto que en todos debemos buscarlos… 😉
Un gran saludo microlunático!!
Un relato que podría ser verdad, inquietante, pero posible.
Muy buen relato Jarque, me encanta ese final que deja un sabor agridulce en el lector. Mucha suerte figura!!
Un gran abrazo microlunático 🙂
Su mundo terminó hace tiempo, ese descubrimiento es aún más estremecedor que el apocalipsis. Felicidades por un gran relato.
suerte y abrazos
En la vida cada acción tiene su reacción, el alejarse de todo hace que todo se aleje de ti, no se puede pretender otra cosa. Y vaya fin para ese hombre, le espera el final y además solo. Y para más no avisará a nadie, mejor, si hay que morirse mejor no saberlo ¿A dónde vas a huir? Buen relato, amigo. Suerte mucha.
Abracísimos microlunáticos.
Eso sí que es un fin de mundo; el mundo de todos nosotros es la familia y si encima hay hijos de por medio ¡Tierra trágame!
Buena historia con moraleja. Suerte, Nicolás.