123. Escapar
El océano ha devorado medio planeta pero no se dejan de recibir, aún, decenas de señales de socorro. Ayer encontramos un tipo extraño: muy pálido, casi ciego; su semblante cadavérico está labrado de arrugas y parece bruñido en una eterna amalgama de expresiones de añoranza y odio. Solo repite que apostó su barco, perdió, y exiliado lejos del embate prefirió morir a seguir viviendo. Aún así, le invitaremos a sentarse junto al fuego a escuchar nuestra radio. Hemos encontrado un dial que sintonizamos cada noche después de elevar al cielo una plegaria; nos reconforta la cálida voz del locutor y esa particular inflexión con la que recita Lorca, Baudelaire o Rokha. Sabemos que allí no queda nadie, que son emisiones cíclicas y que se extinguirán cuando las antenas dejen de funcionar. Cansados de noticiarios preferimos amenizar el fin del mundo con poesía; al menos mientras duren las pilas. Mañana el grupo seguirá subiendo; yo me quedo. Coronarán la montaña, sí, pero el mar lo hará detrás de ellos. No hay escapatoria. Además tengo curiosidad por comprobar si es verdad, si el viejo decidió morirse, y si al sentir otra vez el agua bajo los pies, su corazón late de nuevo.
El agua salada reclama, definitivamente, este planeta mal llamado Tierra como medio acuoso. Bajo el manto de un océano único quedará sepultada cualquier otra naturaleza, incluida una civilización dañina, probable responsable del apocalipsis, que fracasó como especie al no saber respetar el rico medio en el que vivía. Es un buen colofón que el último eco de esa especie sea la belleza que también supo crear, a través de la poesía.
Suerte y un abrazo, Juan Antonio
Apocalíptico y devorador océano el que nos presentas, con ese contrapunto de sensibilidad hacia la poesía. Muy distito a lo leído hasta ahora.
Enhorabuena y suerte.
Muchas gracias Ángel, Ana U i Rafa. Esta consigna entre otras cosas he ido con la locura del final de curso y me ha sido imposible acompañaros a todos en los comentarios entencianos. A ver si estos dos meses recupero el norte. Agradezco mucho vuestra lectura. Un abrazo amig@s.
El mar, por fin, empieza a pedir cuentas a la humanidad por su estupidez. Muy bueno, Juan Antonio. Ya se te echaba de menos. Abrazos.
Muchas gracias Salvador. Y yo a vosotros. Deseando volver a la normalidad y empezar a leer ya los relatos de esta nueva consigna. Un abrazo 🙂