34. 13 de Mayo
Ay trece de mayo cuando me encontré contigo… comienza la copla y nuestra historia. Entre la oscuridad y las luces de una discoteca cruzamos nuestras miradas y casi ya desde el principio apenas hacían falta las palabras para entendernos. Pero hablamos, discutimos, viajamos, reímos, amamos… todo lo hicimos intensamente.
Nunca te gustó conducir de noche; aquel día también volvíamos a casa a tiempo de que la noche no nos alcanzara; el viaje había sido precioso, llevábamos un reportaje fotográfico digno de enmarcar y una sonrisa en la cara al recordar nuestra amena conversación con el pastelero más peculiar del pueblo. De repente todo se volvió oscuro.
Rehúyo continuamente tus ojos, sé lo que me pides y no estoy segura.
Veneno que tu me dieras tomara de medicina… dice otra copla.
Esta noche enfrento tus ojos y brillan cuando te acerco la “medicina”, veo deslizarse una lágrima por tus mejillas, en ella va un caudal de agradecimiento y alivio y sobre todo un amor infinito. Con tu mirada clavada en el alma bebo de tu misma pócima, no pensaba dejarte solo en este viaje.
Sobre la mesa un calendario, un ramo de tulipanes rojos y una nota:
“Feliz aniversario”
Una pareja sufre un accidente. Él queda muy malparado, tanto que su vida deja de tener sentido. Todo puede cambiar en un momento. No quiere seguir así, prefiere terminar. En un acto de amor, de satisfacer los deseos de la otra parte, ella accede a suministrarle una mezcla letal que también toma, pues no concibe la vida sin él.
Un relato duro, como extremas son las circunstancias con las que han de lidiar los protagonistas, unidos en todo y hasta el fin.
Un abrazo y suerte, Ana.
Gracias como siempre por comentar. Es duro enfrentarse a estos temas, nunca nos ponemos del todo en la piel de los otros. El amor es muchas cosas y está presente en actos a veces difíciles de entender.
Durísima historia en la que de principio a fin el amor todo lo puede. Ese sacrificio para ayudar a que desaparezca la persona más importante de tu vida y evitarle un sufrimiento imposible pero también la generosidad de acompañarle en este camino sin retorno. Un abrazo, Ana.
Gracias por tu comentario, Gloria. Tienes razón, debe ser insoportable el dolor de esa decisión que entiendo sólo puede explicarse en el ámbito de un amor sin límites.
Un abrazo