13. “HÁGASE”, DIJO ÉL…
Desde entonces, existo y soy. Viajo rápido— trescientos mil kilómetros por segundo— y mi edad es incalculable— tengo tantos años como la distancia que recorra en trescientos sesenta y cinco días.
Estuve ahí, en la prehistoria y en el fuego, alumbrando al hombre de las cavernas. Ahí, tras la pantalla de papel, con las sombras chinescas. En el obturador de la primera cámara y en el haz de la primera película.
Estuve ahí, en los rayos equis, revelando vísceras y huesos, y estoy aquí, en la foto, con las sombras del niño y de su madre estampadas en la sábana y en mí.
“Hágase”, dijo Él. Desde entonces existo y soy. Luz es mi nombre.
©Mariángeles Abelli Bonardi
Hola, Mariángeles. Nos vas dejando, como esas gotas que salpicaban nuestras madres en la ropa para facilitar su planchado, algunas bellas frases que configuran el camino que nos lleva a descubrir esa luz, la que acaba impregnando de su claridad nuestra vida. Buen texto para una buena historia. Un saludo y suerte.
Hola, JESÚS. Qué gusto que la luz que se descubre trascienda el texto y lo acabe impregnando todo, porque apenas vi la foto propuesta, supe que ella debía ser la protagonista.
Me encantó esa imagen de las gotitas sobre el planchado porque me hizo ver mi propia infancia, y a mi madre, y a mi abuela.
Me complace que te parezca bueno el texto.
Un beso y suerte para vos,
Mariángeles
Desde que vi tu relato he intentado comentar en varias ocasiones, pero el recuadrito blanco no aparecía, me alegro de que haya regresado.
No es casualidad que al inicio de una nueva vida se le llama dar a luz o alumbrar. A una buena idea se la califica de luminosa. La luz es algo tan cotidiano y necesario que sin ella nada de lo que conocemos sería posible, de tan obvio y presente ni nos percatamos de su utilidad básica. Los países con más horas de luz generan personas de un carácter diferente a los que tienen menos. Su contrario, las tinieblas, lo identificamos con lo más negativo.
El Cielo, o alguien, o algo (o Algo) te ha iluminado para escribir un relato muy original, con una protagonista singular que merece serlo, que has sabido ver y plasmar muy bien.
Hablando de luz, por las latitudes en las que la vida me puso y sigo tenemos ahora mucha luz y calor. En las que tú habitas toca otra cosa, pero con más luz o con menos, siempre es un gusto leerte.
Un abrazo y suerte, Mariángeles
Yo también celebro que el recuadrito blanco haya regresado, ÁNGEL; sucede que no estaba activada la casilla de «permitir comentario» y pasaron varios días hasta que me di cuenta y supe cómo solucionarlo, así que ya somos dos los alegres, jaja.
Volviendo al microrrelato, hay que ver cuánta más luz le aporta tu generoso (y a estas alturas esperadísimo) comentario a la ya de por sí luminosa protagonista, y coincido con vos: leyendo tanto y tan bueno en este blog, algo (Algo) me iluminó e hizo que la viera en la foto y pudiera darle el lugar que sin dudas merece.
Desde estas latitudes, oscuras por al menos un par de meses más, te retribuyo la suerte, devuelvo el abrazo y te mando un beso bien fresquito,
Mariángeles
Nos has dejado con una protagonista singular, que acompaña a la Humanidad desde el origen. Recorres el Génesis y la Prehistoria para llegar a nuestra época y a los inventos que ella, la luz, ha hecho posibles.
Un relato muy original y muy bueno.
Suerte y besos, Mariángeles.
Totalmente de acuerdo, CARMEN; menudo viajecito el de la luz, protagonista singular si las hay; me ha tenido de aquí para allá, pero vaya si ha valido la pena…
Me complace que el micro te haya gustado.
Un beso grande,
MAB