133. AROMAS ENLATADOS
En mi cocina no se saborean los platos por el olfato. Eso sólo pasaba en la de la abuela, donde a mí me encantaba encerrar los aromas en viejos frascos de cristal y ponerles una gruesa etiqueta con el olor que iba cazando al vuelo, al remover ella los pucheros. Jamás me dijo que aquella afición era algo inútil, de eso se encargaban mis hermanas, mientras se reían, dando por sentado que algún tipo de locura me poseía.
La abuela se hartaba de reír viéndome correr por la cocina con el frasco en una mano y la tapa en la otra queriendo atrapar aromas, como quien caza mariposas. Le encantaba sentarse cerca de la radio, en mi habitación, y escuchar su novela preferida mientras limpiaba con mimo cada pieza de la estantería. ¡Los tenía todos!… aroma de cocido, de potaje de verduras, de sopa de ajo, de flan con nata y canela, de arroz con leche…..
Cuando murió, parte de mi infancia se fue con ella. Yo, nunca aprendí a cocinar… vivo de sus aromas enlatados.
Hola Yoya, ya veo que te estrenas en el ENTC y además con un relato que me gustó mucho. Tiene un algo del realismo mágico que tanto me gusta con esos aromas suspendidos por el hogarque parece que tuvieran vida propia.
Todo un relato costumbrista contado de una manera que toca la fibra.
Pues mucha suerte y bienvenida a estos lares!
Beso!
Sandra 🙂
Muchas gracias Sandra, hace tiempo que tenía ganas de subir a bordo de esta nave llena de historias que me cautivan y nunca me atreví. Vengo a intentar mejorar junto a vosotros. Un beso ?
Bueno pues creo que te estrenas de lujo. Aquí aprendemos todos con todos 😉
Bienvenida de nuevo! 🙂
Que preciosa idea enlatar los olores de la infancia, bonito relato. Enhorabuena!!
Muchas gracias Manuel , me encanta que te guste mi relato!!! Ya me hace ilusión que alguien lo lea, pero si además gusta aunque sea un poquito pues…nada, que estoy muy contenta. Un beso
Magnífico Yoya, este relato tuyo cargado de aromas a comida y a recuerdos de infancia. Incluso se deja oler.
Mucha suerte,
Ton.
Buenos días Ton, muchas gracias por tu comentario tan lleno de ánimos, me ayudará a seguir intentando mejorar !!! Un beso
Buena historia. Un trabajo estupendo que me ha recordado mucho a una película; «El perfume: historia de un asesino».
Suerte y saludos.
Gracias Rosy, me alegro que te guste !!!!! Me encantó «El perfume»
Un beso
Yoya, esos aromas son la sal de nuestra existencia y ¡Bendita sal!! Me ha gustado mucho. Suerte.
Besicos muchos.
Si Nani, con la sal de nuestros recuerdos de infancia…muchas gracias, un besito?
Un relato muy sensorial y muy bien narrado. A mí me ha recordado la novela de Laura Esquivel “Como agua para chocolate”, por la descripción de los olores de la cocina. Muy buen micro, me ha gustado. Suerte.
Saludos.
Muchas gracias por tus palabras Beto, me encanta que te guste el micro. Un beso
Precioso relato que rememora y conmueve los sentidos. Yo tengo guardados varios frascos con aroma a leña y rescoldo invernal, cuando quieras hacemos un intercambio con los «repes».
Bienvenida a este club de locos por las letras, tu entrada ha sido por la puerta grande. Olé.
Los cambiamos cuando quieras Raquel!!!!!! No me sobran, pero tener ahora con este temporal uno con aroma de leña…me apetece. Muchas gracias por tu recibimiento y me encanta que el micro te guste. Un beso grande
El olfato es un sentido curioso, resulta el más evocador (traslada un situ al pasado) y sin embargo no hay manera de ponerlo en marcha conscientemente. Ojalá se pudiera hacer lo que dices en u relato.
Buen cuento Yoya.
Tienes toda la razón, son los olores los que nos hacen viajar en el tiempo y no al revés por mucho que lo intentemos. Muchas gracias Reve, un beso
Precioso relato, Yoya. Has cruzado la línea de la imaginación, allí donde viven los sentimientos. Guardo tu relato en un frasco para olerlo en algún día en que el tiempo me haya dejado sin olores frescos de vida. Felicidades.
Muchas gracias Felipe, me emociona tu comentario y me alegra haber cruzado esa línea que lleva a los sentimientos. Un beso
Yoya, bienvenida. Simpatico y original relato repleto de ternura y costumbrismo. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda por encontrar esa ternura entre los aromas enlatados. Un beso