133. EL AGARRADO
La pareja terminó su baile. Aplaudió con los últimos compases de la balada, mientras los demás paisanos se recogían al bar cercano. El músico apagó el teclado. Luego ayudó a recoger las luces los altavoces al cantante. La joven bailarina se despidió, acompañada por los piropos y silbidos de otros aldeanos.
Una vez en su casa, se quitó la peluca frente al espejo del baño. Borró todo rastro de maquillaje. Miró su reflejo, de rostro viril y barba incipiente, hasta que murmuró
– Si el año próximo no se casa alguno de la comarca, ¡que se disfrace Arcadio de moza!
Pues sí que tiene gracia el sucedido que nos das a conocer, Pablo. Además, nos muestras en tu relato otro tipo de mujer rural: el hombre travestido, aunque, aparentemente, sin demasiado interés en ello. Suerte y saludos.