133. LA MAR DE LUNAS
LLevo dos días en esta isla en total aislamiento. Necesito interaccionar con alguien. Los peces son los elegidos, así que saco ticket para el submarino turístico. Al sumergirnos en las entrañas del océano no puedo olvidar el dolor que todavía hoy retuerce las mías. Tu ausencia marca mi vida y las lágrimas labran un surco por el que navega mi dolor. En las profundidades busco el aire que me falta arriba, y lo veo venir… un precioso pez de un azul intenso – tu color preferido- se engancha a mi mirada, pego como ventosas mis manos y mi cara al cristal, su boca se abre junto a la mía soltando infinidad de burbujas como queriendo insuflar a mis pulmones esa dosis extra del aire que me falta en un boca a boca imposible…
En la superficie, un atardecer -de los que detienen el tiempo por su belleza- me regala un instante mágico: el mar parece abrir sus brazos acuosos para recibir en su interior al sol, que aceptando ese abrazo, deja tras de sí un mosaico de colores que transmite paz.
Curiosamente y sobre el sol que se oculta, luce orgullosa una hermosa luna azul que lleva puesta tu sonrisa.
Muchas gracias Ana, siento haber traído lágrimas a tus ojos.
Un beso y me encanta que te parezca bonito
Esa soledad tantas veces necesaria antes de ver la sonrisa del sol…
Me gusta mucho Yoya! A ver si tienes suerte!
Besazos!
Sandra. 🙂
Muchas gracias Sandra, en realidad las sonrisas llegan cuando más las necesitamos….sólo hay que verlas.
Un beso grande envuelto en una sonrisa ?