15. ARTE Y ENSAYO (EPÍFISIS)
En aquella película de los 70, en una sala de arte y ensayo, las escenas de desnudos y de sexo explícito, consiguieron que las feromonas de las parejas que estaban desperdigadas aquí y allá, subieran de tono. Proyectaban El Decamerón con sus historias de libertinos y mujeres de mal vivir.
Algunas, se protegían de las visiones de los mirones, tapándose con los abrigos, pero se intuía lo que sucedía debajo, por el oleaje de la tela y por los gritos ahogados y susurrados.
Otras, se daban al magreo y las manos volaban del pecho a las zonas pudendas sin recato alguno, espectadores solitarios, entre las filas, buscando las mejores vistas y sentándose en las zonas posteriores para aliviarse.
Por otro lado, mujeres de edades indefinidas, más bien talluditas, más bien pajilleras, se ofrecían al mejor postor, acuclillándose en los sitios vacíos y mostrando su catálogo de idiomas, francés, griego y cualquier otra lengua, enseñando una sonrisa de dientes que semejaban una ciudad bombardeada.
Gracias al cine de arte y ensayo, muchas parejas intimaron y les llevó al matrimonio. Mañana, cuando estés en una sala de cine, mira a derecha y a izquierda y no comprenderás como fuiste capaz.
Vaya tela marinera.
MCarmen, es lo que había, no en todos los cines.
Un beso
Más que arte, se aprecia mucho ensayo en esas salas que describes, que dejan al Decamerón en un cuento para niños. Por lo que a mí respecta, en esos años yo sólo miraba la pantalla y comía palomitas y, ahora que lo pienso, la verdad es que sigo igual.
Un relato valiente, Epi.
Suerte y un saludo
Ángel, que fácil es hablar desde la juventud y libertades actuales. Solo decirte que en mi época, ya era raro comer palomitas, como mucho en fiestas Nacionales. La escasez en todos los sentidos era la norma.
Es pura envidia, la verdad.
Un abrazo
Alejandro, seguro que en esos cines esto ocurria con mas frecuencia de lo que pensamos. Y ocurre. Bien contado, Suerte y saludos
Si Calamanda, y sabías que en algunos cines ni se podía entrar, como el de Carretas, el de la calle Carmen y algunos más.
Un beso
Ja, ja, ¿sabes qué me ha recordado tu cine? La hostia que le di a un tipejo que me metió mano viendo Alien. Estaba con mis amigas, pegando gritos de terror y el tío sentado a mi lado aprovechó un momento de mucho miedo y hala, sorpresa… Se levantó y se largó abucheado por medio cine… Ay, qué recuerdos… Me sentí como la teniente Ripley.
Gracias por recordármelo. 🙂
Aún me recuerdas, Patricia?
Todavía me duele el hostiazo que me soltaste…
No, Modes… Te había olvidado por completo.
Epiiii!!! Sácalo de aquí!!!
Maldita mozuela rencorosa…
Modes, me dice Patricia, que te eche. Venga, circule.
Bien hecho Patricia, mi mujer en el metro llevaba un alfiler largo y al que se propasase, pinchotazo al canto y el otro disimulando.
Un beso
Mi abuela decía que al cine se iba a lo que se iba. No me la imagino ni viendo el Decamerón y rozándose. Eso sí, soltando sopapos… Muy buena historia de esos cines que ya cierran poco a poco.
Un saludo
JM
JM, van desapareciendo porque todo es más fácil. En Madrid, había sitios para aparcar los coches y dedicarse al magreo, sin miedo y si te quedabas atascado con el barro, te ayudaban las otras parejas. Parking del templo de Debod(debajo), la Rosaleda, Parque del Oeste, detrás de Derecho y de Medicina.
Coches que no funcionaban, se aparcaban en sitios estratégicos como segundas residencias, casas antiguas de Madrid, Noviciado, cada habitación por grupos heterogéneos(pobres vecinos)y un váter compartido.
Un abrazo
Ja ja já! Eso es lo que me imaginaba que pasaba en los cines equis de aquellos tiempos.
No sé si están todos los que están, pero los que has descrito quedan reflejados a la perfección.
Claro que si Isabel, los XX, ya ni te cuento.
Un beso
Muy divertido relato Epi.
Yo en los 70 no iba al cine,(es la década en la que nací) y aunque he oido hablar de estos locales no los he visto ni vivido.
Un abrazo
Blanca, lo dicho, insultantemente joven, arggg.
Un beso
Je,je,je,je. Je. Que tiempos aquellos…. He leído por ahí arriba que merece usted ser felicitado, a lo cual me aplico aquí abajo porque ando, como siempre a toda leche. Suerte y un beso, Epi.
Eva, a mi me pasa lo mismo, aquí estoy terminando los comentarios.
Un beso
Arriesgada y erótica visión de las salas de cine de los años 70/80.
Parece ser que quien no corría volaba.
original y conseguido relato.
un abrazo Epi.
MªBelén, por desgracia no es original, fue la propia realidad del momento.
Un beso
Madre mía. Epi, No sé qué decirte. Me he quedado ojiplástica. En el cine de mi pueblo no se podían hacer esas cosas, siempre estaba el acomodador por ahí con la linterna que molestaba más que una china en un ojo. Me has hecho pasar un rato muy divertido. Un abrazo.
Virtudes, si había un acomodador que proviniese del movimiento y de Formación del Espíritu nacional, ya era otro cantar, ni apoyar el brazo.
Un beso
Sí y cuando oías
—Linterna me la están…
—¡Ez menchtirahhh!
P.d. Muy bueno, Modes jajaja
Ja ja ja Lorenzo, que razón tienes.
Un abrazo
Tan delirante tu historia, como real. ¡Somos un puro delirio!.
Como siempre, felicidades.
María Jesús, cuando se pase el delirio, qué?
Un beso
Pues lo has radiografiado muy bien. Diría que mejor imposible. Yo no he estado pero por lo que he visto y oído tal y como lo has explicado. Mucha suerte 🙂
Juan Antonio, puede existir una pequeña distorsión, pero poca.
Un abrazo
No sé si se daría mucho Arte… ( a cualquier manualidad se llama arte con demasiada ligereza :))
Ahora bien, ensayos habría y muchos.
Pero lo que más me gusta es tu oratoria, tu narrativa para hacérnoslos llegar. Cualquier ensayo sería mero periodismo sin la elocuencia de tus imágenes : «enseñando una sonrisa de dientes que semejaban una ciudad bombardeada».
Un abrazooo grande, Epi
Amparo, con la excusa del cine de arte y ensayo, me he tragado unos bodrios infumables y salían diciendo que si tal, que si cual. Los pseudointelectuales de la época, encontraban cosas que yo nunca vi.
Un beso
Qué raro, tú tratando este tema… 🙂 Te ha salido muy bien, pero en tu caso no tiene mérito porque ya habías ensayado mucho.
Ja ja Edita, que mala eres, yo nunca fui, no te miento. ja ja
Un beso
No debí de explicarme bien. 🙂 Me refería al ensayo de la tématica. Ya sé que no tienes edad para aquellos tiempos. 🙂
Ahora entiendo al portero del cine que siempre nos advertía al entrar “Cuidadito con las manos”…jajaja
Hay Evelyn, todo lo bonito se va perdiendo.
Un beso
Hola, Epi.
Hay que jorobarse contigo, eres la bomba.
Muy bien visto el tema de este mes… Efectivamente, así debió ser como muchas parejas intimaron.
Un abrazo muy grande.
Towanda, no se que estás pasando, pero que sea corto.
Un beso muy fuerte
Jeje, si tú lo dices debió ser así. Solo fui a ver Cuerno de Cabra a un cine de arte y ensayo, y juré no volver. Yo si que me acuerdo, sin embargo, de las «pipas, caramelos y chupachus». En fin, que los has contado muy bien, aquellos tiempos de represión y castración, pero éramos jóvenes, jope.
Javier, vi cuerno de cabra en el cine Rosales(de Upsala)y luego me tomé unos cócteles en Marius o en Lex, ya no me acuerdo.
Un abrazo
Epi. La vida sigue igual. Te lo digo desde la experiencia… de ver esas cosas ahora mismito, sobre todo en las sesiones de noche entre semana, cuando las salas están casi vacías (a veces solo con dos espectadores, que han venido de la mano). Pero tú lo cuentas mucho mejor, dónde va a parar.
Suerte y saludos.