14. CITA EN EL MUSEO, de Esti Dilla
Puedo sentir como su mirada sigue mi trayectoria cuando atravieso la estancia. Noto sus ojos marrones y cálidos posándose en mi nuca. Me doy la vuelta y la observo. Desnuda, serena, adueñándose de la pose de la maja desnuda, reclinada sobre el diván azul, acomoda su cabeza en el cojín asalmonado. Sostengo su mirar eterno en mis pupilas, sus ojos me preguntan ¿Por qué? Entonces desarmado y sin respuesta aparto del lienzo la vista y rompo en un sollozo afligido y silencioso.
Ya han pasado seis meses desde la última vez que contemplé sus ojos reales en esta misma habitación. Aquí la conocí, fue nuestra primera cita en el museo. En esta sala del siglo XXI fue donde comencé a dar forma a su idea vanidosa de plasmar su juventud en un cuadro para que la recordara siempre hermosa. Tarea que realizo sin esfuerzo el primer jueves de cada mes, el mismo día de la semana en que se me escapó su libertad como un pájaro con sus treinta y ocho primaveras.