14. Salomé
A veces presiento tras la ventana la sombra turbulenta de la fábrica abandonada, de su esqueleto de chimeneas erectas que me hacen pensar en el día que la rescaté. Habíamos quedado Antolín, Felipe, Roque y yo en el viejo almacén de bobinas. Allí, tras un bidón vacío, escondíamos las revistas y los cigarros, y pasábamos las horas explorando juntos la supuesta hombría bizarra de los quinceañeros.
Ese sábado, Felipe, cansado de inspirarse con el manoseado papel couché de siempre, sacó la foto del bolsillo. Esa foto en la que papá te abrazaba en la playa, ambos erizados y mojados de mar. Quizá se la diste tú, jamás pregunté cómo la había conseguido. Le pegué un puñetazo chorreante de rabia, se la arrebaté y salí corriendo. Aquella tarde perdí un amigo y quedé como defensor de un honor familiar que me importaba un carajo.
Años después , cuando padre solo es un montón de cenizas y tú ya ni me hablas, aunque madre se suicidara por culpa de vuestra traición, aunque tiempo atrás recortase tu cuerpo de sirena y lo pegara junto al mío, aquí sigo, atormentado por la inmortalidad de ese abrazo que jamás logré que me dieras a mí.
Creo que no podría haber mejor nombre para tu personaje, como tampoco, título para este relato, que Salomé, la mujer capaz de hacer que un rey (Herodes) le entregue la cabeza de un santo (San Juan Bautista) solo por capricho. Un personaje bíblico con un poder sobre los hombres solo comparable al de tu personaje, a quien suponemos una moderna cortesana, capaz de romper matrimonios, familias y amistades, que a todos tienta y a nadie se entrega del todo, que trastorna sin remedio a los varones que la conocen, receptores de su veneno, tan letal como fatalmente atractivo.
Una simple fotografía desata una tormenta que destroza varias existencias en esta historia intensa, dramática y contada con gran estilo y elegancia.
Un abrazo y suerte, Eva
Que grato es encontrarte, como siempre. Con ganas de comentar a pesar del desgaste de estos días contestando a cada uno. Gracias por tu análisis, aunque no sé por qué tiene que ser Salomé la culpable de todo…¿no? Digo esta del relato, de la bíblica no opino. Ahí hay muchas historias escondidas y un solo punto de vista, muy subjetivo y ciertamente frustrado por cierto, narrándolas. Muchas gracias y un abrazo enorme.
Me encanta. Me gusta mucho cómo el principio, en el que se describe una situación más bien sórdida, se presenta de una forma elegante y con ese sabor agridulce de cuando se siente nostalgia por algo que desde luego no se añora. Mucha suerte.
Muchas gracias. Me encanta que te encante. A veces me meto en pantanos de los que tiendo a salir sorteando fangos sin que se me entienda. Parece que esta vez he logrado que no sea así. Gracias y un abrazo.
Poco puedo aportar al comentario de nuestro querido EdH2020. Solo que me encanta. Y que el título festivalero me predispuso a pasarlo teta, pero acabé enredada en un tormento de dimensiones bíblicas. Genial.
¡Suerte, Eva!
Besossss
¡Gracias guapa! Ni por un momento pensé yo en eurovisiones, vino la cosa por otro cauce que ni imaginaís. ¡Besos enormes y graciasss!!
Hola, Eva. Tu historia me ha encantado tanto como me intriga… entiendo que Salomé es hermana del protagonista? Si no es así, lo siento, pero a mi me encaja a las mil maravillas.
Aprovecho para felicitarte por esa mención tan merecida de «Retales de vida».
Un besote grande ¡escritora!
Hola guapa. Claro que es la hermana 🙂 . Y Gracias!! pero escritora es una palabra muy larga para describirme. Un besazo enorme Rosy
Qué bien ambientas tus historias! Y cómo caracterizas a tus personajes. ¿Será por eso que tus relatos siempre destacan? Seguro que hay mil razones más. Mucha suerte Eva, como siempre, un placer leerte.
¡Guapaa! No me digas esas cosas que me aturullo. Gracias Palomita por mirarme con buenos ojos siempre. El placer es mío de leer estas cosas precisamente de ti. Beso enorme.