15. Campeón (Ginette Gilart)
Su primera bicicleta fue una de ruedines que había heredado de su hermano mayor. Poco tiempo le duraron esas ayudas, primero se cargó uno y a los dos días al ver que el segundo apenas tocaba el suelo se lo quitaron. Aprendió sólo a andar en bici, tendría unos cuatro años. Ya con su triciclo apuntaba maneras, a tal punto que se las había ingeniado para frenar en seco; siempre a toda velocidad, cuando llegaba el momento de parar, daba un giro brusco al volante y a la vez pedaleaba fuerte hacia atrás, de esa manera frenaba de golpe haciendo un derrape. Era conocido en el barrio por su atrevimiento y su manejo de la bici. Fue Fiammetta, una chica de paso por el pueblo, que le auguró un brillante porvenir en el mundo del ciclismo.
Ahora, veinte años más tarde, su madre sonríe al recordarla viendo como su hijo, eufórico, cruza la línea de meta.
Ese sí es un crack. Me ha encantado. Sencillo y buenísimo. A ver si cruza también con éxito la línea que separa el blog digital del papel. Enhorabuena.
Me alegro de que te guste, Lorenzo. Lo del papel va ser difícil. Gracias.
Un abrazo.
Hablas de Contador??
Me encantó todo lo que dijiste con pocas palabras.
Un abrazo y suerte.
Jaja, Contador, no, pero podía haber sido él. Gracias por comentar Moli.
Un abrazo
Mis padres me compraron una bh de color verde.
A los ocho días y con mi hermano sentado atrás me vine arriba, me crecí, me sentí el rey del mambo, acelere y…
Me pegué tal hostiazo que partí el manillar en dos.
Mi hermano salió volando por encima de mí y aterrizó varios metros más allá.
No le pasó nada pero, juro que en aquel momento, al ver mi velocipedo siniestro total solo pensaba en la paliza que me iba a soltar mi padre.
Puedes creerlo, preciosa Gina? Ni me tocó.
Eso sí, durante un tiempo y a falta de armadura medieval que me protegiera, decidí redescubrir los placeres que aporta el ir a pie a todas partes.
Me lo has recordado.
Tu relato es bonito en el mejor sentido de la palabra.
Un besazo.
Un testimonio que bien podría ser un micro…te imagino perfectamente encima de la bici. Gracias por tu comentario.
Un beso, Modes.
Has reflejado muy bien el hecho probado de que el talento o un don es un regalo con el que se nace, en este caso, para algo tan vocacional y sacrificado como ser ciclista, unos deportistas forjados en una pasta especial.
Al mismo tiempo, queda reflejado el lógico orgullo de una madre, y aquí me parece ver algo de autobiografía en tu relato.
Un texto sencillo, como ya se ha apuntado, al tiempo que evocador y completo.
Un abrazo, Ginette. Suerte
Siempre es una delicia leer tus comentarios, Ángel. Y sí, puede que tenga algo ( o mucho) de autobiografía, jeje. Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Con tu relato es posible hacer un viaje en el tiempo, al leerlo me he visto pequeña otra vez, en el pueblo de mi abuela, subida en mi flamante bici intentando demostrar con relativo éxito ( en mis rodillas quedan las huellas de los intentos que se quedaron lejos del objetivo) que las niñas de ciudad no teníamos miedo a derrapar en el último minuto. Ha sido un placer leerte.
Un beso.
Jeje, es cierto que las niñas de la ciudad no teníamos miedo a nada; también tengo algunas cicatrices.
Un beso, Paloma y gracias por pasarte.
Un autentico campeón tu protagonista. Esa facilidad en el manejo de la bici se ha de llevar en la sangre, un dominio perfecto de las dos ruedas, igual que tu dominio con las letras en este relato, que brilla por la sencillez de la historia y el poder de hacernos evocar aquellos tiempos en que todos nos considerábamos campeones de nuestros pedales.
Un beso preciosa, suerte.
Muchas gracias, Belén, por tu comentario. Me alegro de haber logrado evocar aquellos tiempos.
Un beso, guapa.
Esta vez tu protagonista y el mío comparten ruedines. Pero con destinos contrarios. 🙂
Historias que comparten ruedines pero nada más que ruedines. Gracias por pasarte, Edita.
Un beso.
Ginette, buena historia donde se ve que a veces el triunfo te acompaña desde que naces.
Los dones se tienen al nacer, pero hay que trabajarlos. Muchas gracias, Blanca, por tu comentario.
Un beso.
Ginette, cuanta nostalgia trasmites, bella historia. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda,por lo de «bella historia».
Un beso.
Si que apuntaba maneras y además la persona que le vió tenía buen ojo. Pequeño pero acertado este micro Ginette, mucha suerte con él.
Sí, Fiammetta tuvo buen ojo. Muchas gracias, Yashira.
Un beso.
Yo sufrí angustias y dolores hasta que aprendí a montar sin ruedines, así que me encanta tu Campeón. Un bonito relato. Felicidades.
jajaja, como la mayoría, Belén. Gracias por tu comentario.
Un beso.
Me alegro de que te guste y que lo encuentres bonito.
Un beso, Ana.
Lo que más me ha gustado,
Ginette, es la larga historia que has metido en 200 palabras, parece mentira que te deje espacio hasta para derrapar. Suerte en Le Tour.
No siempre es así, Ginette, yo por ejemplo no parecía despuntar en nada y ahora…, ¡coño!, ahora tampoco. ¡Que bajón!
Fuera bromas, felicidades a ti y a esa Fiammetta que has dejado solo que la imaginemos todavía a su lado.
Abrazos.
Has transmitido con mucha sencillez una escena con tu bicicleta.
Te hemos visto en ella.
Suerte.
Ginette, a veces los sueños te atrapan y ya, inexorablemente, hemos de correr hacia ellos. Precioso relato con aires de nostalgia. Abrazos y feliz verano.
Buen relato de todo un campeón.
Felicidades.