15. La maga de la costura
Era una mujer extremadamente ligera, como una vara de mimbre, pero resistente a los embates de la vida, cumpliendo con sus deberes de madre y de modista.
Sus manos grandes y morenas dibujaban con el jaboncillo en la tela, prendida con alfileres que sujetaba entre los labios.
Absorta, la veía girar la rueda de la Singer, golpeando el pedal con el pie, sin desviar la aguja para evitar que se rompiera… Aquellos sutiles movimientos con el taca-taca de fondo, la transformaban en una maga de la costura.
Escucho todavía las risas de mi hermana, correteando para llenar el vacío de una ausencia, de la que jamás supimos nada.
«Sois muy niñas para entenderlo», nos dijo a mi hermana pequeña y a mí, después de mostrarle una foto descolorida que hallamos en su armario dentro de una bolsa de tela. «¿Quién era aquel hombre bien trajeado del brazo de mi madre?», pensé.
Para Feli, no existía diferencia alguna entre el día y la noche, ambos extremos se sobrehilaban como un dobladillo, rematando costuras y entregando prendas sin denotar cansancio. Lo principal era labrarnos un buen futuro.
Puntadas precisas, hechas con delicadeza y mano firme. Así he visto tu relato. Porque tus descripciones, tan certeras, me han dejado escuchar el sonido de la Singer e imaginar a esa madre trabajadora hasta la extenuación, que prende un secreto en su alma.
Muchas gracias, María por la amabilidad de compartirme tus favorables impresiones y tomarte el tiempo necesario para realizar tan estupenda lectura. También me alegro de que te parezcan certeras mis descripciones.
Efectivamente, la abnegación de esta madre es ejemplar, como la de tantas que dedicaron sus vidas a proporcionar un futuro halagüeño a sus hijos. En este caso y como bien comentas, con un secreto prendido en su alma.
Un abrazo y suerte.
Una mujer abandonada, que en lugar de tirar la toalla, o al menos emitir alguna queja justificada, como terapia de humano desahogo, vuelca todas sus energías en el trabajo y en sacar a sus hijas adelante.
Una mujer que simboliza a muchas heroínas anónimas como ella, pilares fundamentales de tantas familias, motores silenciosos de una sociedad que nunca reconoce ese mérito en su justa medida.
Yo no sé coser, pero mi madre y mi suegra sí sabían, y mi mujer sigue en ello de vez en cuando. Es una actividad muy creativa, con algo de magia y con un lenguaje propio, que has reflejado muy bien en tu relato.
Un abrazo y suerte, Milagros
Muchas gracias, Ángel, ya que como de costumbre has hecho una buena comprensión del texto, sin dejar escapar ni un mínimo detalle, como buen Entenciano de Honor que te caracteriza, teniendo siempre esa palabra motivadora para cualquiera de nosotros.
Sí, como tantas heroínas anónimas, pilares fundamentales de tantas familias, motores silenciosos de una sociedad que no acaba nunca de reconocer su gran mérito en esa medida justa, como bien explicas en tu comentario.
Ya conoces el refrán: Nunca digas «de esta agua no beberé» pero ¡quién sabe si algún día te animas con la aguja! porque desde luego, artista eres un rato.
Un abrazo y suerte igualmente.
La intención del relato está muy clara, destacar la personalidad de esa madre que tiene que sacar sola adelante a sus hijos por causa de un abandono. Está muy bien hilado, y me gusta ese narrador en primera persona por parte de la hija, que pone en valor el esfuerzo de su madre. Un micro excelente, desde luego. Pero lo que me ha llevado a entrar ha sido el recuerdo de mi madre, afanada también en su Singer a menudo. Realmente aquella era una máquina mágica, a veces algo diabólica. Y cuando mi madre le daba descanso, éramos mi hermano o yo quienes inventábamos mil juegos en aquella rueda que movía el gran pedal, y que muchas veces acababa convertida en un artefacto de tortura para la desdicha de algún insecto descuidado. Para mí ha supuesto un viaje a lo más profundo de mi infancia. Gracias Milagros y muchísima suerte!!!
Muchas gracias, Juancho. No sabes lo que me ha emocionado descubrir que en mi personaje también mencioné a tu madre y a tantas mujeres admirables que rodearon nuestra infancia y la de tantas personas que seguro guardan en su alma a estos ángeles.
Pienso que esas máquinas Singer se merecen un lugar especial en la literatura. Pienso lo mismo, su mecanismo junto a nuestra imaginación obraba prodigios y podía convertirse en un perfecto artefacto de tortura para la desdicha de algún insecto despistado. Aunque mejor que no nos pillaran nuestras madres en mitad de la ejecución.
Me alegro infinito de haberte hecho viajar hasta esos confines lejanos de tus primeros años.
Amigo Juancho te mando un abrazo y suerte igualmente!!!!
Hola Milagros, has tejido un preciso relato, dando certeras puntadas de añoranzas y justo reconocimiento a esas madres valientes y luchadoras, que lidiaron toda su vida para sacar adelante a sus hijos, sacrificando sus propias necesidades.
Enhorabuena. Un cordial saludo.
Encantada de saludarte Juan Antonio, he tratado de localizar algún microrrelato tuyo aquí ENTC, pero no he tenido éxito. Si no te importa, déjame constancia de ello para devolverte la visita.
Muchas gracias por dejarme tu atenta opinión tan bellamente expresada y me satisface conocer que tú también te unes a mi homenaje a esas madres valientes y luchadoras.
Un abrazo.
Una mujer entregada a mantener su casa, a golpe de Singer. La verdad es que si hurgamos un poco, más de una persona tendrá una historia muy parecida a la de tu protagonista. Momentos de soledad y exceso de trabajo,y, los niños, ajenos y felices. Gracias a Dios.
Suerte Milagros. Buena noche.
Cierto, si indagamos en la vida de las personas, seguro que encontraríamos un gran número que se parecen a la protagonista, dedicados en cuerpo y alma a proporcionar un futuro mejor para sus hijos.
Gracias a ti también, Mercedes por tu amabilidad en compartir tu opinión y regalarme parte de tiempo.
Suerte igualmente y un saludo.