52. «Impaciencia»
Rojo.
Ceñido.
Tacones de vértigo.
Vestida para la ocasión, no necesito mirarme al espejo para pintarme los labios en son de guerra.
Me observa.
Mientras arrastro con furia la mesa del salón para colocarla frente a él, suena un dong inesperado. Se me rompe un tacón.
Su continuo tic tac y sus campanadas desobedientes hacen eco en mi alma solitaria.
Tela bordada, porcelana fina y plata.
Sirvo una cena ligera en la mesa: sopa de verduras de temporada, sobras del pescado de antesdeayer y una copa de Belondrade.
«Tic Tac», suena mientras yo saboreo altiva la cena.
«Tic Tac», doy un respingo irreverente.
«Tic Tac», responde él sorprendido.
«¿Tic tac?», pregunto yo, retando.
«Tic ¡Tac!», salta al quite.
«¡Ja! Tiqui taca», me burlo.
«Tic»
«Tac»
Y se calla.
Cuento los segundos con la respiración contenida.
«Tic tac»
Suspiro aliviada.
«Tic tac»
Me guiña.
«Tic tac»
Le sonrío.
Entonces llegan sus esperados 12 dong.
Mis 12 uvas acompañando.
¡Un 13 dong!
Me rindo.
«Tic tac», sabiéndose vencedor.
1 de enero de 2015.
Primer pensamiento del año evitando su mirada: mañana al relojero.
¡FELIZ 2015!
Y yo contenta pues mi intención era divertir con mi impaciencia. Mi reloj de pared, herencia de los antepasados de mi marido, es así de gracioso y a mi me encanta su originalidad. Me acompaña con sus tic tacs y con sus dongs rebeldes. Así que me ha parecido justo dedicarle el relato del mes (aunque he de reconocer que mi primera opción era un relato navideño sobre un dragón que batía, por muuuuuuchooooo, el límite de las 200 palabras).
No dudaba de que esos manuscritos estuvieran en tu haber, cuídalos, pues son únicos.
Y, esa despedida preciosa ha sonado como si fuera la última, de tan solemne. Espero seguir leyéndote por aquí y por allí.
El verdadero honor, también mio.
He dejado un regalo escondido, como me han encargado SSMM los RRMM de Oriente. Y una pista: me han dicho que vuelvas solo a las calles antiguas…
Qué Tíos!
Guárdalo, isabelita, po favó, que esos relojes tienen un poderío… que ni el espejo de la Madrastra.
Claro que lo guardo, como un tesoro. Mi madre, que se llama como tu, y sus amigas me llaman también Isabelita.
Besos
Uff qué precipitación de relato Isabel, llegué al final casi exhausto jaja.
Abrazos y suerte.
Piensa Manuel que se trata de la impaciencia, puro conflicto con el tiempo. Un impaciente vive rápido, rapido.
De todas formas hay en el relato original tres respiros, en forma de espacio entre líneas, que no soy capaz de insertar al añadir mi relato.
La impaciencia ha hablado y no quiere respiros. Así sea,
Muchas gracias por tu visita.
Besos
Ya sé lo que te encantó: el tacón roto!
Muchas gracias por tu comentario tan alegre. Y por siempre darte un paseito y leerme.
Eres una gran compañera de cuentacuentos. Y tienes un papel significativo y especial no sólo en este lugar sino para mi.
Te deseo todo todo lo mejor.
Un gran abrazo y besos
Isabel, divertido y ameno el ritmo de tu dialogo. Intuyo algo de soledad en esta historia que calla muchas cosas. Suerte y felices fiestas
Gracias Calamanda. Es que con 200 palabras hay que callar muchas cosas. Sin embargo mi prota, es graciosa, dual como la vida misma, un poco alterada y nerviosa pero con la delicadeza de apreciar detalles que implican pausa.
Está sola esa Nochevieja, pero es accidental, y ese día está cabreada con el reloj de pared, al que adora. Le hace la guerra pero a ese reloj no le mueve de ese sitio ni la carcoma.
Besos
Realmente ese continuo Tic-Tac llega a impacientarte, a precipitarte en su lectura. En una segunda vuelta más reposada, ves el lado más visual de la escena, ese tacón roto, ese cuco.. Esta genial !!!
Un beso Isabel
Muchas gracias María Belén, yo me tronchaba de risa interpretando la escena, vestida así y con el tacón roto. (Y por supuesto, ni visto así, ni uso tacón, pero imaginar es lo que tiene).
Besossssss
A mi me da un poco de pena que cene tan sola, con ese reloj descarado. El año que viene enciérralo en el cuarto de los trastos y móntate una fiesta para que rabie.
Abracicos
Bueno, cena sola porque sola ha de enfrentarse a ese enemigo cruel que es el tiempo. Pero ella es de las que no se rinden.
Muchas gracias Patricia.
Besos
A mi si me encantó el tacón roto… je je ..haciendo tac.. tac… al unísono con tu adorado reloj…
Un beso para seguir dándote calor y suerte.. No tiemble… je je je
Muchas gracias por todos los consuelos que dejas sembrados allí y aquí.
Y muchas gracias por tu comentario tan cariñoso.
Ya estoy totalmente recuperada.
Muchos besos.
Ritmo y originaliladad, y un toque de surrealismo. Muy bueno.
Muchas gracias Edita. ¿Surrealismo? Lo pensaré….
Besos.
Muy bien relatada la impaciencia, con un ritmo realmente vertiginoso, al que contribuye eficazmente las onomatopeyas. Los relojes parecen seres con vida propia que nos acompañan cada minuto (nunca mejor dicho), que si tienen un especial protagonismo es en el fin de año.
Suerte y un saludo
Te aseguro que el reloj de pared de mi salón tiene a todos sus dueños anteriores escondiditos y haciendo trastadas para rabiarme.
Aún no han llegado las 12 campanadas, pero te aseguro que el As ya lo tengo escondido debajo de la manga y como no se porte bien, ¡al relojero!
Muchas gracias.
Y besos.
Me gustó la estructura del relato, el tiempo imponiendo su ritmo y la soledad ingeniosa de la ceñida de rojo.
Felicidades y abrazos.
Muchas gracias María, la de rojo, lo,quiera o no terminará rindiéndose, el tic tac es demasiado sabio. Una vez que lo comprenda y claudique su vida será mucho más sencilla.
Besos
Hola, Isabel.
Creo que el «tic tac» le imprime un ritmo frenético, reflejo de la impaciencia de la mujer. Como buena impaciente me siento muy cerca de ella, eso sí, sin tacones.
Te deseo mucha suerte y te mando abrazos, besos, peladillas, turrón…
Una impaciente que se precie no puede llevar tacones, y menos de esos de vértigo, el caminar se hace torpe y no se puede correr.
Me acurruco en el abrazo, pongo la mejilla para el beso y ñam ñam al resto.
Y por supuesto correspondo con abrazos y besos.
Vale y comparto las peladillas y el turrón.
Isabel, no se puede luchar contra el tiempo, y tu simpático protagonista, abanderado de éste, lo sabe. Al final, tarde o temprano ganará la batalla. Vertiginoso, original y divertido. Abrazos.
Tu lo sabes bien. Él ya ha ganado la batalla, es más, ni participa. La pelea va en una sola dirección. Ella pelea sola. Ya se dará cuenta y en cuanto se de tiempo para respirar lo comprenderá, seguro. Es un poco tozuda pero no tonta.
Muchas gracias y besosssss
Que divertido, Isabel ese reloj rebelde acompañado del taconeo hace que tu relato esté lleno de ruido y de vida. Enhorabuena y un beso.
Muchas gracias Eva, justo así es cómo me lo he imaginado, divertido y rítmico.
Un beso muy fuerte.
Hola, Isabel, me quedé encantado con la originalidad de tu micro. Es muy ameno y divertidísimo te leer. Te deseo una felices fiestas, Sotirios
Muchas gracias Sotirios, nos hemos divertido mutuamente con nuestros relatos. Te deseo y a los tuyos también unas Felices Navidades y Año Nuevo. Besos.
El relato es una filigrana. Bonita historia la que has contado al compás de ese tic tac que nos ha marcado los tiempos. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias Juan Antonio. Eres un caballero andante de cada relato y yo te agradezco tu visita mensual.
Besos.
Este juego con las palabras, las imágenes, la tensión, el ritmo, la orginalidad, el atrevinmiento, me han encantado.
Felicidades, Isabel
Muchas gracias Luis por todos los adjetivos que me regalas. Has recogido de mis letras la escena divertida que se desarrollaba en mi mente al tiempo que escribía el relato.
Besos.
Isabel, qué bien has contado esa lucha contra el tiempo y la soledad. En clave de originalidad es un relato con gran trasfondo. Un beso.
Muchas gracias a ti Concha. Me lo he pasado muy bien correspondiendo tu relato tan bonito. Desde ahora me imaginaré con un cazamariposas cuando despierte de mis sueños.
Felices Fiestas para ti. Muchos besos.
El ritmo del tic tac nos impacienta pero también nos hace notar la soledad de esta mujer, pendiente nada más que del reloj y que, aparentemente cena sola en noche-vieja. Una combinación muy sugerente.
Suerte y Feliz 2015
La soledad del impaciente es elegida, aunque no tiene porqué ser deseada, claro.
Un impaciente exige mucho del tiempo, del suyo y del de los demás. Lo quiere todo ya. Esa exigencia le hace adaptarse muy mal a un ritmo diferente del suyo. Un impaciente prefiere trabajar solo.
El relato es un duelo, ella está retando al Tiempo. Por supuesto es una batalla perdida. Comprobará poco a poco que el relojero sólo lo necesita ella.
Muchas gracias Anna por tu comentario, muy sagaz ese «aparentemente». En el fondo se podrían dar ambas situaciones, cenar sola o acompañada, porque su percepción del tiempo la mantiene aislada.
Te deseo una ¡Feliz Nochevieja y un Feliz Año Nuevo!
Besos