16. BAILE EN EL BOSQUE, de Mariposa
Las gotas de lluvia cayeron sobre las hojas del arrayán que exhalaron un aroma a clavo y canela. Me pareció que se habían puesto contentas. Me fijé con atención y vi que estaban bailando; se movían bajo el embate de la lluvia siguiendo el ritmo de una música sutil que ejecutaban las ranas escondidas entre el pasto. No me importó estar calada hasta los huesos; siempre me ha gustado el baile y la alegría de los salones en las noches cálidas de verano, entonces me atreví a dar unos pasos de baile, y a pesar de que noté que los arrayanes se calmaron y la lluvia amainó, bailé con los pies desnudos sobre la hierba mojada mientras las hojas me miraban enfadadas y un floripondio estremecido me lanzó el perfume embriagador de sus flores blancas.
Me di cuenta que al cabo de un largo rato había seducido a los árboles y flores del bosque, la lluvia regresó y las hojas me salpicaron con diminutas gotas que brincaban de alegría. Bailamos con frenesí y desde entonces vivo bajo el embrujo de los espíritus del bosque, el bálsamo de las flores y el ritmo de las hojas.