19. Algo interminable (Ginette Gilart)
Todavía se percibía, a lo lejos, el ruido de los cañones en la batalla. Sin embargo, por la radio, habían anunciado el final de la contienda: «la guerra ha terminado», así acababa el comunicado que leyó el locutor. Solo un poco más tarde el estruendo cesó.
A Primogénito, el pastor, le daba igual quién ganará, lo único que deseaba era cuidar, tranquilamente, de sus ovejas.
Pasaron unos días y como era su costumbre bajó a la tasca del pueblo a tomar unos vinos. Cuando llegó a altura del cementerio escuchó unas detonaciones. Se acercó con cautela y escondido detrás de un árbol pudo ver los cañones de unos fusiles apuntar y disparar hacia la tapia.
A partir de entonces no iba a encontrar la paz deseada, seguirían más disparos, de escopetas, de pistolas, oiría gritos y llantos amargos.
Qué bien has reflejado una triste realidad que tan honda cicatriz nos ha dejado. Cañones seguidos de cañones, y siempre la inocencia de la gente traicionada. Un beso y enhorabuena.
Muchas gracias, Belén, por tu comentario.
Un beso para ti también.
Nunca terminan las balas ni los fogonazos. Muy bueno.
Un saludo
JM
Nunca terminan, no. Gracias por tu apreciación.
Besos para ti.
Las guerras quizá terminen oficialmente, pero los ajustes de cuentas y demás consecuencias, como las necesidades o el odio, duran muchos años, incluso generaciones, de tal forma que los ecos de los rugidos de los cañones no terminan nunca de apagarse. Un claro ejemplo puede haber sido la Guerra Civil española, que tan bien conoces. Algo tan deseable y en apariencia sencillo como la normalidad para que un pastor pueda ocuparse tranquilamente de sus ovejas se antoja a veces tarea imposible ante la complicación y el cainismo de los hombres.
Siempre sensible, a la vez que incisiva, Ginette. Es un gusto leerte.
Te envío un abrazo y te deseo suerte
Mi querido Ángel, da gusto leer tus comentarios, siempre acertados. Muchas gracias.
Un abrazo para ti también.
Ginette, muestras ese ambiente, entre venganzas y replesalias de guerra, que tanto desasiego crea con pinceladas claras y acertadas. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, por tu comentario.
Un abrazo.
Ginette qué bien describes ese horror sin final, tras la guerra, la venganza y los ajustes de cuentas. Tan triste como real. Saludos y suerte.
Tan triste como real, así es. Gracias, Maribel, por pasarte.
Un abrazo.
He quedado maravillada por tu relato. Crudo y terrible, pero tú no lo viviste en tu piel. Yo era muy niña, pero sigo teniendo como un «flash» en mi memoria, a pesar de la cantidad de años transcurridos desde entonces. Delante de mi casa había un descampado con una especie de talud, que es donde venían a fusilarlos, y recuerdo que esos días, toda la familia bajábamos al sótano y todos abrazados, tratábamos de no oir las descargas, pero las oíamos. Ya te contaré estos episodíos en la próxima ocasión. Besos Gina.
Querida Pilar, muchas gracias por tu comentario-testimonio. Claro que en otra ocasión me contarás episodios de tu vida tan intensa, eso espero.
Un fuertísimo abrazo…te quiero.
Hola, Ginette.
Así debió ser, como tú lo cuentas, y como se repite siempre tras concluir una guerra. Esas cuentas que, a pesar de todo, muchos quieren saldar. Es un relato estupendo el que nos traes este mes.
Un abrazo muy grande y suerte.
Me agrada verte por aquí, Towanda. Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Aunque no das datos de fechas ni lugares, evocas claramente un pasado aún reciente de este país. Me gusta el personaje del pastor al que le importa un bledo quien gane, exactamente como a la mayoría, como a ese gran rebaño de ovejas que en las guerras acaba siendo pasto de las flores de las cunetas.
Besotes y suerte.
Exactamente, evoco ese pasado, pero también vale para cualquier guerra civil ( sobre todo).
Gracias por pasarte, Raquel, me hace ilusión.
Besos, guapa.
Un circulo que nunca se cierra. Podrá terminarse una guerra de ejércitos, pero esas guerrillas seguirán disparando balas, odios y venganzas.
Un relato narrado de una manera estupenda. Un beso lleno de paz.
Igualmente para ti un beso enorme de PAZ. Gracias por comentar,Mª Belén.
Hermoso relato, Gina!! Muy impactante!!!
Beso
Muchas gracias, Aurora.
Un beso.
Me ha gustado cómo describes una de las miles de situaciones que puede haber tras una guerra.
Me alegro de que te guste, Lorenzo. Gracias por pasarte.
Un beso.
Has dado un excelente lección de historia con tu relato. De la buena, de la que se debería explicar más veces porque es de las que realmente sirven para no olvidar muchos de los errores y atrocidades cometidos. Muchas veces la calidad anda por los detalles, y tú has descrito uno a la perfección. Mucha suerte 🙂
Muchísimas gracias, Juan Antonio por tu amable comentario. Me ha hecho ilusión.
Un beso.